‘Un día de guerra en Ayacucho’, de Fermín Goñi
Un día de guerra en Ayacucho
Fermín Goñi
¿Puede entonarse un hecho bélico como un acto heroico? La pregunta surge al intentar definir la épica. Respecto a la Odisea no nos cabe duda, se trata de épica. Como no nos cabe duda si leemos un relato de conquista de una gran cumbre o una travesía en la Antártida. Incluso en las novelas de crecimiento, del paso a la madurez, tratamos con el género épico. Pero al entonar un canto que se refiere a la guerra, ¿cuánto hay de mejora humana en la batalla? ¿Cuánto de resiliencia, o de definición del alma? El dibujo sobre la civilización atañe a las fronteras, por ejemplo, o a la visión del otro como enemigo, no como persona, lo cual no sabemos si terminará de ser una aportación a la épica, que es un género que nos traza rutas para ayudarnos a crecer en lo que nos hace buenos, en el buen sentido de la palabra bueno: cooperación, amor, generosidad, humildad, sabiduría.
Leemos Un día en la guerra de Ayacucho, de Fermín Goñi (Pamplona, 1953), preguntándonos si existe una intención de relato épico. Sabemos que es una obra coral, en la que los personajes trazan, a ráfagas, dibujos de humanidad, aunque parece interesarse más por un mapa cronológico de lo que fue aquella gran batalla. En Ayacucho se libró el enfrentamiento definitivo con la independencia de América del Sur en juego, el que dará pie al nacimiento de Perú. Se despliegan todos los recursos de estrategia bélicos, que el autor va refiriendo con pulcritud, de manera que resulta sencillo seguir los acontecimientos. En cierta medida, es como si asistiéramos a la batalla desde una distancia prudente, pues por dentro, ya lo demostró Stendhal en La cartuja de Parma, son un caos. Nos acercaremos a los personajes, a la dimensión cercana, cuando aparezcan mujeres, niños, o personajes marginales. Respecto a los que visten uniforme, si asistimos a algún conflicto cuando cobran presencia, ese conflicto tiene que ver con la batalla.
Es irreprochable en trabajo de documentación, que nos hace dudar sobre qué punto es ficción y cuál se adhiere a la historia. Como lo es el estilo de Goñi, que elige una prosa cuidada, discreta pero con un sonido lo bastante cano como para transmitir el ambiente de época. La novela resultará de lo más atractiva a los aficionados al género. Y a quienes tenemos demasiados huecos por rellenar en los conocimientos de historia, nos ayudará a completarlos. Pero que nadie espere encontrar en el general Sucre, por ejemplo, a un miembro de la tripulación de Ulises. Es un tipo de lucha diferente, lo bastante diferente como para que dudemos si este género es épico, al menos en el sentido en que eran épicos las grandes cantares de gesta: las virtudes del héroe serán leyenda porque son el faro que nos guía en la oscuridad.