“El jilguero”, nuevo libro de Donna Tartt
«Me habrían ido mejor las cosas si ella hubiera vivido. Pero murió cuando yo todavía era un niño; y aunque todo lo que me ha sucedido desde entonces es mi culpa, al perder a mi madre perdí de vista cualquier punto de referencia que podría haberme conducido a un lugar más feliz, una vida más plena o agradable.»
Actualidad editorial:
Donna Tartt (Greenwood, Mississippi, 1963), probablemente la mejor representante del llamado best-seller de calidad, ha vuelto a encabezar las listas de más vendidos de EEUU (éxito igualmente repetido en Francia y Holanda) con su última novela El jilguero (Editorial Lumen, 2014), un libro que ya ha sido aplaudido por la crítica con verdadero fervor. Hace veintidós años esta autora americana se dio a conocer al gran público con El secreto, una primera novela que sirvió para situarla en las filas de los clásicos contemporáneos. Tras el éxito deslumbrante de aquella primera propuesta, transcurrieron once años de silencio. Hubo entonces quien pensó que Tartt pasaría a la historia por ser la autora de una sola y magnífica novela, pero a principios de 2003 la gran escritora sureña, que ha ido construyendo su estilo en la tradición de Melville y Kypling, volvió a triunfar en su país y en toda Europa con Un juego de niños.
El narrador de El jilguero es Theo Decker, un joven de veintitrés años que nos cuenta los acontecimientos que han ido marcando su vida desde que, a la edad de trece años, perdiera a su madre en un atentado terrorista en el Metropolitan Museum de Nueva York. Ambos visitaban una exposición temporal de obras maestras del Siglo de Oro cuando de pronto estalló una bomba que convirtió todo a su alrededor en escombros y muerte. A partir de ese momento, Theo, que no fue alcanzado por el explosivo, habrá de iniciar una vida errática que le llevará a conocer los rincones más oscuros tanto de la sociedad norteamericana como del alma humana.
Buscando la salida, el chico se topa con un anciano que visitaba la misma exposición acompañado de una chiquilla hermosa. El hombre muere delante de los ojos de Theodore, pero antes le entrega un anillo que, sin buscarlo, abrirá nuevas sendas en su camino. Pero Theo no sale del museo únicamente con ese anillo, ya que, aprovechando la confusión, decide llevarse un cuadro de pequeñas proporciones, El jilguero, del artista holandés Carel Fabritius. Su made disfrutaba mucho contemplando esa joya de la pintura, y el hijo, habiéndola perdido a ella, no duda en llevarse ese recuerdo en el interior de su mochila. Así pues, en un abrir y cerrar de ojos, la vida de Theo ha dado un giro de ciento ochenta grados: no solo ha perdido a su madre, sino que se ha convertido en el ladrón de una obra que todo el mundo da por destruida tras la explosión.
«Deambulamos por callejuelas húmedas y demasiado estrechas para que circularan coches, pequeñas tiendas de colores ocres llenas de grabados antiguos y porcelanas polvorientas. Un puente peatonal sobre un canal: agua marrón, un solitario pato marrón, una taza de plástico cabeceando medio sumergida. El viento era cortante y húmedo, y arrastraba consigo aguanieve que acribillaba la piel, y el espacio que nos rodeaba resultaba agobiante y oscuro. ¿No se congelaban los canales en invierno?, pregunté.»
Al empezar El jilguero, entramos en una habitación de hotel en Ámsterdam, donde Theo Decker lleva más de una semana encerrado, fumando sin parar, bebiendo vodka y masticando miedo. Es un hombre joven, pero su historia es larga y ni él mismo sabe bien por qué ha llegado hasta aquí. ¿Qué circunstancias le han conducido a aquella situación? ¿Cómo acabará todo? Para saberlo hay que dejarse llevar por el talento narrativo de Tartt que ha escrito una obra que combina lo mejor de las novelas de iniciación con los elementos de misterio y la crítica social. El resultado es un texto compacto que recuerda a los grandes maestros del XIX, pero también a Paul Auster o a los personajes de Breaking Bad. El jilguero, como un Oliver Twist del siglo XXI, fusiona el tono social de Dickens con los planteamientos que, según su autora, explican nuestra época: los atentados terroristas, la destrucción de la cultura, la falsificación de las obras de arte… Una novela que encierra intriga y suspense, pero al mismo tiempo profunda reflexión.
«El pegamento que esnifábamos iba directo al cerebro con un rugido oscuro y mecánico, como el ruido ventoso de unas hélices: ¡motores en marcha! Caíamos de espalda sobre la cama en la oscuridad cual paracaidistas que se lanzan del avión dando una voltereta hacia atrás, aunque a esas alturas tenías que andarte con cuidado con la bolsa o te encontrabas arrancándote pegotes secos de pegamento del pelo o de la punta de la nariz cuando volvías en ti.»
En recientes declaraciones la autora comentó que “este es un libro sobre la transferencia y la obsesión, sobre el esfuerzo por recuperar lo que nunca volverá, sobre el intento de encontrar lo que se ha perdido. Escribir desde el punto de vista de la gente joven me devuelve a esa maravillosa sensación que experimenté por vez primera cuando era una niña –cuando galopaba sin aliento a través de los libros de la biblioteca y me perdía y me sumergía en ellos–. También me resulta divertido porque los jóvenes todavía intentan encontrarle sentido a este mundo y al lugar que ocupan en él.”
El jilguero. Donna Tartt. Traducción de Aurora Echevarría. Editorial Lumen, 2014. 1.152 páginas. 24,90 €