“Manifiesto de Incertidumbre”, de Patricia Crespo Alcalá
Por Salomé Chulvi. LA MEDIDA DEL CAOS.
“Desconozco la medida exacta / en que el orden deviene en caos” y “Desconozco cuánto silencio / es necesario para no ser”. Sirvan estas dos sentencias para marcar el tono de estas líneas acerca del contundente Manifiesto de Incertidumbre (Editorial Olé Libros) que nos presenta la autora Patricia Crespo Alcalá. Desde este, su tercer poemario, la poeta nos arroja incógnitas ancestrales que han perseguido el alma humana desde los tiempos más antiguos: “Las preguntas esenciales / se responden con una vida entera /, con cada acto, con cada silencio”.
Encabezada por una sugerente portada con collage de María Vega, hallamos una obra honesta, desprovista de artificio, cuya desnudez nos remite a la búsqueda de una verdad inasible a la que paradójicamente es necesario renunciar: “Habita lo imposible en la certeza, / nada contiene lo inesperado, / del momento fugaz / que decreta los destinos”.
Nos advierte otra grandísima poeta en el prólogo, Mar Busquets Mataix, que el poemario se propone como grito, como canto y erupción de rabia. Una ira que se autoafirma en la conciencia individual: “Me basta ser el número singular. / El punto inmóvil dividiendo el infinito / en dos eternidades”. Como Virgilio advirtiera en las Bucólicas, “Numero Deus impare gaudet”; la divinidad se complace con el número impar y el destino responde a la voz que se eleva su deseo: “A veces la vida viene a buscarte/ y te escribe sueños en la boca”.
Pero es una esperanza fugaz, un instante en el tiempo que se esfuma con la futilidad que mostrase un cuadro Vanitas de naturaleza muerta, un bodegón con cráneos, relojes de anticuario, camafeos y libros polvorientos junto a viejas fotografías. Sucede que como afirma la autora: “Vivimos en el día impar, / jugamos con pompas de jabón, / sueños de cristal, que cuando estallan / nos devuelven a la realidad: / el tiempo no nos hará inmortales.”
El tiempo circular y el vertical se entrelazan verso a verso subiendo como serpientes de un caduceo, cuyo giro causa la entropía del eterno retorno. Por eso Crespo Alcalá confiesa: “Escuché los naufragios / –tu palabra era isla, / honda herida en la tierra”. La mayor parte son poemas breves desprovistos de título, en aras de una continuidad temática que abarca un proceso de cambio. En la estructura hallamos, no obstante un orden preciso que nos conduce en cuatro pasos evolutivos: “Entropía”, “Ciclo de Consolaciones”, “Psicofonías” y “Metamorfosis”.
Abundan en la reflexión metafísica los vocablos abstractos, sin embargo, la voz poética se muestra exacta en la incertidumbre: “Mientras el inerte silencio repta sobre el presente”, “La noche es una fosa de sueños descarnados”. Es esa concisión de la palabra la clave que nos rescata del olvido. Nos salvan la precisión y el refugio en el otro. “Me sanabas con tu existencia de la inquieta sombra del silencio”; “Porque hoy decreto que tu cuerpo sea mío o no lo sea”; “Y cada día escucho el vuelo hiriente/ de una sombra atrapada en mi ventana”.
Más allá de toda certeza, con la vulnerabilidad de quien se reconoce desnuda ante lo inmenso, Crespo Alcalá comparte su manifiesto como una escarcha de la duda: “¿Por qué dueles, dolor?”, “Cuando me reflejo en el tiempo-espejo”, “Esos rostros-ruido regresan como perro abandonado” Nos asegura el Manifiesto de Incertidumbre que “Pertenecemos al presente, a la cadencia de los días”. Pues los tiempos verbales se diluyen en nosotros: “Del lecho del río / la noche bebió bocanadas / silencios y piedras / que los pies arrastraban / como si ya no hubiera / futuro”; y nos dejan la Ira de los días, la voluntad de afirmarse en la vida, como un halo de luz. De este modo termina el poemario, y así, también, esta reseña:
Punto y seguido
…y reconocerse en la metamorfosis.
Concluir y seguir siendo.
Manifiesto de Incertidumbre
Patricia Crespo Alcalá
Olé Libros
2022