James Joyce, la inmortalidad literaria de un escritor
Por Pilar Martínez.
Ulises fue su novela maestra y la posterior Finnegas Wake definida como una de las obras más controvertidas de todos los tiempos. A través de ellas y muchas más, James Joyce fue aclamado como uno de los escritores más influyentes y reconocidos del siglo XX. Su nombre y persona fueron y son pieza clave para un movimiento vanguardista de gran calado que nació bajo el nombre del Modernismo Anglosajón.
A pesar de haber pasado casi toda su vida alejado de su lugar de origen, Irlanda, la mayoría de sus obras fueron enmarcadas en las calles y rincones de dicho país, sobretodo cuando ahondamos en temas como la problemática del autor con la iglesia católica irlandesa, tema fetiche en algunas de sus obras, y que nos adentra de manera extrema en el ambiente y escenarios irlandeses. Algunos analistas de la época destacaron de Joyce su don para conseguir imprimir en sus obras la auténtica naturaleza humana a través de su destaca sutileza y firme veracidad de sus retratos.
Su formación jesuita, que siempre reivindicó, le inculcó de manera clara un espíritu riguroso y metódico que se refleja incluso en sus composiciones literarias más tradicionales, sino que también puede observarse en aquellas de carácter innovador y experimental. Manifestó prácticamente a lo largo de todas su carrera y vida cierto rechazo por la búsqueda nacionalista de los orígenes de la identidad irlandesa. Tanto esta como su férrea voluntad de preservar su propia experiencia lingüística, que guiaría todo su trabajo literario, le condujo a reivindicar su lengua materna, el inglés, en detrimento de una lengua gaélica la cual nunca se cansó de calificar como readoptada y artificial.
Todo su catálogo de innovaciones narrativas, entre ellas el uso excepcional del «flujo de conciencia», así como la suave y estilizada técnica mediante la que desintegra el lenguaje convencional y lo dobla de otro, completamente personal, simbólico e íntimo a la vez, y la dimensión irónica y profundamente humana que caracteriza su obra le confirmó como un escritor de obligada lectura a nivel mundial.
La obra de Joyce puede definirse como corta pero intenta. Debido a esto, la misma suele ser considerada libro a libro, embriagando así de su esencia y aroma al lector. Como ya habíamos apuntado su relación con la iglesia católica. Aunque con mínimas diferencias, en torno a este tema encontramos una concepción casi unánime, la cual se basa en primer lugar en el temprano rechazo hacia la fe por parte del autor y en segundo plano sobre las profundas influencias recibidas del catolicismo, siempre admitidas por él mismo, como la filosofía de Tomás de Aquino.
Por supuesto sus obras no dejaron indiferente a nadie y Ulises siempre fue considerada como un símbolo del rechazo del autor hacia la iglesia católica, en este caso por parte del personaje de Stephen Delalus, álter ego de Joyce en dichas obras, lo cual ha suscitado también alguna rebuscada interpretación. Con dicha obra Joyce alcanzó una fama internacional e inmortal. En ella encontramos como idea principal la Odisea de Homero, abarca un periodo de 24 horas en las vidas de Leopold Bloom, un judío irlandés, y de Stephen Dedalus, y cuyo punto álgido se produce al encontrarse ambos personajes.
Ulises marcó un antes y un después no solo en la vida del autor, sino también en el mundo de la literatura. En ella Joyce llevó hasta límites insospechados la utilización del monólogo interior como medio primordial para construir la esencia y figura de los personajes. Al emplear innovadoras técnicas para conseguir plasmar la esencia natural de las situaciones reales el autor consiguió relacionar las tradiciones literarias del realismo, el naturalismo y el simbolismo creando así un estilo único.
De la misma manera Joyce cultivó un realismo tan profundo que incluso llegó a sobrepasarlo y transformarlo en algo increíblemente mágico. Tras su muerte en 1941 moría el hombre, pero nacía la figura, el nombre, y la leyenda. Una esencia cuya inmortalidad fue ampliamente reconocida y cuyo valor literario no dejó indiferente a nadie.
Estupendo artículo, Pilar!
Una manera de vencer la reticencia hacia Joyce es a través de DUBLINESES, su libro de relatos.
Muy bueno este articulo, solo falta que explique las influencias literarias de los escritores de los Siglos de Oro en en Ulises de James Joyce