La gran ola (2017), de Fernando Arroyo
Por Jaime Fa de Lucas.
Documental que indaga en la posibilidad de que se produzca un tsunami en las costas españolas y portuguesas bañadas por el Océano Atlántico. Algo que a más de uno le parecerá una broma o algo altamente improbable, pero que según muestra el documental es un riesgo a tener en cuenta debido a la cercanía de las placas tectónicas. Yo mismo ignoraba esta posibilidad hasta que lo he visto. La gran ola está compuesto por entrevistas con varios expertos en la materia, una voz en off que puntualiza algunos detalles, animaciones y esquemas gráficos que explican determinadas situaciones e imágenes desde el aire –usando helicópteros o drones– de los diferentes lugares que se podrían ver afectados.
La gran ola es un trabajo que quiere concienciar a la población y eso siempre es positivo. Su discurso es bastante explicativo y sencillo de entender, no pierde el tiempo entrando en complejidades demasiado espinosas. Las autoridades entrevistadas suelen ser portuguesas y españolas, con especial énfasis en la zona sur de cada país, y aportan información científica y datos relevantes para la investigación. Tiene un enfoque realista, sin caer demasiado en el fatalismo sensacionalista, y se permite el lujo de lanzar varias críticas a las altas esferas que no se preocupan por el tema y que quizás, cuando lo hagan, ya será demasiado tarde.
Algo que potencia su efectividad son las imágenes aéreas, de bellísima factura, que recorren a vista de pájaro casi todas las poblaciones del suroeste de la península ibérica, casi como si la cámara estuviera apoyada en la cima de la gran ola del título. Desde esta perspectiva los seres humanos son como hormigas, y se hace evidente su diminuto tamaño respecto al vasto océano. Esta decisión estética es muy acertada pues nos recuerda que ante la naturaleza todos y cada uno de nosotros somos insignificantes e incluso mortales.
La gran ola es un documental que merece la pena ver, ya que es bastante completo. Además de aportar bastante información e imágenes de calidad, establece relaciones con otras catástrofes naturales como el terremoto de 1755 que afectó a Lisboa y que causó varios tsunamis que asolaron a la ciudad, o los sucesos más recientes de Japón y el sureste asiático, acentuando lo ocurrido en Japón, ya que la preparación de los ciudadanos para este tipo de situaciones redujo considerablemente el número de víctimas a pesar de la magnitud del suceso. Quizás se podría haber depurado la voz en off, demasiado dramática en tono y en contenido, y la elección de la música para que encajaran mejor con el conjunto. Por lo demás, reitero lo dicho, un documental que debería ser visto como mínimo por todos los españoles y que seguramente abrirá los ojos a más de uno, entre los que me incluyo. Esperemos que tenga visibilidad suficiente como para llegar a los ojos de los que pueden hacer algo por prevenir este tipo de situaciones.
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