‘Alves y compañía’, lo que interesa de verdad a nuestra propia naturaleza
FRANCISCO JOSÉ GARCÍA CARBONELL.
Alves y compañía no es tan famosas como las otras dos novelas importantes del autor José María de Eça de Queirós, me estoy refiriendo al Primo Basilio y El pecado del padre Amaro, pero si que tienen en común un realismo con el que retrata de un modo ironico la sociedad burguesa de su época, recordemos que una de las pretensiones del escritor estaba en intentar cambiar esa burda sociedad a través de la fuerza de su pluma.
Los líos amorosos que recorren toda la trama, y en la cual se vuelve a poner sobre el tapete la complejidad de las relaciones humanas, tiene claros tintes de Flaubert, por otro lado escritor admirado por este. Las relaciones amorosas son algo que ha obsesionado de siempre a muchos escritores desde que aquel autor francés pusiera sobre el tapete la inestabilidad que ronda a las mismas. Desde toda esa producción literaria que fue surgiendo sobre estas hasta el modo inteligente con el que Woody Allen también las toca en la actualidad, nos han hecho comprobar que ese amor preconizado desde los altos altares no es más que humo y que el amor es algo que produce caos.
Así, de este modo, las infidelidad de la mujer de Alves con el socio y mejor amigo de este, sirve de excusa tanto para romper con la monotonía de un matrimonio que a vista de todos parecía ejemplar, como de igual forma desencadenar unos turbios momentos que van desde el rechazo hasta la resignación. Todo cabe en este desaguisado novelesco. El personaje principal, herido en su orgullo, repudia a su esposa y la manda de vuelta a sus padres y, para rematar el desquite, reta al que creía su amigo a un duelo. Pera esta obra no sigue la línea de una tragedia rusa, así que poco a poco, bien con la ayuda de los amigos bien por ese paso del tiempo que actúa de cura o bien, quizás, a que esto pueda llevar a unas consecuencias más fatales, como la más que posible muerte del duelista agraviado, que al final todo queda perdonado y vueltas las cosas a su rendil.
Es con la hilaridad que se producen en los hechos de esta obra , publicada de manera postuma por el hijo del escritor, que vemos expuesto esa interferencia de la comicidad en los hechos trágicos de la vida, lo cual nos puede llegar a decir que si bien todos nuestros esfuerzos para sostener nuestras relaciones terminan, tarde o temprano, cayendo en un desolador absurdo, tampoco podemos dejar la hipocresía de lado si queremos que las mismas en su conjunto de algún modo pervivan entre nosotros en sus diferentes formas. Al final descubrimos que todo está determinado por los intereses que marca la propia naturaleza, incluso el amor.