Canal Nostalgia: “El precio justo”
POR GABRIEL CÓRDOBA.
Corría el año 1988 cuando en España escuchamos por primera vez la expresión ¡A jugaaaar! La gritaba el que se convertiría en uno de los presentadores más queridos de este país, Joaquín Prat, que junto a la voz de Primitivo Rojas llenaron de alegría y valores superficiales nuestras televisiones durante cinco años seguidos, desde 1988 en TVE. Si tienes más de treinta años ya sabes a que programa me estoy refiriendo, y sino, venga, intenta adivinar, SIN PASARTE, de que estoy hablando. Efectivamente, de “El precio justo”.
La mecánica era muy sencilla. Todo el público estaba formado por concursantes potenciales, pues todos habían enviando una carta previamente para concursar. Los nueve aspirantes se elegían mediante notario e irían concursando en seis rondas, en las cuales debían acertar el precio de un producto previamente descrito por la voz de Primitivo Rojas. El que más se acercaba pasaba a la siguiente fase y tenía un premio en metálico extra además de poder continuar participando.
Ronda tras ronda se iban eliminando los concursantes hasta quedar dos finales, que luchaban por llevarse el último premio: una serie de regalos de gran valor como coches, viajes, etc… El que más se acercaba a la cifra, sin pasarse, podía elegir un premio, y si conseguía acertar el precio justo, se llevaba el escaparate completo. De hecho, uno de esos ganadores ostentó el honor de llevarse el mayor premio de la historia de la televisión, un escaparate valorado en más de 40 millones de pesetas.
Disfrazado de diversión, todo era una oda al consumismo, al dinero y a objetos que dan la felicidad por encima de todas las cosas. Típico de la televisión de la época que invitaba a tener más de una casa, más de un coche, a hipotecarse hasta las cejas y a veranear en Torrevieja, algo que por entonces era viable, porque los bancos aún eran amables, no daban créditos por doquier y la palabra “desahucio” no existía en nuestro vocabulario. “El precio justo”, aunque lo recuerdo con cierto cariño, para mi es uno de los máximos exponentes de la España que nos llevó a como estamos ahora, aquellos pensamientos consumistas que fueron la semilla de nuestra tragedia de hoy en día.
Un concurso que no valoraba tu habilidad, ni tu rapidez mental, ni tu cultura. Simplemente alababa tu capacidad de controlar el mercado de precios porque era, por ejemplo, más importante saber cuanto valía un apartamento en Benidorm que no el autor de “La vida es sueño”. El dinero y los bienes materiales por encima de cualquier otra cosa. Una pena que una de las frases más famosas del programa no calaran tanto como su espíritu de valorar solo el dinero en este país: “Ganará el que más se aproxime SIN PASARSE a su precio justo. El concepto de SIN PASARSE, ojalá lo hubieran aprendido los ayuntamientos de este país: sin pasarnos de excesos, de gastar por gastar, de valorar las cosas por encima de lo que valen de verdad, y de vivir en un mundo donde trabajamos para comprar cosas que no queremos para impresionar a gente que no nos importa.