‘Robinson y la isla infinita’, de Rosa Falcón
Robinson y la isla infinita
Rosa Falcón
Fondo de Cultura Económica
Madrid, 2018
250 páginas
Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca
Un mitema es una porción irreductible de un mito, uno de esos átomos sin los que el cuerpo pasaría a ser una masa amorfa, una gigantesca ameba, una mancha sin identidad. La necesidad del mito, y de los mitemas, es tan algo que tampoco ha variado nada con el orden impuesto por el paso del tiempo, el avance de la civilización y los descubrimientos científicos. Los mitos narran y en buena medida somos seres narrativos. De hecho, uno de los grandes avances científicos, el psicoanálisis, otro mito en sí, una experiencia que servirá para combatir la soledad del hombre moderno, que es uno de los temas que flotan en este ensayo, debe su éxito a este hecho: dado que no podemos reconciliarnos con nuestro pasado, al menos sí cabe hacerlo con su narración. Al final del libro, Rosa Falcón resumirá algunas de las actualizaciones del mito de Robinson en el cine y las series, donde proyectamos ahora nuestros mitos, que es tanto como decir lo que desconocemos, con sus temores y sus ilusiones. Pues la obra de Daniel Defoe trata ambas: Robinson Crusoe da con los huesos en el supuesto paraíso para tener que afrontar la inevitable supervivencia. La soledad, antes mencionada, es un arma de doble filo: por una parte, es un deseo frente a la neurosis de la vida moderna y la vida pública, pero por otra es una forma, en sí, de neurosis. Nadie que esté solo estará en buena compañía, nos recuerda Falcón que dijo, a su vez, Paul Valéry.
El drama es, probablemente, el tema que, sin especificarlo, flota durante este ensayo. El enfrentamiento entre los espejismos, la esperanza y la supervivencia, que se expresan en extremo en Robinson, y la relación con Viernes, tan necesaria como colonial o neocolonial, llevan este drama al extremo. Las tesis de Rosa Falcón orbitan alrededor de la actualidad, de la novela moderna que se inicia con el propio Daniel Defoe, pero más en concreto con la narrativa y la literatura contemporánea. Las robinsonadas son ya un género mestizo y se pueden leer en la filosofía creativa de pensadores y literatos. Kafka, nos sugiere, es el caso extremo, el escritor que coloca al hombre como impensable Robinson en una isla formada por él mismo. Pero antes de llegar a Kafka, donde aterriza casi todo análisis literario posterior al genio checo, se nos ha ofrecido, a través de los mitemas de Robinson -la soledad de la existencia humana, el deseo de libertad, el conflicto entre el individuo y la sociedad, la isla, el viaje, el mar o el naufragio-, una historia tal vez no del pensamiento, pero sí de las ideas imprescindibles. Si uno entiende la vida como viaje, no le faltarán ocasiones para pensarla como naufragio.
Falcón tiende al resumen, no a la extensión. Cada capítulo podría abarcar, a su vez, un libro entero. Pongamos por ejemplo los vínculos entre Utopía y la isla de Robinson. La idea común es la de la isla como un no lugar, es decir, la abstracción. De ahí todas las reseñas de obras del siglo XX que vendrán a continuación. De cada novela que estudia, desde García Márquez a Saramago, extrae una idea esencial, referida al mito de Robinson, a su principal mitema, que es el drama de la soledad y, tal vez, el triunfo sobre ella. Otro tanto hará con los poemas. En ambos ámbitos destaca América Latina, pues pocos lugares del planeta han destacado más por el impulso paradisíaco del deseo de una isla. Hasta hace cien años el Caribe tal vez fuera el lugar privilegiado a tal fin. Rosa Falcón olvida un poco, con intención, que el Pacífico tomado ese lugar, igualando a las islas de América, durante el último siglo. Pero el libro no pretende abarcarlo todo. A la hora de concluir, podemos decir que nos encontramos frente a un estudio de los mitos literarios, del gran mito literario a escala humana, pues Don Quijote o Ulises se enmarcan en ámbitos solares, el primero, o divinos, el segundo.