«La estupidez»: juguete cómico servido a lo grande por magníficos intérpretes
Por Horacio Otheguy Riveira
Rafael Spregelburd es un autor argentino de gran éxito internacional, también director y profesor. Traducido a muchos idiomas tiene justa credencial de un hombre de teatro al que se persigue para disfrute y aprendizaje. La estupidez es su última obra estrenada en Madrid: un ejercicio que encuentro decepcionante. Más de tres horas de teatro para expandir un género teatral popular, un vodevil con múltiples tropiezos, entradas y salidas y pretencioso mensaje final. Algo grande. Algo pequeño. No parece una solución plausible organizar el desfile de una serie de personajes insustanciales para demostrar la invasión actual de la estúpida codicia en nuestra sociedad. Excelentes actores que se dejan la piel, pero para nada se encuentra al vigoroso autor de numerosas obras, la mayoría publicadas, y unas pocas estrenadas en Madrid: La inapetencia, La extravagancia, y sobre todo, Lúcido (magnífica Isabel Ordaz).
Cualquier gran vodevil (de origen francés: vau-de-ville, voz del pueblo), desde Georges Feydeau (1862-1921) y las obras mayores de Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) hasta aquí alcanza una crítica social, una visión costumbrista de la sociedad imperante mucho más profunda que esta pieza con ambiciones de trascendencia intelectual.
Entre las risas llanas de esta sucesión de 24 personajes atropellados resulta difícil encontrar apéndices, apostillas, susurros e inquietudes. Entre ráfagas del teatro del absurdo y notables sketches de televisión, estas más de tres horas de teatro se resisten —resultando incluso divertidas en algo más de dos horas—, gracias a un equipo de profesionales que ya formaron compañía con una sensacional comedia británica, Feelgood, farsa política que tuve la ocasión de ver dos veces, en estreno y reposición.
En esta descomunal acumulación de ideas y tropelías destaca ampliamente la capacidad de un reparto con suficiente talento como para entregarse con enorme esfuerzo a un desfile de personajes que han de transformarse, re-vestirse y componerse a velocidad de vértigo, y con ello convertir una obra menor en un espectáculo donde La estupidez se convierte en master class de interpretación con los habituales de la casa como Fran Perea, Ainhoa Santamaría, Javi Coll y Javier Márquez con Toni Acosta de invitada de honor.
Una labor de equipo muy valiosa en la que brillan los estilos de cada uno, su vis cómica y su despliegue de recursos. Sería injusto señalar a unos por encima de otros, ya que es en el conjunto donde las alas del gran show de comediantes se transforma en una obra paralela cuyo argumento tiene poca consistencia, pero mucha fuerza la voluntad de vivir en un disparate continuo que podría parecer —a cargo de intérpretes y dirección modélica de Fernando Soto— una óptima parodia de las películas americanas con su barbacoa, sus sobreactuados personajes sexis, sus mansos homosexuales, su mafia feroz, sus torpes estafadores, su borracha verborreica… todos por arriba y por abajo de una «Estupidez» que puede alcanzar al espectador que les ríe las gracias, o al que la critica, como le sucede a este cronista, probable estúpido por no comprender el alcance de una obra que, según el programa de mano: «… versa sobre la fragilidad de la inteligencia en los tiempos que corren».
La estupidez
Autor: Rafael Spregelburd
Adaptación: Mónica Zavala Matteini
Dirección: Fernando Soto
Intérpretes: Fran Perea, Toni Acosta, Ainhoa Santamaría, Javi Coll, Javier Márquez
Colaboración especial voz en off: Carlos Hipólito
Escenografía: Elisa Sanz
Música original y espacio sonoro: David Angulo
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Una producción de Feelgood Teatro
Naves del Español. Matadero. Sala Max Aub. Del 16 de enero al 21 de febrero.