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El pintor del sombrero de malvas

El pintor del sombrero de malvas de Marcos Calveiro. Zaragoza, Edelvives, 2010. 128 pp., 11.50€.

 

 Por Carmen Fernández Etreros.

Sensible, hermosa, de trama bien guiada y construida, El pintor del sombrero de malvas, es uno de los mejores libros de publicados este año de novela juvenil.  Galardonada con el Premio Lazarillo 2009, uno de los más prestigiosos de España, la novela de Marcos Calveiro recrea la vida del pintor Vincent Van Gogh  en Auvers-sur-Oise, un pueblo de la provenza francesa, desde la mirada de un adolescente francés que le acompaña a pintar por la zona llevando sus bártulos durante el verano de 1890.

Un chico, rebelde y complicado, es enviado su madre a pasar el verano de 1890 en casa de la vieja Jojo, su tía abuela. Una mujer amargada y firme defensora de los convencionalismos y las apariencias. Allí conocerá a un pintor recién llegado, colérico y extravagante, que le pide que le acompañe en sus excursiones por la zona. El chico conocerá ese verano la amistad, el primer amor con Adeline , la vida provinciana y también la tristeza de la muerte.

 
Una novela inspirada en la vida y obra de Vincent Van Gogh, para la que el autor se ha empapado de su biografía y ha intentado escribir una ficción sobre la vida real del pintor, pero también ha intentado que el lector “viva” su pintura a través de los cuadros que fue realizando en tierras de la Provenza. Por ejemplo el escritor inventa una escena en la que el pintor comienza a pintar los campos de trigo ante la atenta mirada del chico,  y siente la necesidad de reflejar en el cuadro los cuervos escapando hacia el horizonte. Con unos disparos al aire y unas pocas pinceladas en el cuadro provocarán el efecto deseado y el vuelo de los cuervos se convertirá en una premonición para el lector del final del artista.

El autor intenta reflejar el genio del artista a través del diálogo constante con el chico y tiene memorables pensamientos y conversaciones sobre la forma de pintar del artista, de aprovechar la luz…  Por ejemplo una escena en la que Van Gogh cierra los ojos y el chico le pregunta si está pintando: “¡Por supuesto! No necesito estar delante del caballete. Cierro los ojos, veo el lienzo en blanco y me pongo a pintar. En muchos momentos de mi vida no he tenido ni para pinturas así que pintaba en mi cabeza. Primero, escogía los colores, los mezclaba despacio, y luego pincelada a pincelada la composición iba surgiendo ante mí…” (pp. 25).

 El carácter voluble e irascible de Van Gogh, su relación apasionada con su hermano Theo, su afición desmedida a la absenta, sus dificultades económicas o su actividad pictórica frenética de sus últimos días son algunos de los hitos de la vida del pintor que aparecen en la novela.

Un libro de verdad exquisito, sensible de buena pluma y que atrapa al lector con  un ritmo ágil y cuidado.  Un libro que disfrutarán mucho los jóvenes lectores y aquellos que quieran conocer la vida y la obra de este genial pintor, por el que como dijo en sus últimas palabras “la tristeza durará siempre”.

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