“El poeta”, Rubén Darío
1
El vate, en su vida ansiosa,
¡ay, nace entre desconsuelos!
Si nace larva asquerosa,
ya le veréis, mariposa,
cómo se sube a los cielos.
2
Al ver la mundana guerra,
brota el terrenal capuz;
huye presto de la tierra,
y allá se envuelve y encierra,
en los pliegues de la luz.
3
Y si no huye, es el vocero
de las eternas doctrinas…
Si el combate sigue fiero,
toma el arpa como Homero
y canta sobre las ruinas.
4
Mas toda obra del Creador
lleva sobre sí una carga:
el mar, viento agotador;
la mente, su duda amarga;
el corazón, su dolor.
5
Y el vate… ¡triste verdad!…
Sufre esa ley con rigores.
Por suprema voluntad,
él lleva en sí los dolores
de toda la humanidad.
6
Fragor de revoluciones,
naufragios de muchedumbres,
las gigantes convulsiones
de edades y de naciones…
ésas son sus pesadumbres.
7
Y se calla y se resigna,
y habla con la inmensidad,
y se dan mutua consigna…
¡mas si el poeta se indigna,
tiembla la ruda maldad!
8
Y entonces su canto eterno
es cual cuchillo tajante,
y arranca el cáncer interno,
y lo arroja en el infierno,
y entonces se llama Dante.
9
Y queda su canto escrito
entre ráfagas violentas…
y tiene, ¡genio bendito!,
a su frente el infinito…
y a sus plantas las tormentas…
10
¡Vate altivo y soberano,
jamás rebajó su don:
ni nunca fue vil gusano,
ni adulador del tirano,
ni escabel de la ambición!…
11
Cantor que lleva el laúd
conservado en alto rango,
cantor que abriga virtud
y esperanza y juventud,
no se arrastra por el fango.
12
Y aquel que con desconsuelo
caiga del mal en los lazos
y pierda su santo anhelo,
que arroje su lira al suelo
y la rompa en mil pedazos.
13
Que no cuadra al imprudente
llevar arpa de poeta;
el que la arrastra no siente,
y el verdadero poeta
no lleva sucia la frente.
14
Que sufra las amarguras
de Homero y de Lamartine;
que le acosen desventuras,
pero que conserve puras
sus alas de querubín.
15
Dios le dio aquella virtud,
y en su inmensa plenitud,
cuando con su Dios se junte…,
¿qué hará cuando le pregunte:
qué has hecho de tu laúd?
16
Que el vate guarde el pudor,
que tenga luz den la frente,
que al verse junto al Creador
pueda mostrarse sin temor
que tiene limpia la frente.
17
No es poeta el vil histrión
que abriga mal corazón;
y no es poeta el villano
y adulador cortesano
que se convierte en bufón.
18
No es poeta el envidioso
que osa atacar al coloso,
y con su aliento envenena,
y se retuerce furioso
al mirar la gloria ajena.
19
No es vate el que no se inflama
en la patriótica llama;
no es poeta el que hace alarde
de rastrero y de cobarde;
no es poeta el que no ama.
20
Poeta, el que se levanta
bañado en luz celestial,
y a la faz del mundo canta,
y los siglos abrillanta
con su reflejo inmortal.
21
Poeta, el que ardores siente
y lleva sobre sí el hilo
de la luz pura y luciente
que ciñe la altiva frente
de Sófocles y Esquilo.
22
Poeta, el que sube al cielo,
y lleno de sacro afán
penetra el sombrío velo
que oculta el que habita el suelo
las visiones de San Juan.
23
Poeta, el que delirante
en su delirio eternal,
lanza el rayo fulminante,
y es el Júpiter tonante
del Olimpo universal.
24
Poeta es el ser bendito
que hace que un cielo se abra,
sin sombra, ni error, ni mito,
y responda el infinito
al trueno de su palabra.
25
Es el leproso sublime
que llora, que canta y gime
y bendice en su cantar
a la mano que le oprime…
¡es Job en el muladar!
26
Es el que ama con ardor;
es el que canta a Leonor,
Laura, Teresa y Bettina;
el que amando se ilumina
en la lumbre de su autor.
27
¡Oh, poetas!… ¡Y en el mundo
hay quien os odia y engaña!…
¡Ley de misterio profundo!
A la flor, gusano inmundo;
¡para la espiga, cizaña!
28
Envidia baja y rastrera,
origen de inmenso mal…
¡Alma mezquina y artera!
¡Quieres volar a la esfera,
viviendo en el lodazal!
29
Mas si tú das golpe recio
con maña y sucia perfidia,
contigo el vate no lidia…,
te mata con su desprecio,
que desprecio mata envidia.
30
Y el vate sigue radiante
por su carrera triunfal,
con su rayo fulminante,
siendo el Júpiter tonante
del Olimpo universal.