Making Music in Silence, laboratorio de bandas sonoras
Por: JB Rodríguez Aguilar
“Que nos escuchen aquellos que nosotros, como músicos, deseamos que nos escuchen”, ese podría ser el lema de cabecera de Making Music in Silence, el proyecto creativo nacido en Barcelona de la mano de Jesús Díaz, compositor ya suficientemente consolidado en el campo de las bandas sonoras cinematográficas y de la música publicitaria. En distendida charla por Skype, las cabezas visibles de MMIS, el propio Jesús y Luzia Mikeliunas como productora, nos comparten sus ideas más que sugerentes acerca de la filosofía y motivos que los llevaron a embarcarse en una aventura de este tipo: crear una cantera profesional de músicos para abordar encargos compositivos en los campos del cine, la publicidad, la danza, etc.; servir de intermediarios con las productoras y potenciales clientes; conseguir que los músicos, por costumbre almas solitarias en sus procesos creativos, trabajen en colaboración… ¡Hay que reconocer que no suenan mal los primeros compases!
Jesús Díaz, alma máter del proyecto, se bregó como creativo publicitario y más tarde como músico, labor en la que se desempeñó durante años, hasta forjarse un nombre como compositor de bandas sonoras gracias a diferentes producciones internacionales. De este modo, ha participado en la creación de, entre otras, las siguientes bandas sonoras: The frost (2009), drama de Ferran Audí protagonizado por Aitana Sánchez-Gijón, y Aloft (2015), de la peruana Claudia Llosa, nominada a los Oscar; La deuda (2015), thriller político de Barney Elliot cuyo reparto incluye actores de renombre como Carlos Bardem o Alberto Ammann; y, más recientemente, Evolution (2015), de Lucile Hadzihalovic, dentro del género de la ciencia ficción. Ha participado asimismo en la composición de la música para originales coreografías en el campo de la danza, todo lo cual le ha reportado un sólido bagaje como creador.
Con toda esa experiencia aquilatada a sus espaldas, y tras dirigir un workshop de “Creación de bandas sonoras”, Jesús se dio cuenta de dos cosas. La primera, que no existía una estructura organizada en la que apoyarse como compositor. La segunda, que las nuevas generaciones de músicos se ven hoy en día ante una encrucijada: por una parte, cada vez son más los productos audiovisuales que se gestan, con la consiguiente necesidad de surtirlos de música y la inversión de dinero que ello supone; sin embargo, son siempre los mismos músicos consagrados los que acaparan tales encargos, viéndose en la paradoja de tener que rechazar muchos de ellos. De ahí la idea inaplazable de lanzar Making Music in Silence a comienzos de este año en la ciudad condal.
Pero ¿en qué consiste exactamente el proyecto MMIS? ¿Un laboratorio, un experimento creativo, una academia de músicos, un germen de empresa…? Cuestionados por ello, aseguran que nada de eso y todo a la vez. En esencia, MMIS es una filosofía creativa de entender la música y ponerla en práctica, una plataforma, una red de talentos musicales que trata de conectar dicho talento con las demandas del mercado. Los músicos trabajan en equipo en encargos reales y están tutelados durante todo el proceso de creación. Ese tutelaje se lleva a cabo tanto en la pura labor artística, siempre respetando la personalidad y las querencias musicales de cada cual, como en otros aspectos no tan creativos. Así, se los forma en estrategias de producción, comunicación y difusión/venta de sus productos, etc. Desde componer o producir con primor su parte en cada encargo, a escribir con corrección un correo electrónico o promocionarse a través de las redes sociales. Todos van circulando por las diferentes fases del proceso con el objetivo de dar a luz el producto musical.
¿Y cómo se selecciona a los músicos para integrarse en el proyecto? Jesús y Luzia nos confiesan que son elegidos única y exclusivamente en función de su talento y de su hambre o ambición de progresar como músicos. En MMIS conviven creadores de diferentes raíces e influencias, como diferente y sofisticada es la música que se les pide que creen: desde la orquestación clásica, pasando por el jazz o el blues, hasta la más experimental con inclusión de sonidos cotidianos o electrónicos. Algunos de ellos trabajan presencialmente en las oficinas centrales de Barcelona, y otros colaboran en la distancia. Todo cabe en el magín de Making Music in Silence y su plantilla fija, compuesta en el momento de partida por cinco personas, se siente abierta a la integración de nuevos talentos. Otro de los objetivos fundacionales de MMIS es la creación de un catálogo de canciones en el que ir incluyendo el acervo de los distintos músicos emergentes.
En suma, la partitura de MMIS suena a aires nuevos, a frescura y a verdadera renovación en un mundo tradicionalmente hermético, como es de la creación de bandas sonoras para el cine y la publicidad. Defendida con pasión por sus mentores, se nos antoja muy original en su enfoque, así como cabal en el conjunto de su planteamiento. Desde aquí les deseamos larga vida en forma de proyectos y fructíferas melodías.
Para más información acerca de Making Music in Silence, no dejes de visitar su sitio web: www.musicinsilence.net/