"Descarriadas": un homenaje a aquellas jóvenes olvidadas
Por Susana Inés Pérez
Silencios y música rock a todo volumen, momentos íntimos que se comparten a través de un micrófono. Descarriadas, de Laila Ripoll, se estrenó el pasado 6 de septiembre en el Teatro del Barrio de Madrid. El monólogo, dirigido por Paloma Rodera y protagonizado por Luna Paredes, da voz a Paloma Martínez Cruz y otras tantas mujeres que, por unos u otros motivos, sufrieron el encierro y la humillación en los centros del Patronato de Protección a la Mujer durante la dictadura franquista y la Transición española.
Paloma enmarca su relato entre el asesinato del cantante John Lennon y el de Yolanda González, líder estudiantil y militante comunista española. Era el año 1980. La protagonista tenía tan solo 15 años cuando fue detenida y trasladada al Centro de Observación y Clasificación de Arturo Soria; allí comienzan dos años de abusos hasta su triste final: “en el Reformatorio de la Almudena de Peñagrande”, anticipa, con voz grave y desafiante, durante su primera intervención.
La función está estructurada a modo de concierto o de cinta de casete: “Side A”, “Side B” y, por último, “Bonus track”. En la pantalla, a un lado del escenario, van apareciendo títulos breves, como si de canciones se tratase, que acompañan la narración de Paloma y ayudan al espectador a distinguir los diferentes episodios de su historia. La protagonista chapurrea el inglés, imitando a los artistas favoritos de su época, invitando al público a animarse y a escuchar “el concierto de la muerta”: “¿Qué tal, Madrid? Let’s go!”, exclama al entrar en escena, provocando emociones contradictorias en los espectadores.
Una escenografía sencilla, en la que el plástico cubretodo es el vehículo y elemento esencial del que Paloma se sirve para mostrarnos diferentes lugares, su mundo interior, sus sentimientos e impresiones de un horror que el espectador solo puede imaginar. El plástico, que la protagonista arrancará hacia el final del espectáculo, es la verdad escondida, las cárceles ocultas en forma de reformatorios, los fantasmas que aún no descansan en paz. En este sentido destacan la escena en que un audio presenta a las chicas del Patronato mientras Paloma recorre un hilillo de plástico a ritmo de Take a Walk on the Wild Side, de Lou Reed, y el momento final en que la protagonista, iluminada por una luz roja, se rodea con el plástico, lucha contra él y sus demonios. Por otro lado, cabe mencionar la bellísima escena en que el plástico se convierte en océano y, sentada sobre él, cuenta la época en que escapa de su cautiverio hacia el sur de España, donde ve el mar y experimenta el amor por primera y única vez.
Se trata de un montaje poderoso que desmonta al espectador, que denuncia la doble moral para con las mujeres y la injusticia que se cometió con jóvenes inocentes, a las que incluso les robaron sus hijos recién nacidos. En varias ocasiones, Paloma canturrea, casi a gritos, fragmentos de canciones ochenteras; en especial, un fragmento de Gloria, de Patti Smith, con el que se desahoga, mostrando la impotencia que ella y otras muchas mujeres debieron sentir ante su encierro: “Jesus died for somebody’s sins, but not mine” [“Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos”], repite con rabia. Asimismo, la protagonista enumera a un ritmo frenético los insultos por parte de médicos y religiosas y las tareas a realizar en lo que ella misma llama “el infierno”.
Descarriadas es una advertencia, una lección sobre nuestra historia reciente; un espectáculo de gran contraste entre palabras, sonidos, música e iluminación, siniestro en ocasiones, en que también tienen cabida el humor, la ternura y los sueños de la adolescencia; Paloma y las demás chicas se evaden de sus tareas y su situación y juegan a ser estrellas del rock en un concierto que se hace realidad sobre el escenario.
Merece la pena ver a la actriz Luna Paredes en acción, que se luce interpretando a una Paloma sincera y suplicante, que se enfrenta al público con la valentía y fuerza de una adolescente; sus ojos reflejan cada matiz del personaje y su historia, desde la más profunda desolación, tristeza y apatía hasta la alegría más pura. Sin duda, como dice el programa de mano de la obra, este montaje es “Un silencio que ahora se hace grito”. Sin duda, escuchamos las voces de Paloma y las demás. Una preciosa manera de recordarlas.
Descarriadas se podrá ver en el Teatro de Barrio los próximos días 13 y 20 de septiembre a las 22.30 horas, y 7 y 21 de octubre a las 21.30 horas.
Más información y entradas: Teatro del Barrio
Texto: Laila Ripoll
Dirección: Paloma Rodera
Interpretación: Luna Paredes
Iluminación: Sergio Balsera
Escenografía: Laura Ferrón
Vestuario: Teatro Al Punto Producciones
Arreglos musicales: Irene Maquieira
Espacio sonoro y diseño gráfico: roderaartworks
Voces: Carmen Bécares, Irene Maquieira, María Prado, Carmen Valverde, Aida Villar
Audiovisuales: Ana Dévora
Comunicación: Iduna Ruiz de Martín
Producción: Teatro Al Punto Producciones