Las rarezas sexuales de algunos escritores
A Camilo José Cela siempre le había excitado contemplar cómo regañaban a la asistenta que tenían en casa por haber roto, por ejemplo, algún plato de la vajilla. Por ello, cada vez que se asomaba por Barcelona, Cela frecuentaba un famoso prostíbulo en el que, tras seleccionar dos hembras, solicitaba que se rompieran vajillas enteras contra el suelo.
Jonathan Swift, célebre autor de Los viajes de Gulliver, tenía una extraña fobia. Nada menos que fobia a tocar a las mujeres. Con todo, había dos mujeres que estaban enamoradas de Swift: Stella y Vanessa. Swift admitía este deseo, e incluso se sabe que llegó a cortejar a ambas mujeres. Siempre y cuando se evitara todo contacto físico.
Lord Byron solía disfrazar a sus amantes con ropas de hombre para hacerlas pasar por sus primos en los hoteles donde se daban cita. Y es que Byron, tras perder la virginidad a los diez años con la niñera, comenzó una vida de excesos sexuales que pasaba por el incesto con su hermanastra, la violación de su esposa apenas dos días después de dar a luz y el intento de abusos del hijo de su amante.
Jean Genet, además de ser un interesante escritor francés, fue una suerte de delincuente profesional (pasó largas temporadas en la cárcel), y llegó a prostituirse en la vía pública.
Al filósofo y escritor Jean-Jacques Rousseau le gustaba que le pegaran como a un “niño travieso”, según cuenta él mismo en su obra Confesiones. Al parecer, el tema empezó a gustarle ya con 8 años, cuando su niñera, mademoiselle Lambercier, le azotaba por su mal comportamiento. Otros escritores que también encontraba excitante ser golpeados o flagelados fueron Dostoievsky, Samuel Johnson o T. E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia.
Victor Hugo era un gran aficionado al sexo. Como no tenía suficiente con su mujer, se acostaba también con sus sirvientas. Por si esto fuera poco, también frecuentaba los prostíbulos de París. Tanto es así que, al morir Hugo, un buen grupo de prostitutas acudió al funeral con un crespón negro en sus genitales en señal de duelo.
Gustavo Adolfo Béquer, a pesar de ser el epítome de lo romántico, también tiene una faceta satírica y sexual poco conocida: llegó a elaborar una serie de ilustraciones, junto a su hermano (pintor y dibujante), del rey siendo sodomizado. Esta colección de ilustraciones antimonárquicas, fechada en 1868, se presentó bajo el título Los Borbones en pelota.
Finalmente, para equilibrar un poco las cosas, desmentiremos un rumor popular acerca de John Ruskin: no, Ruskin no tenía fobia al vello público ensortijado de las mujeres. Durante mucho tiempo se ha mantenido este bulo, y que justo por ello no consumó su matrimonio conEffie Gray. Al parecer, esta patraña fue alimentada en los años 1970 por la escritora Mary Lutyens, que publicó un par de libros de los Ruskin en los que especulaba con esa posibilidad.
¿Quién sabe algo en realidad?.Se habla aunque no se sepa de que.
Este comentario mío no pega mucho en este artículo. No se en que estaría pensando.