De regreso a nosotros
De regreso a nosotros
Ana Pérez Cañamares
72 páginas
Ya lo dijo Casimiro Parker, 2016
Por Alberto García-Teresa
Tras varios libros más volcados en lo colectivo, el último poemario de Ana Pérez Cañamares proclama un regreso a la pareja, aunque aún incide en lo plural (no se trata de tú y yo, sino de nosotros). Carga el peso, entonces, en uno de los dos pilares en los que ha venido confeccionando su poesía: el entorno familiar (el otro es la crítica sociopolítica desde los efectos personales, que queda relegada en estas páginas).
En efecto, este libro se compone en su totalidad de poemas de amor, de piezas que hablan de la relación de pareja. En todos ellos, el amor consta como espacio que da sentido a la resistencia diaria, también política. De hecho, el amor es vivido e interpretado como un impulso, como un elemento que permite la reconstrucción moral, el rearme frente a la desazón y la angustia de un contexto social hostil; apaciguador y pacificador del dolor. Así, los versos de Regreso a nosotros levantan una proclamación de amor correspondido, de la dicha, de un progreso en la línea de aquel “sacar de ti tu mejor tú” de Salinas.
La autora prosigue con su trabajo de concisión y precisión léxica en sus piezas, acertando y atinando en su cincelado el recorrido emocional, de gran intensidad, que queda agrupado en poemas breves. De esta forma, consigue unas composiciones hermosísimas que brillan por la fuerza de la pasión, por la potencia del sentimiento y un desbordante entusiasmo. También por la honestidad y la admiración, que desembocan todos ellos en una apertura a la esperanza. No en vano, la obra irradia un tremendo vitalismo, que quede espléndidamente formulado en el colofón del volumen: “El día que volvimos a ser es el comienzo de este libro”.
El ya mencionado recorrido pasa por tres momentos bien estructurados en cada una de las partes del poemario. Primeramente, textos sobre el encuentro, el pasado y el porvenir de la pareja. A continuación, poemas que se centran en la relación física, lo corpóreo. Y, por último, una serie de piezas que abordan la convivencia, el día a día de la relación, lo concreto. Ahí es relevante cómo se deja constancia del respeto, de los acuerdos, de la vida compartida. En todas ellas, en cualquier caso, el apoyo referencial son los elementos cotidianos, incluidos algunos símbolos recurrentes en la trayectoria de Cañamares. Específicamente, hace mayor uso del mundo de los libros en estos versos, siempre como elementos físicos, materiales (no como sinécdoque de literatura).
Las páginas exploran también las dudas y los temores de una segunda relación. Ese proceso de conocimiento en la madurez se explora con miedo, con una incertidumbre que queda desbaratada rápidamente por la ilusión y por la certeza de la complicidad de los anhelos compartidos. Igualmente, se encuentra un canto también al compañero, a él, desde la admiración, resaltando la sencillez y la bondad.
De este modo, Ana Pérez Cañamares presenta un conjunto de poemas sólido, levantado sobre lo emocional y que revela un trabajo minucioso de equilibrio en la plasmación de la alegría y del sentimiento y el cincelado verbal.