Sonorama 2010
Segunda de las crónicas del Sonorama. Esta vez por Pedro Rodrigo.
Otro año más –y ya van 13- la productora Art de Troya y la ciudad de Aranda de Duero, en el sur de la provincia de Burgos, nos ofrecen en un no tan caluroso agosto este festival para melómanos donde convergen la mejor música indie y power pop nacional e internacional. Aranda suena, y no sólo en el recinto con los escenarios principales: si pasaste por el camping, las piscinas o incluso el centro de la ciudad te habrás encontrado con innumerables grupos haciendo realidad este sueño que empapa el fin de semana de buena música. En definitiva, una maquinaria consumista que favorece a la organización del festival, al público y al propio pueblo.
Y no lo digo por decir. En esta época de crisis los festivales nacionales siguen creciendo, como no iba a ser de otra manera, pero no al mismo ritmo que Sonorama. Más de 30.000 asistentes, 77 grupos y la excelente calidad tanto de éstos como del sonido en los escenarios demuestran que Sonorama Ribera se encuentra en el escalafón más alto de los festivales veraniegos.
Mi experiencia comenzó el viernes; el día anterior ya hubo conciertos como los de Tachenko, Shuarma o Loquillo, y al ser la entrada del jueves de coste 0 supongo que el recinto estaría hasta la bandera con gente de la zona. La acampada se hace en el parque General Gutiérrez, de grandes dimensiones, donde hasta llegando el viernes pudimos plantar la tienda a la sombra de los pinos. Y para recibirnos estaba el camión orquesta: aparcado en el mismo camping abasteció toda la tarde de conciertos a la gente que nos preparábamos para ir al recinto, con grupos como Stealwater o The Royal Suite. Tan grato fue el recibimiento que perdí la oportunidad de ver a The Right Ons y The Pains of Being Pure at Heart. La primera nota negativa que le pongo al festival fue la organización a la hora de recoger los abonos: una larguísima cola del tamaño del ancho del recinto entorpecía la entrada y retrasaba la llegada del público a los escenarios. Ahora bien, entrar y encontrarte a Standstill tocando, en el escenario Ribera del Duero, lo arregla todo. Curioso lo de este grupo: en su primer disco Standstill, estaban tan seguros de su potencial y talento que se bastaron de su propio dinero y el de sus amigos para sacarlo adelante. Con Viva la guerra se consagraron en el panorama nacional fundando su propio estilo de música, al son de “¿Por qué llamas a estas horas?”. Finalmente en 2009 lanzan Adelante Bonaparte un disco triple del que llevan vendidas más copias que con los dos anteriores juntos. En el Sonorama nos deleitaron con su ya habitual formación de 6 músicos, viento incluído. Geniales. A su fin y en el escenario de al lado, Heineken, The Sounds empiezan su concierto con su tema más conocido “Tony the Beat”, que hizo que el público no dejara de moverse y saltar durante todo el concierto. A falta de We Are Standard, quienes el año pasado tocaron en todos los grandes festivales, The Sounds proporcionó ese toque electrónico –sin llegar a la solitaria figura del Dj, que también hubo- que tanto necesitan los festivales para especiar su receta. Después Nudozurdo: el robot indie llenó como el que más y durante “Yo soy el hijo de Dios” la gente en plena efervescencia nos hacía pensar que estábamos delante de un grupo con más discos a la espalda. A su fin llegaron Los Planetas. El grupo granadino quizá no levantó al público como en otros conciertos, la gente estaba expectante quizá esperando sus temas clásicos, y así fue: desde “Santos que yo te pinte” el ambiente se caldeó y la gente recordó por qué son tan grandes.
Y para cerrar la noche… Love of Lesbian. Si al año pasado We Are Standard no se perdieron uno, este año les toca a ellos; así lo recordó Santi Balmes: “¡Un saludo a los que nos hayan visto este año más de 60.000 veces!”. Antes de empezar –con Estereotypo aún sonando- ya se formaban las primeras filas en el escenario Heineken, y LOL no defraudó. Ya fuera con “Maniobras de escapismo” o “Club de fans de John Boy” la gente no dejó de cantar las canciones. Buen recibimiento a un grupo que no deja de ofrecer buena música disco tras disco.
El sábado comenzó con frío y la temperatura de las duchas no ayudó. Sin embargo Sonorama tenía preparados varios platos para calentar el ambiente con su escenario en pleno casco urbano. Mi llegada fue con Fernando Alfaro y su light punk acompañado por dos guitarras eléctricas, que logró animar no sólo a sus acérrimos seguidores que cantaban sus letras. Con la plaza repleta de gente la asociación cultural de Aranda de Duero de percusión y batucada Escuela Gurús hizo su entrada: casi 20 percusionistas a las órdenes de un director que hacían menear al público en cada cambio de equipo del escenario. Después llegó el plato que nos volvió a introducir de lleno en el Sonorama, una de las revelaciones del año: Supersubmarina. Probablemente no tocaron en un escenario grande porque esa misma noche tenían bolo en Tarragona, pero podían haberlo hecho perfectamente. Y el público así se lo demostró: cantando todas sus letras y saltando en cada estribillo. Por la tarde, ya en los escenarios del recinto ferial, Vinodelfín y Los Punsetes ofrecieron sus mejores repertorios y extendieron la alfombra roja para la llegada de otros grandes: Maga. Miguel Rivera y los suyos siguen haciéndolo muy bien. Su nuevo disco, sin tantos alardes electrónicos, ya ha echado raíces, y sus canciones se entremezclaron a la maravilla con clásicos como “Diecinueve”. Muy buenos. Más tarde el rock de Layabouts y los falsetes de Brett Anderson, que por cierto no quiso aceptar preguntas de su anterior banda, Suede, en la rueda de prensa, sirvieron de música de fondo para cenar y llegar con fuerzas a Sidonie, que quizá vio mermado su público al “telonear” a Lori Meyers. Los granadinos, cuyo nombre viene de una mítica canción de NOFX, arrasaron pese a las malas críticas recibidas a su nuevo disco Cuando el destino nos alcance. El público, incondicional, cantó canciones como “La mujer esponja”, dedicada a ellas, o “Religión”, a ellos. Una lástima que hayan sacado de su repertorio de directo algún clásico de Cronolánea, esperemos que se deba al set list recortado para los festivales. Después la apuesta internacional continuó con The Ettes y The Raveonettes. De éstos últimos me soprendió el batería sin bombo: toca de pie cual percusionista otorgando al timbal la responsabilidad de los graves y prescindiendo de charles. En la carpa Future Stars tocaron grupos que de “future” ya no tienen nada, como Airbag, con siete discos a sus espaldas. Lo que me sorprendió gratamente fue encontrarme el concierto de Dinero abarrotado de gente y cantando las letras. Grupo de rock con gran proyección formado por tres integrantes –tengo predilección hacia este tipo de formación- de gran talento musical. Y antes del plato fuerte de la jornada salieron Los Coronas con sus idénticas camisas rojas y el sombrero vaquero. No confundirse con lo que voy a decir a continuación: me encanta el grupo, además vienen de otras bandas geniales como Sex Museum, Sobrinus o Vacazul, pero su ubicación en el horario fue mala, en mi opinión. Aún así creo que el público no pensó lo mismo, de hecho se originó la única conga que me pareció ver en todo el festival. Y todos: indies, neopijos, rockeros, jóvenes y viejos, bailaron el rock surfero de los madrileños. Finalmente, y con una hora de retraso respecto al horario marcado era el momento de Delorean, pero éstos no subían, y tardaban, y tardaban… salieron tan tarde a tocar que tuvieron que cortar el concierto de improviso cuando llevaban realmente poco en el escenario. Aún así ofrecieron una buena dosis de electrónica acústica para cerrar los escenarios grandes del Sonorama 2010.
Como conclusión final sólo diré que el cartel del festival mejora año tras año, no obstante aún se echa de menos una mayor afluencia de grupos internacionales; que la realización con las pantallas del festival a tres cámaras se me antojó un poco floja; que después del cierre de festivales como el Summercase, Madrid se ha quedado huérfano de grandes eventos musicales y festivales como éste –sólo a 160km- le viene de perlas; que Sonorama Ribera siga creciendo a este ritmo nos viene bien a todos: desde grupos emergentes a consolidados y por supuesto, al público.