Renovado éxito de “Escenas de la vida conyugal”, con Ricardo Darín y Andrea Pietra
Por Ana Riera
Tras su gran éxito de la pasada temporada, en la que se colgó el cartel de “Entradas Agotadas” varios meses antes del estreno, vuelve a Madrid Escenas de la vida conyugal, inspirada en la obra de Ingmar Bergman (1981). Un matrimonio burgués bastante bien avenido formado por Juan, de cuarenta y tantos, y Mariana, de treinta y pico, ve cómo su vida más bien rutinaria se transforma por completo de forma inesperada.
La pieza presenta una alternancia de escenas, algunas de ellas cómicas, otras en cambio de gran dramatismo, hasta sumar un total de siete. Cada una de ellas está centrada en un momento de la relación entre Juan (Ricardo Darín) y Mariana (Andrea Pietra), abarcando varios años de su vida matrimonial y otros tantos tras su divorcio.
La obra habla de situaciones con las que todos nos identificamos de un modo u otro, por haberlas vivido o por conocerlas al menos de oídas. A medida que se suceden las escenas, vamos viendo la transformación de ese matrimonio que parecía casi perfecto, el cual se va desmoronando poco a poco hasta descomponerse del todo. Se trata de un análisis inteligente y sensible sobre la vida cotidiana de la pareja, con todas sus aristas y entresijos. Y de personajes de carne y hueso en los que resulta fácil reconocerse.
Contar con Ricardo Darín es en sí todo un privilegio. Da gusto ver trabajar a un actor con tantas tablas y tanto talento. Es capaz de hacer de marido comprensivo y sensible, de esposo adúltero egoísta e infantiloide o de borracho hundido en la miseria con la misma elegancia y la misma aparente facilidad. Además de cambiar de registro sin esfuerzo, es capaz de ganarse al público con una simple réplica o un gesto casi imperceptible. Cosas de maestro. Por su parte, Andrea Pietri, resulta también convincente y consigue estar a la altura, explotando con acierto su espontaneidad y su vis cómica.
La versión la firman Federico González del Pino y Fernando Masllorens, y la dirección corre a cargo de Norma Aleandro, que en el año 1992 protagonizó esta misma obra y que ahora la dirige de forma comedida y eficaz.
Juan Lepes ha apostado por una escenografía austera, apenas una cama y una cómoda, o un par de sillas y una mesita auxiliar, o una luna en un espacio vacío. La intención es que nos centremos en lo que realmente importa, la vida de esos dos personajes que por un momento pareció que lo tenían todo pero que, de pronto, empiezan a ir a la deriva arrastrados por las vicisitudes de la vida. La suave música de jazz que suena entre escena y escena, propuesta por Diego Savoretti, sirve para marcar la transición entre situaciones de un modo agradable y sutil.
En definitiva, una buena opción para disfrutar de todo lo que puede transmitir el teatro y de uno de los grandes de la escena teatral con un texto de calidad y lleno de ingenio.
TEATROS DEL CANAL. HASTA EL 20 DE OCTUBRE 2019.
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