EL RÍO SIN DESCANSO
El río sin descanso
Gabrielle Roy
Traducción de Luisa Lucuix
Hoja de lata
Gijón, 2016
268 páginas
Elsa es una joven inuit que vive a las afueras de una pequeña ciudad de blancos en el norte de Canadá, a orillas del río Koksoak. Una tarde, Elsa es forzada por un soldado estadounidense de la cercana base militar. Nueve meses después nace Jimmy, un angelito rubio de ojos azules y milagrosos tirabuzones que causa una auténtica conmoción en el poblado. Completamente volcada en su hijo, Elsa decide en un primer momento criarlo a la manera de los blancos y se somete a la tiranía del reloj y de las posesiones fútiles. Más tarde, opta por cruzar su querido río Koksoak y se instala en el viejo y abandonado Fort Chimo, el hogar de su infancia, en busca de sus verdaderas raíces esquimales. Pero ni tan siquiera el tesón de esta jovencísima madre coraje, rebosante de amor, ingenuidad, y de la misma belleza salvaje de los paisajes que la rodean, será capaz de encontrarle rumbo a su vida.
Complemento perfecto de este volumen son las Tres novelas esquimales que lo preceden: Los satélites, El teléfono y La silla de ruedas, tres miradas no exentas de humor sobre la devastadora influencia de la modernidad en el seno de la cultura inuit.
GABRIELLE ROY:
(Saint-Boniface, Manitoba, 1909-Quebec, 1983) es una célebre escritora quebequesa cuya obra, ampliamente premiada, está considerada una de las más importantes de la literatura canadiense del siglo xx. Su primera novela, Bonheur d’occasion (1945), gran fresco de un barrio obrero de Montreal, tuvo un enorme éxito internacional y fue valedora de los premios Femina y del Gobernador General, uno de los más prestigiosos de las letras canadienses, en 1947. Posteriormente, novelas como Alexandre Chenevert (1954), Rue Deschambault (1955) o El río sin descanso (1970) consolidaron la trayectoria de esta genial escritora que recibió, entre otros, la Medalla de la Academia de las Letras de Quebec (1946), el título de Compagnon de la Orden de Canadá (1967) y los premios Duvernay (1956) o Athanase-David (1970) por el conjunto de su obra.
Siempre cerca de los más desfavorecidos e inspirada por la belleza salvaje de los vastos paisajes canadienses, la obra de Roy, inédita hasta ahora en castellano, nos habla, a lo grande, de las gentes más pequeñas y olvidadas de su país.
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