La distopía más heladora
La editorial Aleta sigue siendo una de las referencias más interesantes del panorama actual. Las obras y series que nos ofrece son, todas ellas, un verdadero deleite para los aficionados al noveno arte. Esta editorial apuesta por obras rupturistas y también por recuperar trabajos relevantes. Hoy queremos hablar de una de las obras más interesantes del guionista Chuck Dixon. Este creador, como sabemos, ha puesto su creatividad en manos de diversas editoriales. No obstante, ha creado más historias en DC. Sin embargo, también ha colaborado con otras empresas tales como Eclipse Comics, donde firmó obras tales como Airboy, Skywolf, Tales of terror o Winterworld.
En esta ocasión nos centraremos en este último. Winterworld es una distópica con un marcado aire ochentero. De hecho, en esta época la distopía catastrófica tuvo una importancia muy relevante en la cultura. En esta época es cuando vieron la luz películas tales como Akira, Brazil, 1984 y, por supuesto, Mad Max. Precisamente, la obra de Dixon (Winterworld) y la saga de George Miller (Mad Max) tienen profundas convergencias en su planteamiento, por lo que parece que en ambos trabajos subyacen semejantes intenciones narrativas. Veamos estos aspectos.
Antes de comenzar a desgranar los aspectos de esta distopía comiquera, necesitamos comentar algunos aspectos previos. Las distopías se asientan en la idea de que el futuro podría traer consecuencias negativas para la humanidad. Ahora bien, este futuro, históricamente, se asentó en el mito del progreso y en el desarrollismo industrial. Este avance tecnológico puede ocasionar, además, tragedias y colapsos medioambientales. Este aspecto será el que estructure la obra de Chuck Dixon y también la de Miller. Estas obras se alejan de aquellas que centran su interés en el poder y plantean una especie de vuelta atrás a un mundo donde los recursos escasean (malthusianismo) y el darwinismo social impera.
Los recursos limitados obligan a tomar decisiones que, en muchas ocasiones, son difíciles e, incluso, poco o nada amables con los otros. Dixon muestra, por lo tanto, especial atención a las relaciones humanas como una posible tabla de salvación ante esta realidad salvaje y despiadada. La humanización se estructura en una especie de relación especial entre los protagonistas. Relación que se aleja de lo amoroso y termina siendo, como digo, particular por la manera en que se configura. Si pasamos por encima de ella, nos puede parecer convencional, pero, a mi juicio, está repleta de matices.
La narración visual depende de Jorge Zaffino, en el primer volumen, mientras que de Butch Guice y Diego Rodriguez, en el segundo. Esto hace que las obras sean diferentes y nos muestran la realidad heladora y cruda con diferentes matices. La prime obra tiene un carácter más racionalista, mínimo y esencial. En este sentido se potencia la crudeza y la dificultad de la situación vivida por los personajes. La segunda obra es un tanto más amable y menor cruda.
Os recomiendo que no os perdáis los dos volúmenes y que, además, no los leáis de un modo superficial. La relectura lenta nos aporta matices y nos va a permitir detectar pequeños aspectos y detalles. Además, combina muy bien cierto talante comercial con la profundidad sutil mostrada gracias al contexto planteado. En este sentido, es una de las mejores obras de Chuck Dixon que he tenido la oportunidad de disfrutar. A su vez, se aleja de Mad Max al plantearnos un trabajo más profundo.
Por Juan R. Coca