Así que pasen cinco años: onírico teatro atemporal
Por Laura Benedicto Escajedo
Así que pasen cinco años es una de las últimas obras teatrales escritas por Federico García Lorca. Terminada en agosto de 1931, habría que esperar a 1978 para que se estrenara oficialmente en Madrid: la Guerra Civil, el escándalo por el asesinato del Poeta, la dictadura franquista y la dificultad formal de la obra la llevaron a los márgenes de la producción del granadino, ganándose así el título de irrepresentable. Pese a su maldición y el aura de imposición que se le ha colocado, vuelve hoy a nuestras calles, con toda su violencia y contemporaneidad, esta vez de la mano de Óscar Velado, en la sala de Nave73 de Madrid.
La obra es una incógnita que se abre ya desde el mismo título por dejar la oración inacabada: Así que pasen cinco años, ¿qué? Nos apresuramos, por incomodidad de la pregunta, a responder amarrándonos al ligero hilo narrativo de la obra, pero a medida que avanzamos en el desarrollo de las escenas, a medida que somos arrastrados de atrás adelante, vemos como el qué inicial pierde sentido, se vacía, y quedamos atrapados en una telaraña de gotas de rocío del tiempo que parecen susurrarnos desde los márgenes: ¿cuándo? ¿para qué?… García Lorca tensa en esta obra las cuerdas del teatro en todos los sentidos: se trata de una obra teatral, el arte del espacio y el tiempo, que paradójicamente cuestiona y problematiza el espacio y el tiempo. La dificultad formal del texto es innegable y por ello la valentía del equipo de Velado es de elogiar: los actores que encarnan los metamórficos personajes de la obra dan vida y cuerpo de una manera brillante a las líneas prácticamente intactas del texto original, siendo conducto y encarnación que, como la obra promete, rompe todas las barreras temporales y devuelve a la vida la letra.
Marina Gutiérrez, Nicolás Gutiérrez, Rossy Latorre, Alejandro Menéndez, Aida Quintana, Mario Rebollo, Cloe Seró, Raúl de la Torre, Julio Vargas y Mario Velasco forman un joven repertorio que, con unas actuaciones intachables, demuestran que el teatro de calidad no solo se encuentra en las grandes productoras e instituciones. Al representar cada uno de ellos más de un papel, se propicia la sensación de desdoblamiento y pliegue que la obra en sí contiene. La puesta en escena, sencilla y sin adornos estrambóticos, y la paleta de color usados nos recuerdan a la tierra, como un lugar al que ir a hallarse, como un destino causa y consecuencia de existencia.
El amor, la traición, el viaje – tanto temporal como espacial – y la inestabilidad de las identidades son temas principales en la obra, pero lejos de presentársenos como un artefacto sesudo y frío, el duende, aquella pasión recóndita que se halla, en palabras de Lorca, en las últimas habitaciones de la sangre del artista, entra también en acción y la obra se nos presenta así con una delicadeza y una dulzura que conmueven pese a lo críptico de los mensajes y las escenas. La representación de Nave 73 comprende esto perfectamente: no se necesitan giros rocambolescos para emocionar a la par que aturdir. Si bien se respeta la complejidad, la obra de Lorca y la representación del equipo, encuentran el punto intermedio perfecto para romper y continuar, creando un diálogo con el público, que es interpelado por miradas de los actores, quienes, además, se hallan ya en escena y sin telón al empezar la obra: nada comienza y nada acaba, porque el tiempo es arbitrario, porque dividir arte y realidad no tiene sentido, porque, de hecho, cualquier división carece de uno.
La representación de Así que pasen cinco años que Madrid ha tenido la suerte de hospedar durante el mes de noviembre es recuerdo, “una palabra verde, jugosa, que mana sin cesar hilitos de agua fría”; ha conseguido condensar vida y muerte, dolor y placer, corporalidad y espiritualidad en las tablas de una pequeña sala donde la vida, como el duende hierve. El Poeta juega en su texto con los límites del teatro y pide al público que juegue con él, porque no somos sino seres en-juego en una existencia que no podemos controlar. No nos toca a nosotras sino meternos en el juego que propone, sin clausurar, sin dogmatizar, igual que sucede con el título de la obra: así que pasen cinco años… ¡otros cinco años más!
Texto original
Federico García Lorca
Versión y dirección: Óscar Velado
Ayudante de dirección: Marta Goyoaga
Elenco:
Marina Gutiérrez · Nicolás Gutiérrez · Rossy Latorre
Alejandro Menéndez · Aida Quintana
Mario Rebollo · Cloe Seró · Raúl de la Torre
Julio Vargas · Mario Velasco
Diseño de iluminación: Olga García A.a.i.
Espacio sonoro: Mario Rebollo
Diseño gráfico: mice_meek
Fotografía: Oliver Roma y Juanma Costavetsky
Agradecimientos: Annie Chevreux, Paco Peñarrubia,
Estudio Corazza para el Actor, El Umbral de Primavera,
Espacio Berserk, Cecilia Martínez Gandolfo,
Rosa Morales y Julia Peti Collage.
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