Las voces que no callan sobreviven al paso del tiempo
Por Arnau Palou
Gracias, Carmela. Gracias, Savina. Enorme actuación la de Savina Figueras, quién también es la productora ejecutiva de la compañía. Personaje con carácter y salero, y mucho arte. Frank Capdet está a la altura de Carmela, interpretando a Paulino, un artista obligado a actuar frente a un público formado por militares nacionalistas y un grupo de presos republicanos condenados a muerte durante la Guerra Civil Española. Un contexto histórico recurrente dentro de las artes escénicas y audiovisuales de los últimos treinta años. Sin embargo, “ Ay Carmela” tiene un ángulo cautivador: la metateatralidad. Es decir, el teatro dentro del teatro.
Paulino y una Carmela que está muerta pero se le aparece al artista como un fantasma, organizan un cabaret de baile y magia dirigiéndose al público como si rompieran la cuarta pared. Pero no lo hacen. El público eres tú, de carne y hueso, al lado de Franco, como espectador imaginario, a quien realmente se dirigen. Un mecanismo hábil para introducirte dentro del relato. También existe Gustaveta, el maquinista, que aparece en el guion pero no en escena.
Aunque la obra pierde tensión dramática al principio del segundo acto, recupera el ritmo y se lanza con fuerza hacia el trágico desenlace conmoviendo a todo el público, el real y el de ficción. En esta versión de la obra, la escenografía el vestuario y los juegos de luces enriquecen la narrativa con el mismo estilo de lenguaje.
El director es Víctor Álvaro, quien sabe plasmar la filosofía teatral del autor, José Sanchis Sinisterra, uno de los dramaturgos actuales más representados en España, miembro fundador de la Sala Beckett de Barcelona y creador del Nuevo Teatro fronterizo de Madrid. Su huella se aprecia en las referencias intertextuales, y en la apuesta por lo fronterizo; entre lo cómico y lo trágico, lo clásico y lo contemporáneo, el dinamismo y las imágenes congeladas.
“Ay Carmela” se puede ver hasta el 8 de noviembre en el Almeria Teatre, un renovado teatro de los años 60 con propuestas innovadoras, que se está haciendo un hueco dentro del circuito no convencional catalán. En su cartelera vemos mayoritariamente obras alternativas en formato y contenido, sin perder una línea comercial apta para todos los públicos. “Ay Carmela” es un ejemplo significativo de este proyecto artístico, con una dramaturgia y una puesta en escena diferentes sobre una guerra civil aún muy presente en el imaginario colectivo.