Claudio Tolcachir en “Rabia”: obra maestra teatral, versión de una novela

Horacio Otheguy Riveira.

Estamos ante un espectáculo sobresaliente con estructura de monólogo, pero muy al margen de los convencionalismos de un subgénero del teatro que ya adquiere formas tan interesantes como cansinas, a fuerza de insistir en su económico formato en tiempos de una crisis que parece interminable, con productores que reducen gastos, y ayudas públicas que año a año recortan presupuestos. En este marco, la creatividad muere en muchos y avanza en otros, en gente de teatro que no puede parar de crear a lomos de una histórica (y a veces histérica) incertidumbre.

Estos creadores de Timbre 4 (veinte años ya de su origen en Buenos Aires, donde su propia sala sigue dando variadas funciones) se la han jugado intensamente para lograr una función de excepcional calidad por su forma de traducir el corazón de una novela con lenguaje propio, no solo porque dominan los recursos del teatro, sino porque han recreado la soledad de un condenado que se inventa una vida, precisamente donde parecía imposible, con un dominio extraordinario de la acción física y hablada en un contexto escenográfico y lumínico que permite al espectador ver y sentir como si todo se lo contaran solo a él; para él la “música” de las palabras, la “danza” de los gestos de quien recorre una tragedia minada de iluminada pasión por vivir.

Acaso todo fluye con la misma energía que tuvieron los propios creadores:

 

Al hablar de Rabia, hablamos también de la creación, del vértigo inmanejable de sentir que una historia nos encontró, nos secuestró sin demasiadas explicaciones y nos pidió ser contada.

 

Una escalera que gira, avanza y retrocede, bajo la cual una serie de personajes tienen una vida que José María solo percibe de a ratos, aislado en la buhardilla, temiendo ser descubierto, mientras la policía lo busca por asesinato…

 

Del otro lado de su escondite: una amorosa empleada de hogar a la que puede espiar pero no tocar, un matrimonio rico que la tiene contratada, un único hijo libidinoso y prepotente…

 

José María, un albañil que mató en defensa de su dignidad… descubre, en el encierro del caserón en que sobrevive, que está pensando por primera vez, y que por vez primera vuelve a escuchar su propia voz al hablarle a una rata como si fuera un animal doméstico, otro animal como él… [Fotos Lucía Romero]

Rabia, de Sergio Bizzio,  una novela argentina empapada de realismo localista traspasó fronteras insólitas al traducirse a muchas lenguas, ganar premios, tener una versión cinematográfica española dirigida por un ecuatoriano con guion del propio autor, y ahora —18 años después de la primera edición— estrena su versión teatral en Madrid en el Teatro de la Abadía, en gran medida impulsada por su director artístico Juan Mayorga. Una versión que llevó un año de trabajo para ocho manos, cuatro apasionados teatreros con amplia dedicación, dos hombres y dos mujeres docentes de la Escuela de Teatro Timbre 4: Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo: los primeros también protagonista y director, y ellas asistentes de dirección. Un cuarteto formidable para dar forma precisa al universo mental y coloquial de la narración literaria en una fusión que conmueve desde el comienzo hasta el final, el mismo de la obra original, pero con una carga de mayor intensidad poética al producirse entre las sombras escénicas de un hombre borgiano, un antihéroe que mata dos veces: por amor a sí mismo y por amor absoluto a una mujer que apenas conoce, pero que la recorrió en un hotel por horas cada sábado… y a veces también un domingo… Y que llega a adorarla cuando le sorprenden situaciones conflictivas, e incluso cuando mayor es su padecimiento, mientras ella veranea con su señora en una idílica Mar del Plata…

 

Foto: Lucía Romero.

 

Lautaro Perotti y Claudio Tolcachir, adalides del proyecto, coautores y codirectores con el segundo todo el tiempo en escena contándonos la historia en tercera persona, aunque difuminado en el propio personaje protagónico, como nos sucede a los que vemos y escuchamos compungidos un thriller brutal con un gran personaje trágico con el que, sin duda, empatizamos. (Foto: gentileza Antonio Castro).

 

Adaptación: Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, María García de Oteyza, Mónica Acevedo
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Espacio sonoro: Sandra Vicente
Videoescena y escenografía: Emilio Valenzuela
Ayudantes de dirección: Mónica Acevedo, María García de Oteyza
Técnico de iluminación: Iago Rodríguez
Técnicos de audiovisual y sonido: Enrique Chueca Peña, Juan Diego Vela
Transporte: Taicher
Construcción de escenografía: Mambo Decorados
Dirección de producción: Ana Jelín
Producción ejecutiva: Olvido Orovio, Maxime Seugé
Distribución: Producciones Teatrales Contemporáneas
Agradecimientos: Santi Marín, Raúl Manero Díez, Cinthia Guerra, Ministerio de Cultura (Argentina)

Una producción de Producciones Teatrales Contemporáneas, Timbre 4, Morris Gilbert-Mejor Teatro, Pentación, Mariano Pagani, Teatro Picadero y Hause & Richman

 

TEATRO BELLAS ARTES. LUNES Y MARTES, DESDE 16 DICIEMBRE 2024

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