“Siemprevivas”: mujeres en acción, incluso muertas.
Redacción ESCENA
Construida a través de varias cartas, Siemprevivas mantiene una correspondencia de la mujer al mundo, exigiéndole un porqué. ¿Por qué nos ha tocado a nosotras sostener la culpa? ¿Alguno sabe cuánto pesa esta mierda? ¿Por qué el miedo de vuelta a casa? ¿Por qué nosotras el sacrificio? ¿Por qué nosotras el saber estar? ¿Por qué no te suicidas justo antes de matarme? Con el terrorismo de género a cuestas y la arrogancia de las que van a terminar con él, cuatro actrices piden explicaciones como misiles en sobres a Dios, a Ibsen, a un impresentable y a cualquiera que no nos quiera libres. A cualquiera que no nos quiera iguales.
En primera persona
«Dime de dónde me arranco este dolor, dónde lo ubico, en los ojos de qué asesinada lo poso, adónde podemos ir a gritar»
Escribo Siemprevivas estando muerta.
Un día, de repente, escupimos como el empiece de un hilo de carácter infinito que nos estaba ahogando y lo enhebramos –como siempre enhebramos las mujeres– delicadamente, con cuidado, y tiramos de él, de nuestra boca al mundo, y pasa que por fin, reconocimos tener voz.
Un día pareció que todas nos fuéramos a deshacer por la boca, como un ovillo soltándose, como si el silencio huyera a un lugar en el que no estuviera prohibido el ruido, esta hostia en la mesa, yo.
Esta obra es un alivio. Una manera de manifestar que no queremos que ser rebelde para una mujer sea igual que ser valiente para un hombre. No deberíamos tener que alzarnos por algo que nos pertenece tanto como vosotros inclinaros para devolvérnoslo.
Ahora, el patriarcado es ese libro que dejas prestado y nunca vuelve: léeme.
Dividida en varias cartas, Siemprevivas lanza mensajes como misiles en sobres a cualquiera que no nos deje salir a la calle como si cada día fuera 8 de marzo, pudiera prenderme flores en el pelo o me quisieras viva.
El disparador es Nora, harta de ser muñeca. La muñeca somos todas. La jaula, el cómplice. El disparador es Nora, harta de ser muñeca y agarrando fuerte la mano de una mujer de Federico García Lorca muriéndose de risa al escuchar que la hija menor de Bernarda Alba ha muerto virgen. El disparador es Nora, harta de ser muñeca y agarrando fuerte la mano de una mujer de Federico García Lorca que se quita de luto para encarar a Dios. El disparador es Nora harta de ser muñeca, el coño de la Bernarda de su mano, Dios arrinconando de a poco al estado, para que no seas feliz. El Estado no quiere que seas feliz, el Estado no quiere que seas feliz, el Estado… El disparador es Nora harta de ser muñeca, un hombre encima de un caballo que huye por lo alto de la alameda y una mujer colgada para siempre, nosotras somos Eva la primera feminazi de la historia. La disparada es Nora. ¿Sabes qué te digo?
¡Y un ramo de siemprevivas en alto!
[Si este uso del lenguaje te molesta, no es mi guerra. No, es tu guerra.]
Este bombardeo de palabras, mi rechazo a la mano camuflada que me tiendes y me levantas, tiene más que ver con construirnos la trinchera que con que os atrincheréis. Cuando una guerra estalla con las muertas de un solo bando sobre la mesa, podemos llamarla injusticia o terrorismo, podemos llamarla desigualdad, podemos preguntar a las otras. No hay nada más bélico que la escucha, y hemos venido a hablar. Solo pretendemos que nuestra palabra no se confunda con la sangre aunque pueda alcanzar el mismo espesor. Siemprevivas únicamente pretende poder amar la vida de la misma manera que lo hacen los hombres: en libertad.
Hay en esta atmosfera nueva un tejido inquebrantable de todo aquel hilo que llevamos épocas enhebrando y que un día tuvimos la arcada necesaria para poder escupir, dejar de sostener, sacar la culpa, guiñar un ojo, soltar. Ahora todo está cubierto por otro cielo, tus manos ya no pueden taparlo, no quiero recordar ni recuerdo cómo era ser aquel ovillo que no puede respirar.
Todo esto que vais a ver, lo parió la injusticia, es su hijo. Pero esta vez no. Esta vez es Yerma, se ha follado a Víctor, le salió niña y se llamará Lucha. María Nieto, autora de Siemprevivas
Texto: María Nieto
Dirección: Andrés Dwyer
Intérpretes: Xana del Mar, María Nieto, Aída Puente y Carlota Somiedo
Vestuario y espacio escénico: 4000 Bengalas Amarillas
Iluminación y espacio sonoro: Andrés Dwyer
Diseño gráfico y fotografía: Juanjo Verga
Ayudante de dirección: Marlene Michaelis
Producción y distribución: 4000 Bengalas Amarillas
Una producción de 4000 Bengalas Amarillas