11 curiosidades que quizá no sabías sobre Umberto Eco
Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)
Muere a los 84 años, en su casa de Milán, Umberto Eco, filósofo, semiólogo, escritor, profesor universitario y, en definitiva, uno de los intelectuales más importantes de la cultura contemporánea. Debutó como novelista con El nombre de la rosa, traducida en más de cien idiomas y que ha vendido más de 40 millones de copias en todo el mundo. Esta sería la obra que le daría fama internacional. Desde entonces Eco ha sido un gigante literario y filosófico, alguien que, por recoger el titular de su muerte publicado en el diario La Repubblica, del que fue histórico colaborador, «sabía todo». Que, como su admirado Borges, tenía fama de haberlo leído todo, de ser una biblioteca humana. Un figura compleja que hoy quisiera recordar con once curiosidades totalmente aleatorias sobre su vida y su obra.
Umberto Eco fue fascista
Que nadie se alarme. Eco nació en el norte de Italia en 1932, por lo que, como era costumbre, fue inscrito en el movimiento fascista juvenil al igual que todos los niños de su edad. No fue hasta 1943 cuando el fascismo comenzó a desmoronarse en Italia que Eco empezó a plantearse la existencia de la política.
Su pasión por la lectura se la inculcaron sus abuelos
A pesar de que el jovencito Eco veía leer a su padre y a su madre, fueron sus abuelos quienes le inculcaron el amor por los libros. Su abuela materna le traía a casa dos o tres libros a la semana de la biblioteca municipal. Eco recordaba con mucho cariño los hermosos libros antiguos que había en la casa de sus abuelos.
En la adolescencia hizo sus pinitos como dibujante de tebeos
Durante su adolescencia, el escritor leyó una gran cantidad de tebeos e incluso llegó a escribir sus propias historietas. En una entrevista reconoció haber pasado horas intentando darles un toque profesional, un trabajo tan intenso que nunca llegaba a acabarlas.
La música fue una arrebato de juventud que retomó con los años
En su juventud quiso aprender a tocar la trompeta. Años más tarde, a mediados de los 70, volvió a comprarse una y comenzó a tocar de nuevo.
Su pasión por la Edad Media le llevó a hacer alguna excentricidad
Umberto Eco no podía haber dedicado su vida a otra cosa más que a la Edad Media. Y es que estaba tan enamorado de la Edad Media que cuando visitó París como estudiante, durante dos viajes de investigación, solo caminó por las calles que existían en ese período..
Se inició en el mundo laboral trabajando en televisión, allá por 1954
A pesar de tener una licenciatura en estética medieval, justo después de terminar la universidad Eco se presentó a unas oposiciones en Milán con 22 años y acabó trabajando en el medio televisivo como funcionario, junto al filósofo Gianni Vattimo y al director de L’Unità Giulio Colombo. El autor italiano reconocía que en televisión no hizo nada especialmente interesante, pero que, a pesar de eso, fue una experiencia muy importante en su vida, que le dio la oportunidad de conocer a gente muy interesante y que determinó de forma decisiva su interés por los problemas de la comunicación. Finalmente dejó ese trabajo para incorporarse a la editorial Bompiani.
Obra abierta iba a tener un título muy distinto
El libro que le dio fama y por el que todo el mundo le recuerda y le cita iba a llamarse de una forma muy diferente. El título inicial era Forma e indeterminación de las poéticas contemporáneas, pero su editor, Valentino Bompiani, uno de los más célebres editores italianos junto con Mondadori, le recomendó cambiarlo por el más sencillo título de Obra abierta, aunque el nombre original quedaría como subtítulo. A Bompiani se debe también el nombre de Apocalípticos e integrados, que iba a llamarse Problemáticas de la comunicación de masas.
El nombre de la rosa surgió como novela negra a lo medieval
Eco defendía que era el lector, en conjunción con el texto, quien debería generar las interpretaciones del mismo sin que el autor las facilitara, pero estaba tan cansado de que le preguntaran por su novela estrella que decidió romper la norma y ofrecer algunas pistas sobre su creación, eso sí, sin desvelar ninguno de sus misterios. En Apostillas a El nombre de la rosa el autor afirma que escribió su novela porque «tenía ganas de envenenar a un monje». Eco también desvela que se originó cuando una editorial le contactó porque estaba preparando una colección de novela negra escritas por no narradores. La editorial se puso en contacto con políticos, sociólogos e incluso, por qué no, con un semiólogo. Eco, licenciado en estética medieval, no pudo situar su novela en otro contexto histórico. La editorial le puso una única condición, que la novela tuviera no más de cien páginas. Una condición que el autor no consideró cumplir en ningún momento.
Eco convirtió a Borges en un personaje
Eco escribió El nombre de la rosa con casi cincuenta años. Hasta ese momento a nadie se le habría ocurrido establecer asociaciones entre Umberto Eco y Jorge Luis Borges. Sin embargo, de todas las referencias literarias que había en la primera novela de Eco, la de Borges era la más evidente, convertido en el monje anciano y ciego Jorge de Burgos. Explica Eco que la referencia era casi inevitable ya que, según decía, «después de que Borges ha escrito La biblioteca de Babel es imposible para cualquier escritor hablar de una biblioteca sin pensar en la de Borges». Por otra parte, quería que el monje que custodiara la biblioteca fuera ciego, y qué mejor ciego que Borges. Además del autor argentino, otras referencias literarias son Arthur Conan Doyle y el escolástico Guillermo de Ockham.
La biblioteca de Eco es descomunal
La biblioteca personal de Eco es casi legendaria, no solo por su tamaño sino por la cantidad de piezas raras que contiene, ya que el autor es bibliófilo y coleccionista de libros únicos. Cuenta con más de cincuenta mil volúmenes repartidos entre sus dos residencias. En una ocasión su secretaria se ofreció a catalogarlos, pero Eco declinó su oferta. Hay que tener en cuenta que el escritor no usa su biblioteca como una colección de libros leídos sino como una herramienta de títulos de referencia. Para Eco son más importantes los libros no leídos que los leídos.
Era muy crítico con Wikipedia, con las redes sociales y con Internet en general
En una entrevista que le hizo Vicente Verdú, publicada en El País el 25 de abril de 2010, Eco explicaba su punto de vista sobre la enciclopedia online: «yo soy muy crítico con Wikipedia, porque contiene noticias falsas. Las hay también sobre mí, falsas y no falsas, pero utilizo Wikipedia, porque si no, no podría trabajar. Mientras escribo, por ejemplo, Tirso de Molina y no me acuerdo de cuándo nació, voy a Wikipedia y lo miro, en cambio antes tenía que coger la enciclopedia y tardaba media hora. Antes los apocalípticos no usaban estas cosas: escribían a mano con la pluma de ganso». Esta misma opinión la extendía a Internet en general, a pesar de que Eco creía que un intelectual debe hallarse comprometido con el presente. Sobre las redes sociales llegó a afirmar que «dan derecho de palabra a legiones de imbéciles».
Un buen artículo, concreto y esclarecedor, pero (siempre hay un pero) me parece que el primer ítem “Umberto Eco fue fascista, no cumple como el resto con la claridad que debiera estar escrito. ¿Por qué? Porque si fue inscrito cuando nació “…como era costumbre”, debería haber una ley seguro obligatoria o al menos como una ley oculta sin constar en ningún lado. Ya sabemos cómo se maneja el fascismo.Y otra pregunta que me hago es: ¡un niño de once años puede plantearse, a esas edad, la existencia de la política?
Entiendo que estamos hablando de Eco, no de cualquier mente, pero también conviene recordar que hablamos de un niño de hace 73 años atrás! ya que se lo plantea según este artículo, a partir de 1943. Mi queja es que el título del párrafo se presta a malos entendidos para tan corta explicación.
Es sólo mi opinión.