‘Un bien relativo’, de Teresa Cardona

JOSÉ LUIS MUÑOZ.

El tema de los niños robados en instituciones religiosas ha sido el eje de novelas de ficción como El retorno de José Vaccaro, una novela de venganzas muy bien hiladas, o libros de investigación concienzudos como los que ha escrito la tarraconense Neus Roig, que preside el Observatorio sobre Desapariciones Forzadas de Menores,  sobre ese lucrativo y oscuro negocio. De eso va la novela de Teresa Cardona (Madrid,1973) que publicó en Francia junto a Eric Damien las novelas negras Un travail à finir y Terres brûlees bajo el seudónimo de Eric Todenne y en España Los dos lados. Utilizaban todo tipo de subterfugios, desde amenazar a las madres con quitarles a sus otros hijos como convencerlas para la adopción ilegal. A algunas les decían que el niño estaba muerto.

En San Lorenzo del Escorial aparece el cadáver de una monja, que no pertenece a ninguna de las congregaciones de la zona, en el camino de La Horizontal. Sor Lucía, la víctima, era una mujer enérgica que dedicó su vida a la creación y desarrollo de una moderna planta hospitalaria. La teniente Karen Blecker y el brigada Cano ahondan en el pasado de la monja que los conducirá desde las zonas más acomodadas hasta los barrios periféricos del Madrid de los años ochenta.

Hay un primer problema de verosimilitud en el personaje central, esa guardia civil de origen holandés llamada Karen Blecker que capitanea la investigación policial: Una sorpresa más. La visión generalizada de Holanda basculaba entre la porcelana de Delft, los escaparates de las prostitutas de Amsterdam, la posibilidad de comprar marihuana en los coffee shops, la reina Máxima, el uniforme naranja de las elecciones deportivas, el frío y la mala comida. Bueno en esos dos últimos puntos no les faltaba razón.

Hace un retrato Teresa Cardona de cierto punto de vista, heredado del franquismo paternalista, que aún coleaba en los años ochenta y que era la coartada moral con la que se envolvía el secuestro de niños: Y una familia unida es fundamental. ¿O acaso quieres que tus niños crezcan sin padre? Lo de ayer debió ser un desliz, una copa de más, a lo mejor una situación incorrecta… aunque, ojo, no digo que fuera culpa de nadie… Que suena a consultorio de doña Elena Francis.

Un bien relativo es una novela que está llena de dilemas morales que tratan de justificar los delitos de secuestro con la premisa torticera de que esos niños arrancados de las cunas de sus madres estarán mucho mejor en brazos de los pudientes padres adoptivos, una forma de negar el derecho a la paternidad a las clases menos favorecidas: Sí, un niño es la garantía física de que seguiremos viviendo, de que nuestras enseñanzas, nuestra fe y nuestros principios permanecen aunque nosotros desaparezcamos. Porque aparte de lucrarse con el negocio, esas redes de secuestradores de bebés implantadas en todo el territorio español creían obrar bien.

La novela está bien escrita y la trama es muy interesante, pero eso no es suficiente porque Un bien relativo adolece de falta ritmo, los personajes no acaban de estar bien perfilados, las situaciones se alargan innecesariamente y apenas hay momentos de acción. Descargó el puño directamente sobre su cabeza e Inmaculada se derrumbó sobre el suelo. De una patada la hizo rodar sobre la espalda y la cabeza resonó contra las baldosas.

Se tiene la sensación de que es una novela hinchada de páginas, de que muchas de ellas son prescindibles porque no aportan absolutamente nada a la trama. Un bien relativo parece más una novela costumbrista que policial. Uno de los preceptos de oro del género es no aburrir y Un bien relativo lo incumple.

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