Taxidermia: lo grotesco y la eternidad
Por Jaime Fa de Lucas.
Una película en la que hay concursos de comer y los participantes tienen un cubo al lado para ir vomitando… o en la que un hombre introduce su miembro viril en un cerdo muerto creyendo que estaba con una mujer de verdad… Si bien la película de György Pálfi (2006) es bastante grotesca y puede remover los estómagos más sensibles, también presenta una crítica bastante ácida contra la competitividad, la superficialidad, la imagen, así como una tensión existencial con resolución tan imprevisible como majestuosa.
György Pálfi traza un árbol genealógico de fracasos. La decadencia familiar pasa de padres a hijos sucesivamente hasta que el más listo de todos, harto de esa línea temporal de descendencia bochornosa, decide cortar de raíz el problema. El final es espectacular, con una sutileza y una carga de significación considerables. La fotografía me recordó por momentos a Delicatessen (Jean-Pierre Jeunet, 1991) y a El milagro de P. Tinto (Javier Fesser, 1998). Curiosas semejanzas.
Película recomendable para todos aquellos que quieran ver algo diferente y no tengan problemas con lo grotesco o sean dados a sentir asco. Aquí la estética de lo feo que puso en pie Baudelaire presenta un nudo entre el lado simbólico y el realista. Una delicia exquisita, especialmente para paladares dispuestos a degustar los sabores más complejos. Si tuviera que poner una etiqueta a este tipo de cine, diría que es una especie de realismo sucio mágico. Bukowski y García Márquez (¿Tarantino y Jeunet?).