Poesía hecha de nanas
El gran libro de las nanas. Edición de Carme Riera. El Aleph. Barcelona. 408 páginas. 25€.
Por Merche Rodríguez.
Las más bellas canciones de cuna en lengua española, desde sus orígenes hasta nuestros días, así reza la portada del libro de las nanas cuya edición le encargaron a Carme Riera catedrática de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona y especialista en la generacón poética de los 50. Además de estudiosa de las nanas.
Es un libro, el suyo, que no es novedad; de hecho se publicó el pasado mes de septiembre, pero es una de esas joyas que merece la pena destacar en un estreno como el de Culturamas hoy lunes 22 de febrero. Todo en él está cuidado, la edición con guardas delicadas, el papel, la ilustración, la maquetación limpia para poder leer (y quien se anime, cantar) las nanas recopiladas con la ayuda de Araceli León.
Hay tres curiosidades en el libro que saltan en una primera lectura. Que apenas hay más antiguas del siglo XIX porque las nanas, esas canciones íntimas que se ceñían al espacio entre madre e hijo en el ámbito privado del hogar no salían de allí, no interesaban a nadie porque la mujer no era noticia, no es que fuera el eslabón perdido es que era el eslabón invisible. El mundo del niño no empieza a importar hasta hace dos siglos, las que han llegado bien eran villancicos bien formaban parte de la narración oral.
Por otro lado, las nanas se convirtieron después en refugio de poetas. Muchos de ellos le escribieron, en el siglo XX, cancioncillas a sus descendientes, dolientes como las de Miguel Hernández, canciones de cuna como las de Gerardo Diego o alegres como algunas de Juan Ramón Jiménez, entre muchas otras que tienen poetas como Gloria Fuertes o José Hierro. Y también lo son aquellas que se convirtieron sus letras en lenguaje críptico con el que la madre mandaba mensajes secretos al amante que aguardaba el momento propicio, y mediante el canto recibía las instrucciones para llegar al momento oportuno.
Poesía para cantar y para arrullar.