“La tradición del Yoga”, de Georg Feuerstein
Por Ignacio G. Barbero.
“Aquel cuyo Yo está uncido al yoga y contempla lo mismo en todas partes, ve al Yo en todos los seres y todos los seres en el Yo”– Bhagavad-gita
Vivimos en un tiempo que promueve, sin ambages, la idolatría de la personalidad individual. Así, entendemos el yo como una entidad separada del resto, intransferible y peculiar, como un bien a defender y, además, un bien a consumir. “Sé tú mismo” imperativamente se nos dice desde el mercado publicitario -que todo lo invade-: “desarrolla un carácter inimitable”, “adquiere un estilo de vida propio y sin parangón”. Así, de manera natural/cultural somos encapsulados en nuestro ego, con una ventana al exterior -a lo demás y los demás- hecha del cristal de nuestros prejuicios, que son la expresión más pura de esa necesidad creada de ser uno mismo ante todo y todos. “Yo”, “mi”, y “mío”, en consecuencia, componen la Santísima Trinidad lingüística en nuestro habérnoslas con el mundo.
Unido a esta masiva egolatría, encontramos una difusión creciente de propuestas de autoayuda que pretenden curarla, mas forman parte de la misma dinámica reforzadora y afirmadora del yo atomizado (“todo está en tu mano”, “tú eres quien tienes el poder para sanarte”, etc. ) y no son más que falsificaciones comerciales que pervierten el sentido último de tradiciones espirituales milenarias. Las enseñanzas de este tipo han pasado a considerarse bienes económicos y se han mercantilizado sus principios, convirtiendo éstos en meras herramientas para tratar el estrés (del yo).
“La tradición del Yoga”, obra gruesa y honda de George Feuerstein, viene a confirmar esta enfermedad de nuestro tiempo y a refutar cualquier malentendido respecto al poder liberador de las disciplinas orientales de contenido espiritual. Con espiritual no hablamos de ciencia infusa, hablamos de impulso de autotranscendencia. Este impulso, como nos cuenta Feuerstein, es intrínseco a la vida humana. Algo nos empuja a ir más allá de nuestra mente y sus modelos de realidad, a no descansar en el pensamiento autoconclusivo y parcial propio de nuestra subjetividad individual. La libertad misma y su búsqueda son tan relevantes hoy en día como siempre lo fueron. Así, las enseñanzas prácticas de los espirituales indios, en palabras del autor, pueden considerarse como un tipo de tecnología que busca adquirir el control sobre el universo interior y el entorno de la conciencia. El ser humano, en la espiritualidad india, es tratado como un individuo multidimensional, que tiende a autotrascenderse. El fin último es liberarnos de la tendencia psíquica a vivir como seres encerrados en nosotros mismos, tendencia que nos consume y hiere a propios y extraños.
Entendida la esencial, y casi atemporal, utilidad, de las expresiones espirituales indias, Feuerstein da un repaso enciclopédico a los aspectos filosóficos, literarios e históricos de la mas sofisticada de estas expresiones: el Yoga. Hablamos de una obra titánica y entretenida, fruto del arduo trabajo de un experto completamente comprometido con lo que expone. Es practicante de Yoga, lo que le dota de un conocimiento directo del tema. Por ello, antes que nada nos explica qué eso del Yoga, cómo ha de ser entendido. Pues bien: es una disciplina espiritual orientada a la liberación. Una liberación que no es una mera técnica, aunque la incluya, sino un modo de ser en el mundo “sin” ser del mundo (material) que consiste en la superación de los mecanismos de la mente y de la personalidad egoica. Modo de ser que une -Yoga significa “unión”- la psique individual con el Yo transcendente (o Absoluto). Ese Yo es, nada más, la realidad más profunda, nuestra verdadera identidad, cuya naturaleza compartimos con todos los seres y el cosmos. Ese Yo, que transciende el ego, solo puede revelarse cuando estamos de cuerpo presente y con el corazón abierto. Se muestra cuando salimos del círculo de nuestras experiencias egoicas. Únicamente este Conocimiento del Yo constituye la auténtica iluminación y emancipación, pues en él desvelamos nuestra esencia. Cualquier individuo con el afán de intentar refutar este relato de liberación ha de leer primero a Mircea Eliade, citado en el libro que nos ocupa, para entender plenamente la cuestión:
“La negación de la realidad de la experiencia yóguica, o la crítica de alguno de sus aspectos, por parte de un hombre que carece de un conocimiento directo de su práctica, es inadmisible; pues los estados yóguicos sobrepasan la condición en la que estamos circunscritos cuando los criticamos” (p.480).
Esta experiencia, manifestada de diversas formas, aparece a lo largo y ancho del heterogéneo y riquísimo mundo de la sabiduría india. Por consiguiente, en este libro recorremos su huella desde la época védica, pasando por las bellísimas Upanishads (que abarcan miles de años), el budismo, el jainismo, la épica hindú, la genial Bhagavad-gita (que está incluida, a su vez, en un poema épico), los austeros y profundos Yoga-sutras de Patanjali (obra fundacional del yoga clásico), el shivaísmo, el vishnuísmo, el tantra, etc.
Todos estos nombres, épocas y obras nos resultan extraños nada más leerlos, pues no estamos familiarizados con ellos. Una reacción natural que Feuerstein logra anular gracias a una exposición calmada que nos va introduciendo poco a poco, sin saturarnos, en la maravillosa y vivificadora visión del mundo del oriente hindú, explicando pormenorizadamente qué significa cada concepto, cada frase, cada escrito. Una de las secciones más afortunadas de este volumen ahonda en esta intención: la “lectura de fuentes”, que ocupa el final de cada capítulo y nos ofrece traducciones comentadas de obras (o extractos de obras) imprescindibles del pensamiento indio yógico. Un regalo generoso que convierte “La tradición del Yoga” en una obra hermosamente poliédrica y, por tanto, mimetizada con el cosmos que está describiendo.
Una de las conclusiones preclaras que extraemos de la lectura de esta obra es que el fundamento del yoga, como el de cualquier espiritualidad auténtica, reside en una ética universal que, en este caso, busca la unificación y la trascendencia última del ego. Los yoguis (maestros del yoga) pretenden alimentar las acititudes mentales y prácticas que los ayudarán a alcanzar gradualmente lo que la Bhagavad-gita llama la “visión ecuánime” , una visión que va más allá de las diferencias aparentes entre los seres y penetra en su propia Naturaleza transcendente. La consecuencia inmediata es el trato igual de los intereses de todos los seres, pues todos son (somos) ese Yo.
“Y el más grande de los yoguis es aquel cuya visión es siempre una: cuando el placer y el dolor de los otros es su propio placer y dolor” (Bhagavad-gita)
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“La tradición del Yoga”
Herder, 2013
880 pp., 65 €
¡Como me alegra leer este comentario! ¡Qué acertado!
Ahora que el yoga parece encumbrarse a la fama como una moda en la que participan los famosos desde el puro consumo de experiencias, y un método para relajarse y estar al día en nuestra sociedad de consumo, es bueno recordar que esta técnica milenaria, como dice Feuerstein, pretende la liberación.
Otro punto de vista sobre lo revolucionario que puede ser el yoga para superar el consumo y el encumbramiento del yo y la autoayuda fácil que parece poder convertir la incertidumbre y el dolor inherentes a la vida en una felicidad infantil desprovista de autenticidad, es su defensa de la renuncia.
La renuncia que promueve el yoga nos vuelve auténticos, solidarios y alimenta la espiritualidad. En mi blog hay un comentario sobre este tema que quizá pueda interesaros. Aquí lo dejo: http://unyoguiencuatrocaminos.blogspot.com.es/2013/11/el-camino-del-yogui-y-la-tentacion-de.html
Pingback: LOS ORÍGENES DEL YOGA EN GALICIA Y SU ACTUALIDAD EN SANTIAGO (2. La Actualidad) | Tongos y tangos
, me gustaría saber en resumen sobre la visión panorámica que tenía Georg feuerstein