“Tenemos un problema… amoroso”: de Madrid al cielo marciano con Ron Lalá
Por Mariano Velasco
Con la que está cayendo por estos lares (léase “lares” como “el planeta Tierra entero”), normal que haya quien quiera salir pitando en misiones estelares allende los cielos en busca de otros mundos, aunque sean más feos que este (que mira que es bonico el nuestro), para iniciar allí una nueva civilización más civilizada que la que todos conocemos. Pero también pudiera suceder, por qué no, que en llegando uno a semejante destino, pongamos el planeta Marte, se sorprendiera de que allí hubiere también formas de vida, marcianas con aires de chulona por ejemplo, que además de clavarte la mirada (o mejor, ametrallarte con sus ocho ojitos), sueñen precisamente con lo contrario: con trasladar su sufrida existencia a esa “estrella azul” que brilla en el cielo marciano, que no es otra que la susodicha Tierra, sin imaginar lo que allí les espera.
Semejante gilipollez es, a grandes rasgos, el punto de partida del “sainete cómico-lírico de chulapos mutantes” titulado “Villa y Marte”, la ingeniosa, disparatada, arriesgada, completísima y muy divertida locura que la compañía Ron Lalá pasea estos días con garbo y salero por los Teatros del Canal de Madrid, y que después continuará gira por distintos lugares de este planeta. De momento solo de este.
Se trata este Villa y Marte, además de todo lo dicho, que ya es bastante, de un muy original homenaje al género chico, al sainete, a la zarzuela, a la música popular más castiza, a composiciones como el chotis, el pasodoble, al legado de grandes compositores como Chueca y Arniches, a las letras de Agustín Lara, y repartido todo ello entre versos y romanzas. Pero todo ello, espérense, contado nada menos que en clave de ciencia ficción, con todos los ingredientes del género: androides, naves espaciales, marcianos mutantes, viajes interestelares y, entre medias… claveles y más claveles, que aquí bien que podrían funcionar, casi casi, como las figuritas de origami de Blade Runner.
El texto de Villa y Marte recurre con mayor o menor acierto, gracia y originalidad a renombrar lugares típicos del Madrid castizo en clave marciana, hasta construir prácticamente una réplica de la capital en el planeta rojo: la villa de Mardiz. A partir de ahí, el barrio de Lavapiés será Lamartés, la marciana lavandera, de nombre Marta Martínez Martínez, blanqueará sus prendas en aguas del río Martanares, la principal arteria de la capital será la Gran Vía… Láctea, celebraremos la verbena por la festividad de San Martidro Mutador y le cantaremos al monumento mas emblemático del Madrid de Carlos III, con permiso de Víctor Manuel y Ana Belén, convencidos de que ahí está, ahí está, en el “espacio tiempo”… el Cráter de Alcalá.
La aventura arranca, cómo no, con que “tenemos un problema” en la misión espacial de Nave España, también conocida como El Pirulí, destinada a colonizar el planeta Marte. Todo un clásico, lo del problema, en cualquier misión interestelar que se precie de cincuenta y pico años a esta parte. A partir de ahí, se abre y se cierra todo un abanico de situaciones desternillantes protagonizadas por personajes de lo más absurdo: el enamoradizo capitán de la nave averiada y su contrapunto el androide TRASTO (el significado de las siglas tiene su guasa, pero me confieso incapaz de recordarlo), la marciana Marta de ocho ojos, Martín, el pretendiente de seis brazos que no gana para organillos, el alguacil de dos cabezas Rogelio Rojo, guardián de la moral por prescripción municipal, que saca la porra y se acabó, y algún que otro desdoblamiento mutante que se produce a lo largo del espectáculo, desatados como estamos ya en plena locura marciana.
Entre tanto chascarrillo, chanza, jolgorio y chirigota, espacio queda aún para la siempre bien traída crítica social: la manía que tenemos los humanos de destruirnos los unos a los otros, de acabar incluso con nuestro planeta si se tercia, o de considerar como enemigo a todo aquel que venga de fuera, aunque lo haga “en son de paz”. Todo lo cual, y menos mal, para certificar que sí, que es verdad que teníamos un problema, porque lo que se impone aquí es finalmente, ¡oh!, el amor. Se veía venir.
Ron Lalá, sin duda una de las compañías teatrales más laureadas de los últimos años, si por algo se caracteriza es por poseer una identidad propia basada fundamentalmente en la completa formación actoral de todos y cada uno de sus integrantes, que cantan, bailan, declaman, actúan y recitan si es necesario, así como por crear textos brillantes e ingeniosos, todo lo cual nos lleva a definirla con un apropiado adjetivo creado para la ocasión: ronralera.
Acude pues, postinero espectador, con alegría, gentileza y donaire a ver este Villa y marte, dispuesto hasta a marcarte un chotis si se tercia, pero, sobre todo, a vivir un ambiente verbenero y carnavalesco, a armar la tremolina y a disfrutar de lo que los chicos de Ron Lalá te propongan cuando llegues a Mardiz… chulona mía.
Villa y Marte
Ron Lalá
Reparto: Daniel Rovalher, Juan Cañas, Miguel Magdalena, Fran García, Diego Morales
Texto: Álvaro Tato
Composición y arreglos: Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena, Daniel Rovalher
Dirección musical: Miguel Magdalena
Dirección: Yayo Cáceres
GIRA 2022
Del 14 abril al 1 mayo, Teatros del Canal (Sala Roja), Madrid
6 y 7 mayo, Teatro Salón Cervantes, Alcalá de Henares
14 mayo, Teatro del Bosque, Móstoles
20 mayo, Teatro Bulevar, Torrelodones
21 mayo, Teatro Municipal, Coslada
27 mayo, Auditorio Pilar Bardem, Rivas Vaciamadrid
28 mayo, Teatro Federico García Lorca, San Fernando de Henares
27 junio, Teatro Principal de Vitoria
2 julio, Teatro Jovellanos, Gijón