Eva Marciel y Guillermo Barrientos en “Dos días”: pareja en crisis, pareja eterna
Por Horacio Otheguy Riveira
Dos intérpretes fogueados en cine y televisión se prestan a un intenso juego escénico. Con mínima escenografía ofrecen situaciones de intimidad entre la ficción y la realidad a manera de acrobacia verbal con escaso movimiento físico en un espacio reducido con el público muy cerca. Actúan con notable frescura y dan la sensación de que han abierto las puertas para exponer ante un centenar de personas una parte importante de su vida. Así los espectadores nos convertimos en visitantes imprescindibles para que su historia tome color; para escucharles y verles en algunas situaciones inquietantes, de esas que no se cuentan en ruedas de amigos.
Sorprende la habilidad de ambos para convencernos de que les estamos observando en una serie de momentos muy íntimos que oscilan entre la comedia amable y los apuntes dramáticos, manejando con soltura la sensualidad que los personajes requieren.
Eva Marciel brilla con un encanto muy peculiar, vacilante, desprotegida, casi adolescente, y finalmente adulta responsable en una confrontación sentimental ciertamente compleja. Nos espera tumbada en una cama que presidirá toda la función. Sus pies descalzos, su rostro pensativo, su mirada perdida que cada tanto pasea por el público que va ocupando las butacas… todo en conjunto sugiere una capacidad de seducción que se abrirá camino en medio de conflictos que comprenderemos en la recta final.
Guillermo Barrientos se articula acertadamente como encantador seductor con ingredientes más propios del chico desvalido que del donjuan estándar, y adquiere mayor relevancia cuando asume un cambio de rol muy marcado con la penuria de unos celos inesperados.
Las secuencias se desarrollan suavemente hasta que irrumpe un golpe de efecto que permite dar un giro a los acontecimientos. Si el punto de partida es la reconquista de dos que se han amado en un hotel muy confortable, lo que viene luego como cambio de ruta, como drástica vuelta de tuerca permite entrar en otro ámbito psicológico que es mejor no desvelar.
Entre diversas acciones siempre está presente una confortable cama de dos plazas, con los actores indicando cuándo están paseando por la calle o sentados en un restaurante o realmente bien dispuestos para el sexo en posición horizontal: esta plasticidad consigue su objetivo de tenernos pendientes de su amorío y su renuncia, de su entrega y su abandono… en busca todos —personajes y espectadores— de la verdad que se esconde a lo largo de Dos días, título que hace referencia al espacio temporal en que transcurre la acción, tiempo clave para lanzarse al vacío o recomponerse con la cama como un lugar fundamental donde una pareja en crisis puede descubrir su capacidad duradera, siempre y cuando sepa montárselo para dar lugar a una actitud más abierta, ligada a un impulso carnal más desinhibido e impúdico.
Como texto teatral se echa en falta un mayor desarrollo, ya que la excesiva brevedad de la función se interrumpe con un final acelerado que parece el primer acto de una obra inacabada. La buena disposición de la pareja de actores y sobre todo el carismático trabajo de Eva Marciel —en realidad, eje sobre el que gira toda la acción—, hacen creíbles a sus personajes y aporta fuerza cuando más se necesita. La puesta en escena tiene una notable fluidez en las transiciones y resultan muy adecuados los tonos de voz de los intérpretes, algo esencial en un ambiente tan reducido. También es muy interesante el espacio sonoro, pues crea buenas atmósferas con muy poco, de un minimalismo estupendamente elaborado.
EDAD MÍNIMA RECOMENDADA: 16 años.
texto
María Inés González
texto y dirección
Miguel Ángel Cárcano
TEATRO LARA. Del 19 de marzo al 7 de mayo 2019 a las 20,15 horas.