Byzantium (2012), de Neil Jordan

 

Por Miguel Martín Maestro.

Byzantium-366307053-large“No puedes arrancarte el pasado como si no hubiera existido”.

¿Cómo soportaríamos vivir con un secreto inconfesable durante toda la vida? ¿Cómo afrontar una vida de frustración, perpetua o no, sin poder abrir el corazón a nadie, consumiéndose en el recuerdo del dolor y de la falta de soluciones? Eileen (Saoirse Ronan) utiliza una vía de escape inteligente, aunque igual de frustrante. Escribir, escribir, escribir… contar su largo pasado y el de su madre, para desahogar su tormenta interior, al menos durante el fugaz instante en que las palabras pasan al papel como si fueran a ser leídas. Esto no ocurre porque tras su redacción, Eileen sistemáticamente se deshace de las hojas, así tiene que ser porque si alguien las lee y se entera del secreto tiene que ser eliminado, la “hermandad” no lo tolera; o eso o ser aniquiladas por faltar a las normas.

Eileen y su madre Clara (Gemma Artenton, aunque juega con el nombre de Camilla durante un tiempo del metraje, con claras resonancias vampíricas) son unas “revenants”, una modalidad irlandesa del vampiro, una modalidad maldita porque han osado transgredir las reglas, la hermandad es exclusivamente masculina, pero Clara, una superviviente nata en las más desdichadas de las situaciones de principios del s. XIX, obligada a la prostitución, enferma de tuberculosis, ha conseguido apoderarse del secreto de la vida eterna aunque para ello haya que morir previamente. Además, Clara ha cometido una segunda transgresión que ha provocado que durante 200 años madre e hija huyan permanentemente para no ser destruidas. Clara ha “procreado”, como mujer de la hermandad no puede ser eliminada porque ningún miembro puede matar a otro, pero además ha decidido convertir en vampira a su propia hija. Doble condena entonces.

Cuando el cine empezó a transformarse en una necesidad para mí, Neil Jordan encadenó una serie de películas que me entusiasmaron, y que no quiero volver a ver por mantener el recuerdo impoluto de un creador personal, con una estética propia, con raíces en lo fantástico que trascendían a sus películas “serias”, fui el único del grupo de amigos que salió encantado de ver el estreno de aquella revisión de Caperucita Roja que era En compañía de lobos, me emocionó Mona Lisa con aquél entrañable Bob Hoskins en plan matón tierno y enamorado de la puta a la que tenía que trasladar y proteger (no miento si digo que vi la película tres veces en 15 días, sí, era joven y romántico) y me gustó la historia de terrorismo y transexualidad de Crying Game, luego ya fue fagocitado por el sistema de superproducción con la épica irlandesa de Michael Collins, hizo intentos fallidos como The Butcher’s Boy y Desayuno en Plutón y siempre estará en mi historia personal por ser el director de la película con la que invité a mi mujer por primera vez al cine, Entrevista con el vampiro, pero como todos aquellos recuerdos estupendos, la realidad coloca a cada uno en su sitio, y Jordan no ha cuajado, no ha dejado de rodar, pero no ha vuelto a emocionarme con su cine.

gemma-arterton-in-byzantium-2013-movie-imageByzantium tampoco ha superado la prueba, contiene notables y sobresalientes momentos, pero la historia suena a ya vista, a yogur caducado envuelto en excepcional papel de celofán, como si en vez de una película para perdurar nos encontráramos con un trabajo de origami, mucho envoltorio y poco contenido. Entornos tenebrosos nocturnos, paisajes solitarios diurnos, vidas encerradas para no ser localizadas, romances imposibles, adolescentes lánguidos y palidescentes, muertes que la policía no investiga, un mundo paralelo que debe ser prudente en tanto su supervivencia eterna depende de ello… pero, ¿al final, qué queda? Unas vampiras con sentimientos y una historia de amor, escaso bagaje para tanto artefacto. Si, como todo vampiro necesita sangre para mantenerse con vida, pero esa sangre no puede ser obtenida de cualquier humano, hay que respetar la regla por la que uno se ha convertido en un vampiro sin colmillos (aquí lo que crece es la uña del pulgar a modo de estilete), Clara escogerá sus víctimas entre quienes abusan de su poder, normalmente sobre las mujeres, estableciendo un vínculo de compensación con su pasado de sometimiento, y Eileen solamente matará a las personas que ya están preparadas para morir al encontrarse a las puertas de su fin, aparecerá como el ángel que viene a acabar con el sufrimiento de una muerte anunciada.

La atmósfera recreada por Jordan es lo mejor de la película, sin duda, y la forma de mantenernos entre el presente y el pasado, contándonos lo sucedido en recurrentes flashbacks necesarios por un lado, pero que acaban con la imaginación del espectador por otro, pero el final de la película no deja de remitirnos a los pánfilos vampiros enamorados de la serie Crepúsculo, al happy end hollywoodiense para espíritus acríticos, al fuego pirotécnico de falsa acción y tensión que se soluciona por la vía fácil y romántica… en fin, mucho lujo para poco contenido, se ve y se puede hasta disfrutar, pero del mismo modo se olvida rápidamente y se queda uno con ganas de ver mejores cosas, como, por ejemplo, Oh Boy.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *