Los hermanos Sisters
Los hermanos Sisters. Patrick deWitt. Editorial Anagrama. Panorama de narrativas. Traducción de Mauricio Bach. 336 págs. 18.90 €
Por Pedro Luis Ibáñez Lérida
Mi abuelo no sabía leer. Aprendió, entrado en años y ya jubilado de su actividad profesional, balbuceando páginas de las novelas del Oeste. Tuvo el coraje de acabar con su analfabetismo aplicando tesón y perseverancia, mientras mascullaba palabras con la dentadura postiza. En España el fenómeno de las novelas de este género contribuyó al fomento y estímulo de la lectura en un ambiente cultural condicionado por una férrea censura. Y en cierto sentido, la lectura de esta obra me ha traído el recuerdo de mi abuelo.
El eco de esta obra tiene resonancias a Emilio Salgari, quien también supo trasladar su capacidad de fabular aventuras a las praderas del Oeste americano. En sus narraciones la acción es un elemento esencial que dinamiza la lectura, como un personaje más que contempla en un plano privilegiado cuanto acontece. No es difícil desear ensillar una de las cabalgaduras y galopar a la par de Charlie y Eli Sisters. Son como la noche y el día. La relación fraternal no sólo se ciñe al afecto entre hermanos. Son asesinos a sueldo cuya protección individual es confiada a uno por el otro y viceversa. Es una pareja que con tiranteces y diferencias se encamina a un mismo destino. Las personalidades de cada uno de ellos, están definidas por una psicología dual en cuanto a la filosofía de vida que mantienen. El contraste de caracteres les obliga a abordar soluciones desde el conflicto. Dos sicarios que no dudan en desenfundar para cumplir los objetivos marcados por el comodoro, un potentado con ambiciones políticas a quien sirven.
Nos encontramos en el año 1851 en la ciudad de Oregon, en plena fiebre del oro. Los hermanos Sisters se dirigen a San Francisco para liquidar a Hermann Kermit Warm, un librepensador y científico autodidacta, y conseguir un preciado documento relacionado con la detección del preciado mineral. El viaje entre ambas ciudades será una rocambolesca aventura en la que ambos hermanos sufrirán una transformación interior, fruto del desamparo y soledad interior en la que viven. Este dúo —que ha sido comparado desacertadamente con otros literarios e incluso cinematográficos— se diferencia de otros en que la relación de hermandad es prioritaria sobre otras. El toma y daca que sostienen ambos hermanos, proviene de su forma de aceptar la vida. Aunque ello no les resta eficacia mortal en los negros y sangrientos actos en los que se ven envueltos, infundiendo respeto y temor a su paso. Charlie, el hermano mayor de la estirpe, es alcohólico y pendenciero, de gatillo fácil. No se arredra ante las dificultades, si no que se crece. “No soy como nadie”, dice. Eli, en cambio, “lleva toda la sangre romántica”. La insatisfacción que le persigue, por la crudeza de su labor delictiva, se manifiesta en las reflexiones que, a modo de aforismos, clama durante el viaje: “Pensé: quizá un hombre en realidad nunca es verdaderamente feliz. Quizá no exista tal cosa en nuestro mundo, después de todo”. Sigue a su hermano por fidelidad, pero cada vez con menos convicción.
Los hermanos Sisters es una novela compuesta por muchas novelas. Los episodios tienen autonomía propia. Marcan las jornadas que separa a los dos pistoleros de su objetivo criminal. El humor negro se congracia con la ironía, cristalizando en un argumento plagado de matices surrealistas. Una gavilla de personajes, a cual más desquiciado, bandido, embaucador, taimado o violento se entrecruzan con la pareja. De entre ellos destaca Henry Morris. Otro asalariado del comodoro que es enviado por éste para que espíe e investigue al propietario del valioso documento, Hermann Kermit Warn, descubridor de una innovadora y sorprendente fórmula que revolucionará la búsqueda del oro. El autor incorpora a la obra un ejercicio literario interesantísimo con el diario manuscrito de Morris. Donde describe la mutación interior que experimenta cuando, contraviniendo el mandato asignado, intima con Warn.
Patrick deWitt ofrece al lector un cúmulo de aventuras, a cual más sugerente, atractiva o ridícula conformando una miscelánea realmente descriptiva de los usos y abusos humanos. El título de la obra alude a la mordaz asociación de fraternidad, en un plano y contraplano masculino y femenino que rompe los tópicos a que nos tiene acostumbrados la filmografía de este género. La novela contiene aspectos delirantes que se identifican con la clamorosa convocatoria del oro y su influjo maligno en los buscadores que pierden el juicio en su denodada búsqueda. El autor canadiense centra la fortaleza narrativa en los dos hermanos. Son dos personajes a la deriva que buscan su sitio en el mundo. En esa compleja, errática e inconsciente búsqueda, sus diferentes personalidades se verán influidas por el vacío emocional que portan calladamente y que, finalmente, podrán mitigar, aliviar y saldar de manera conmovedora.