Entrevista a Noel Pérez Brey, autor de 'El tiempo está próximo'
Por Sara Sanz (Tregolam)
¡Buenos días, Noel! Es un placer saludarte. Acabas de publicar El tiempo está próximo, una fabulosa selección de relatos cortos que engancha desde el minuto uno. Aunque ya habías participado en diversas antologías, ¿qué tal la experiencia de haber sacado tu propio libro? ¿Sientes algo distinto a cuando veías tu nombre acompañado del de otros autores?
La verdad es que publicar te genera siempre cierto orgullo, pues implica que alguien ajeno, con quien muchas veces no te unía antes ninguna relación, considera tu trabajo digno de compartirse, hasta el punto de emplear su tiempo y esfuerzo en darlo a conocer.
Además, con esta obra en concreto, supone una satisfacción extra, debido a que, si bien los relatos funcionan de manera individual, como demuestra que varios hayan sido galardonados con distintos premios y que la mayoría hayan sido publicados en diferentes revistas literarias, lo cierto es que la obra fue concebida como un todo y los cuentos incluidos adquieren su pleno significado desarrollados en conjunto.
El tiempo está próximo tiene una estructura circular y, al final, podemos observar que todos los relatos están relacionados entre ellos en una narración constante e ininterrumpida. ¿Por qué decidiste que esto fuera así?
Dicha estructura circular, a primera vista, dota de unidad a la obra, pero, por otro lado, está ligada a su tema principal.
Los protagonistas de estos cuentos no solo afrontan la completa ruptura de su realidad cotidiana, sino también la soledad y la incertidumbre que esa nueva existencia conlleva. A este respecto, aunque cada uno de ellos surja culpable o redimido de esa suerte de «apocalipsis» personal, la estructura circular del conjunto sugiere un daño tan ineludible para los protagonistas como próximo para el resto de personajes, e incluso para el lector mismo a su vez, arrastrado a formar parte de las diferentes historias que se le presentan. En una palabra, la circularidad de la obra simboliza la inevitabilidad del desastre.
Nos ha llamado la atención que los personajes de tus relatos suelen mostrar cierto grado de crispación y generan o sufren algún tipo de violencia. ¿Por qué esta continuidad? ¿Había algo específico que querías transmitir con ello?
La violencia es algo inherente al ser humano. Los niños, antes de ser moldeados por la cultura, la educación, las normas sociales y demás, suelen afrontar los conflictos con cierto grado de violencia; bien lo sabemos quienes tenemos críos.
Al crecer, aprendemos a dominar este instinto, entre otros cuantos, pero ante situaciones límite, ante ese «apocalipsis» personal que mencionábamos, muchas veces no sabemos cómo reaccionar, no solemos estar preparados para afrontarlo, por lo que surge la duda, el miedo, la crispación y, cuando las normas y convenciones aprendidas no sirven de ayuda, el instinto para ponerse al frente.
¿Qué propició la creación de estos personajes? ¿Hay alguno en particular por el que sientas especial cariño? A nosotros, hemos de reconocerlo, nos ha encandilado Felisa Gamboa.
Sí, Felisa es una mujer dura, luchadora, alguien que ha tenido que partirse literalmente el lomo tanto dentro como fuera de casa y que, en el último momento, cuando su familia y allegados la miran tal vez con cierta conmiseración, decide no claudicar. Aunque opta por la lucha, otros personajes afrontan en cambio su situación a través de la inseguridad, la renuncia, la resignación de la derrota aceptada; de esas diversas formas de encarar la ruptura de su mundo, vistas asimismo desde las diferentes edades de los protagonistas, surgen los personajes.
En cuanto a sentir un cariño especial por uno u otro, es difícil, es como si te preguntan a qué hijo quieres más. Todos los personajes son especiales en la medida en que desafían la fractura de su realidad atendiendo a su naturaleza, a su pasado, a su educación. Pero, venga, si hay que mojarse, quizá Ernest Grau, el protagonista de «En pijama y medio descalzo», es con quien presento mayor afinidad respecto a forma de actuar: es posible que, en una situación como la suya, y con un fusil a mano, yo también saliera en pijama y medio descalzo a la calle a destrozar mi propio coche.
Y viendo que eres un prolífico escritor, tenemos que preguntarte: ¿de dónde surgen todos ellos? ¿De dónde sacas la inspiración para crear a los personajes y las historias que les rodean?
Las historias surgen de muy diferente manera, no tengo un método de trabajo definido en esta línea.
Por poner un ejemplo, en «Lo había prometido», utilicé una doble vía de inspiración. Por un lado, quería trabajar con la imagen más que manida del anillo como símbolo de amor y fidelidad. Era una suerte de reto, pues estoy convencido de que, aun lo visto mil veces, puede ser mirado de forma distinta y darle otra vuelta de tuerca. Así que utilicé un «binomio fantástico», un disparador de la imaginación propuesto por Gianni Rodari en Gramática de la fantasía, que consiste en escoger dos palabras no relacionadas al azar y buscarles esa relación haciendo uso de la propia inventiva. Cogí entonces el diccionario y busqué dos palabras cualquiera: sangre y nata. Fue ese «binomio fantástico», trabajar a partir de él, lo que hizo que un símbolo al parecer gastado alcanzara otra dimensión a través de un pastelero algo psicópata y descabellador de gatos que lucha de manera un tanto desquiciada, y puede que inútil, por salvar su matrimonio.
¿Tienes algún relato preferido? ¿Hay alguno que hayas dejado fuera del libro por algún motivo?
Desde el principio, el texto presentaba una estructura más o menos clara, con unos temas determinados sobre los que deseaba razonar, expuestos desde las diferentes etapas en la vida de una persona. Por ello, a la hora de afrontar los relatos de manera individual, tenía en mente su función dentro del conjunto de la obra. En este sentido, El tiempo está próximo no es una colección de relatos sin más, en la que se recogen una serie de cuentos inconexos sin más orden que el criterio o capricho del editor; había, como apuntaba, un objetivo. Así que no, no se ha excluido ningún relato que no fuera ajeno al conjunto.
En cuanto a mi cuento preferido, quizá por su concepción, por el ensanchamiento del ingenio que supuso establecer lazos no solo entre el «binomio fantástico», sino entre este y el simbolismo que apuntaba antes del anillo, por lo que significó en su momento, pues incluso El País se interesó por él hasta el punto de entrevistarme al respecto, me quedo con «Lo había prometido».
Por otro lado, ya tienes una larga trayectoria dentro del mundo literario y has ganado distintos concursos. ¿Cuándo comenzó tu interés por la literatura? ¿Soñabas de pequeño con todo esto?
Mi interés por la literatura comenzó muy pronto. Según me cuentan, aprendí a leer antes aun de empezar en el colegio y recuerdo que, alguna vez, no sé qué profesora me encerraba en la biblioteca cuando, por lo que fuese, quería deshacerse de mí y aquella satisfacción de estar solo y poder hojear cuantos libros quisiera a mi antojo.
Eso sí, de crío me bastaba casi con los comics de Mortadelo, Astérix o Tintín. Luego vendría el shock de leer El guardián entre el centeno en el instituto o de descubrir a Raymond Carver o de que esto de la escritura es un oficio que consiste más en el trabajo que en la inspiración. En cierto momento, además, el interés por la lengua y la literatura llegó a tanto que me licencié en Filología Hispánica.
En cualquier caso, aunque de niño escribiera cuentecillos de detectives o historietas del salvaje oeste intentando emular esas viejas novelitas que podían encontrarse en algunos quioscos de entonces, de chaval no concebía ser escritor como un trabajo o una ocupación seria, y no fue hasta mucho después, en la última adolescencia quizá, cuando consideré la literatura y aprender a escribir como algo de veras importante.
También eres uno de los responsables de la revista literaria Visor, especializada en el relato corto. ¿Qué otros géneros te interesan? ¿Querrías iniciar algún otro proyecto enfocado a ellos?
Revista Literaria Visor fue un proyecto que surgió en 2014 porque, si bien existían varias revistas literarias, no conocíamos ninguna dedicada en exclusiva al relato corto; la mayoría solían mezclar los cuentos con poesía, con fragmentos de novelas o incluso con reseñas de películas o artículos musicales.
De todos modos, el relato no es el único «género» que me interesa y, a la hora de leer, suelo guiarme por las inclinaciones o deseos de cada momento. No obstante, hoy por hoy, como escritor estoy centrado en la narrativa. De hecho, mi próximo proyecto será una novela ambientada sobre todo en Madrid, a principios del siglo XX, acerca de lo necesario de la ambición para conseguir tus objetivos, tus sueños, pero cómo, una vez descontrolada, puede llevarte a cometer los hechos más execrables.
Y para finalizar: ¿hay algo que quieras decirle a tus lectores antes de que abran el libro?
Que disfruten. La teoría de la literatura le otorga a esta funciones para todos los gustos: hedonista, pedagógica, moralista, comprometida, lo que queráis, pero, si no pasamos un buen rato leyendo, mejor hacer otra cosa.
Ahora bien, este deleite no tiene por qué ser una mera diversión, sin más pretensiones que leer una buena historia; puede suponer además un placer de algún modo intelectual. En este sentido, aunque la obra se ha concebido para que su lectura marche ágil y se disfrute de cada uno de los relatos, también se busca que el lector no sea solo un receptor pasivo de información, sino que participe y se involucre en las distintas historias, que forme parte de la suerte de los protagonistas, pues, como decíamos al principio, no hay lugar alguno para esconderse del inevitable daño, ya que el tiempo está próximo.