El hado padrino
Por Àngels S. Amorós
Anaïs Baranda Barrios (texto) y María Brenn (ilustraciones). El hado padrino. Barcelona: Edebé (Tucán rojo), septiembre de 2022. 104 pp. A partir de los 12 años de edad.
Calisto se puso junto a Lucila de un salto con una gran sonrisa en la cara. Le explicó que habían recibido su solicitud y le habían asignado su caso como primera misión de Hado Padrino. Las hadas eran, en general, un poco crueles con él y no confiaban mucho en sus capacidades.
En casa de Lucila se respira buen ambiente porque todos se llevan muy bien. Tanto su padre como sus dos hermanos mayores, Robe y Fito, se dedican a hacer tatuajes en el pequeño estudio familiar y el recuerdo de la madre fallecida hace un tiempo lo sobrellevan entre todos como pueden.
Sin embargo, a pesar de su edad, Lucila es consciente de que su familia pasa por apuros económicos y por eso decide ayudar presentándose a un concurso de jóvenes talentos que organiza el conservatorio. Este proyecto no le resultará nada fácil porque, para empezar, necesita una guitarra nueva porque Janis (sí, como Janis Joplin, la cantante de rock y blues de los años 60), la vieja guitarra de su madre se ha roto. Y, lo peor de todo, el aspecto de Lucila tiene poco que ver con lo que tal se espera de un concurso de ese nivel. Lucila lleva la cabeza rapada, las dos orejas llenas de aros, los ojos con mucha pintura negra y además viste ropa muy ancha. Sus hermanos le insinúan que necesita un vestido e incluso un hada madrina para que la ayude y la chica piensa que en parte se están burlando de ella porque es muy diferente con el resto de chicas de su edad.
Lucila prueba a buscar un hada madrina por internet totalmente en broma y, para su sorpresa, resulta que encuentra una página donde tras rellenar una solicitud aparece ante sus ojos… Un hado padrino. Eso sí, muy elegante vestido con tonos rosas, requetebién peinado y oliendo a chicle. Pero todavía falta saber lo peor y es que Calisto, así se llama su hado, es un novato que necesita mucha práctica para acertar con los conjuros y también es el único chico que quiere ser Hado, por eso las Hadas Madrinas le exigen mucho y él tiene un miedo terrible a meter la pata. Si su misión con Lucila llega a buen puerto Calisto conseguirá su sueño de hacerse con el título de Hado Padrino porque le encanta hacer feliz a la gente.
A destacar los personajes principales, Lucila y Calisto, que no encajan en sus respectivos mundos pero que luchan para hacerse un hueco sin sacrificar su esencia que, para muchos, está relacionada con su imagen externa y eso no les deja ver que hay mucho más detrás como la aptitud para el canto y la música, además de la madurez de Lucila por querer solucionar los problemas económicos de su familia y el buen humor y también la constancia de Calisto por seguir su sueño. La ilustradora, María Brenn, capta la esencia de los personajes y también de su entorno y por eso es importante fijarse en los detalles.
El Hado Padrino es una novela corta con capítulos muy breves, pocos personajes pero con personalidades muy bien definidas. El homenaje a la música ocupa un lugar fundamental porque cada capítulo lleva el título de una canción de rock bastante mítica como Salvation, de The Cranberries o Apuesta por el rock’n’roll de Héroes del Silencio. Al final se incluye un código QR que al escanearlo podemos escuchar mientras leemos la playlist de las canciones que dan nombre al capítulo. Una invitación muy interesante y divertida para disfrutar de la lectura y experimentar empatía con dos personajes tan tiernos que merecen toda nuestra comprensión.