Teatro en el cine: “La desconocida”, versión de Grooming, de Paco Bezerra
Horacio Otheguy Riveira.
En 2012, el almeriense Paco Bezerra, fascinó a José Luis Gómez con su amplio conocimiento de las parafilias (fantasías o actos sexuales que salen de lo convencional), unas 150 detectadas y estudiadas por Psiquiatras y Psicólogos. Entre estas, el llamado Grooming online, “Ciber acoso sexual a menores”.
Con esta información, el joven dramaturgo —que ya había ganado el Premio Nacional de Literatura Dramática (Dentro de la tierra), pero aun no había estrenado— articuló una pieza para solo dos personajes que el director recreó en un espacio escénico por él mismo ideado, un puro estado de césped que “imagina” el realismo de un parque, pero transita por la imaginería sorprendente de un hombre maduro y una chica de 16 años. En el parque, en el deseo soterrado de violentarla, y llegar a lograrlo generando un gran temor en la víctima, y una tensión fuera de lo común en el espectador.
Aquella representación abordó el tema por primera vez en el teatro español. Se estrenó con el debut teatral de Antonio de la Torre y la más experimentada Naussica Bonín en el papel de la niña que, a poco de empezar, provoca un giro fundamental en la trama. Fue una experiencia de atmósfera singular en una intriga psicológica que basaba su total verosimilitud en el desenlace, bien provisto en un monólogo de ella, una desconocida que cambia de nombre y perfil con gran seguridad.
El autor participa en el guion de la película junto al director, Pablo Maqueda, y Haizea G. Viana. Desde luego los límites espaciales del teatro están muy bien desarrollados, como el clímax angustioso del argumento, con un aire de reserva y sugerencia muy bien planteado, abordando situaciones sexuales con notable distanciamiento, apoyándose siempre en una riqueza visual de ojos, rostros, manos… sugiriendo más que exhibiendo.
Lo más interesante de la película radica, precisamente, en el clímax de intriga creciente, si bien adolece de un exceso de interés por cierto oscurantismo. En el coloquio del preestreno, Bezerra aseguró —de común acuerdo con el director— que se empeñaron en crear una película “inteligente”, dejando al espectador la posibilidad de reflexionar sobre estos temas al margen de lo establecido, en cuanto oscuros placeres que llevamos en nosotros e Internet permite aflorar.
No comparto el criterio establecido porque se nota mucho en el desenlace de la película un afán de oscurecer las aguas para que parezcan más profundas, en lugar de abordar con mayor claridad (que no quiere decir que haya que cambiar el tono general de la película, por otra parte excelente) y echar luz donde quedan sensaciones encontradas. La reflexión no la promueve en absoluto el estilo del filme, pues resulta en todo momento de permanente exposición, con pocas palabras y mucha tensión. Y la que genera en el inquietante pero mal cerrado final empobrece todo lo visto hasta ese momento. Se ruega no contarlo, y desde luego no lo hago, pero el acordado es un desenlace muy pobre, que no está a la altura de la película.
Los protagonistas realizan un trabajo formidable. Manolo Solo (muchas veces aplaudido en el teatro con piezas como El caso Bárcenas o Cocina) y Laia Manzanares aportan gran disposición en personajes muy complejos representados con pocos elementos, así como Eva Llorach se ocupa con solvencia del apartado costumbrista de la historia.
Obra completa de Bezerra, Velocidad mínima, comentada en CULTURAMAS.