Equinox
Por Gerardo Gonzalo.
Netflix despidió el año 2020 con el estreno de la miniserie danesa de seis episodios Equinox. En ella se nos cuenta la historia de la obsesión y búsqueda por parte de una mujer, de su hermana desaparecida misteriosamente junto a otros jóvenes 20 años atrás. Una historia que está basada en un podcast de la creadora de la serie, Tea Lindeburg.
Se trata de un estreno que ha causado bastante expectación y que se ha presentado en cierta forma como una sucesora de Dark (2017) con rasgos que evocan otras ficciones como la película Midsommar (2019) o la serie El tercer día (2020). Si, como es el caso, se añade un indudable punto de partida interesante e inquietante y además uno de sus directores está vinculado a series tan notables como Algo en que creer (2017) o La ruta del dinero (2015), explorarla resulta una opción bastante segura.
Pero a veces, la suma de una serie de parámetros no da el resultado esperado. Quizás sea así en el mundo de las matemáticas, pero no en el ámbito artístico, donde la mezcla de unos buenos referentes y la base de una idea interesante, no siempre producen el resultado apetecido. Esta serie es uno de esos casos. Equinox (equinoccio en castellano) es una historia que se mueve en dos ámbitos temporales (el momento de la desaparición hace 20 años y la búsqueda actual) y que intenta conformar un cocktail que tiene como ingredientes un turbio drama familiar, thriller psicológico, misterio sobrenatural en el ámbito rural del folk horror y algo de nordic noir. Elementos que aquí no terminan de compactarse adecuadamente.
Además, a pesar de su apariencia radical y rupturista, en la práctica está plagada de tantas convenciones y clichés en la forma en la que está rodada, que hace que sea casi imposible que pueda sorprendernos. Durante su desarrollo, tenemos la sensación constante de saber lo que va a pasar en la siguiente escena. Todo resulta gélido y artificialmente calculado, en este collage de trozos de otras series y películas, que acaba derivando en que de un inicial interés, acabes con una mezcla de vaga curiosidad e impaciencia por conocer su desenlace.
Tampoco está bien contada, hay aspectos mal explicados y subtramas sin cerrar. Por ejemplo, el rol de la pareja de la protagonista o el papel exacto de sus padres en la desaparición de la hermana. Apenas se profundiza en los personajes y todo resulta distante y despojado de emoción. Interés moderado, miedo casi inexistente, escaso suspense y poca empatía de una actriz protagonista, Danina Curcic, con una interpretación tan gélida como la serie e incapaz de transmitir sus sentimientos a un espectador que no acaba de entenderla del todo ni de empatizar con ella. De hecho, su personaje, resulta más convincente cuando es una niña y está interpretada por esa espléndida joven actriz que es Viola Martinsen que ya nos había dejado impactados en esa obra maestra televisiva que es Cuando el polvo se asienta (2020).
No obstante, por buscar aspectos positivos, la potencialidad de la historia hace que esta ficción al menos cumpla unos mínimos que permiten verla hasta el final sin grave daño cerebral, ni un hartazgo extremo, sobre todo una vez que asumes que la serie no va a ser lo que esperabas. El primer episodio es espléndido y toda la serie en su conjunto posee una factura correcta. Además, en determinados momentos nos ilusiona con alguna derivada que pensamos que puede relanzarla y aunque esto no se produce, sí que al menos nos permite avanzar a lo largo de los cinco capítulos restantes, que son una mezcla de desasosiego, frialdad y algo de hastío. Lamentablemente, lejos de resolverse con un buen broche final, la serie concluye de una manera muy decepcionante y vagamente explicada.
Todo lo que he dicho puede resumirse para mi, en que habiendo pasado pocas semanas desde que vi Equinox y escribí esta crítica, al repasarla estos días para su publicación, he descubierto que prácticamente ya la he olvidado. Con lo cual, con toda la oferta existente, quizás es mejor que ocupéis vuestro tiempo en otras ficciones televisivas.