«La dama boba»: buen reencuentro con Nice y Finea, ingeniosas rebeldes de Lope de Vega
Horacio Otheguy Riveira.
Es en ellas donde mejor reposan las variadas miradas de Lope de Vega en torno a la familia patriarcal, las bodas de las hermanas pendientes de sus dotes, y el bobalicón devenir de los pretendientes, aportando una panorámica donde se unen, naturalmente, el rigor del comediógrafo y el empeño de femeninas metáforas que vienen del Siglo de Oro y aterrizan brillantemente en este tiempo nuestro.
Muchos años han pasado ya (estrenada en 1613), de manera que cada director aporta su propia adaptación con lujo de detalles contemporáneos. En este caso, una atemporalidad cercana al siglo XIX y bastantes alteraciones en el texto, afinando el humor original con aciertos y desconciertos; en todo caso, procurando afinar el feminista intento del autor —célebre enamoradizo, adorador del sexo opuesto—, una y otra vez creador de personajes que, como estas chicas tan distintas y fascinantes, se la juegan con ingenio y valentía para lograr sus objetivos, al margen de lo que el padre exige y necesita, social y económicamente, hasta convencerle de que cualquiera de sus decisiones sentimentales cuentan con una imperiosa necesidad que ha de acabar convenciendo al más villano… en una pieza donde no hay malos y buenos, sino, y con mucha precisión, una estricta imposición social de la que es difícil escapar. Precisamente, el mayor hallazgo de la comedia reside en exhibir el proceso en que las jóvenes logran sus objetivos.
Las protagonistas representan la dificultad de la mujer para ser reconocida en su condición de ser humano con capacidad de decisión. Sin embargo, ambas son capaces de remontar el perfil al que son condenadas y urdir estrategias para conquistar una fuga airosa. Lo importante es que ambas eligen el camino de su felicidad desde su libertad y conciencia. Aunque Finea adora a un cínico al que lo único que le importa es su inmensa dote, y Nise, una vez perdida toda esperanza de recuperar a su amado, se empareje con el primer pretendiente que se ofrece, en esta versión del director Rodrigo Arribas este planteamiento muchas veces analizado por especialistas cambia de color, en beneficio de las delicias sensuales que ellas adivinan, aportando una renovación muy atractiva del argumento.
La obra trasluce la modernidad de Lope en varios aspectos. En primer lugar, el autor no considera el amor como una experiencia únicamente espiritual, sino que también comprende la atracción carnal, y considera los celos como algo indisoluble de la pasión amorosa, situación muy bien reflejada en un monólogo de Finea, y otras situaciones muy bien aprovechadas en una puesta en escena. Si bien hay ráfagas de comicidad que parecen distorsionar el cometido principal, lo cierto es que el elenco consolida una interpretación con libertades musicales y de texto, así como pendientes de una fluida coreografía.
En definitiva, una Dama boba en la que se potencia el humor y el amor en un entrelazado jubiloso desde principio a fin. Ayuda la confortable nueva disposición de la sala.