Esta noche arderá el cielo
Esta noche arderá el cielo. Emilio Bueso. Salto de página, 2013. 288 págs. 18 euros
Por Juande Garduño
“El mundo en un puño y, en el puño, el acelerador”. Así empieza Esta noche arderá el cielo, del dos veces ganador del Premio Celsius, Emilio Bueso. Y la frase en sí es un resumen de todo lo que ocurre en la novela. Uno se monta en esa Harley que es la vida, acelera, pero la mayoría de veces no conoce el camino, o cree haber pasado por él y sin embargo ha cambiado. Vete tú a saber.
Nos encontramos ante la cuarta novela del autor valenciano, publicada por Salto de Página, como sus dos anteriores trabajos: “Diástole” y “Cenital”.
La sinopsis de esta novela viene a contar esto:
La Trans-taiga es la carretera más larga y solitaria que puede recorrerse en el vasto norte canadiense: más de seiscientos kilómetros a través de un desierto boreal que mueren de pronto junto a un embalse abandonado. Un sitio que cruzar con moto, que perderse con una mujer casada, acampar bajo la fosforescencia de la aurora y la lluvia de estrellas. Ése era en un principio el plan de Mac. Mac es un tipo que a veces necesita medicación y cuyos planes, a menudo, salen mal. Mac entiende de carburadores, de ataques de pánico y de Rock and Roll. De lo que no entiende Mac es de avionetas de contrabandistas en vuelo rasante, de armas biológicas y ancestrales secretos de los indios cree. Y va a tener que aprenderlo todo en una noche.
La verdad es que con esta novela tengo sentimientos encontrados. Hay cosas que me han gustado mucho, pero otras no tanto. Emilio, para mí, sigue siendo uno de esos pocos escritores contemporáneos de género español que quedará para la posteridad. Su prosa es única, su voz narrativa es un personaje más de cada una de sus novelas, y en “Esta noche arderá el cielo” no iba a ser menos. Cada frase de Emilio Bueso es un martillazo a la cabeza del lector, no hay sitio a la improvisación, son frases pensadas y meditadas para crear ese efecto. Y eso es loable. Sin embargo, a veces, todo parece demasiado pirotécnico, como si Emilio no pudiese alejarse de su espectáculo y se quemase los dedos.
Respecto a la trama, creo que la novela en sí es toda una gran metáfora que habla sobre miedos. No miedo a los monstruos salidos de la imaginación del hombre, sino a cosas más banales: miedo al amor, miedo a crear una familia, miedo a perder la seguridad de lo estable, miedo a no ser lo que los demás esperan de nosotros. Y todo esto se plasma en casi trescientas páginas que nos hablan de una pareja de moteros que ensillan sus motos y cabalgan por una de las carreteras más largas y abandonadas que el hombre haya podido crear. Porque en la novela pocos personajes más hay (que los hay), y ni falta que hacen. Mac, un mecánico que limpia carburadores y que se medica para combatir sus ataques de pánico, y Perla, que no sufre ataques de pánico pero que huye igualmente cuando la responsabilidad se asienta en su vida. Ambos fueron pareja, pero sus caminos se separaron hasta que la Trans-taiga volvió a unirlos. Estoss dos, por caprichos del destino, conocerán a unos indios cree y todo se irá a la mierda, porque estos indios… bueno, mejor lo dejo ahí.
Hubo una cosa que me pasó con Esta noche arderá el cielo, y es que nunca hubiera imaginado que era una novela de género fantástico por sus primeras cien páginas. Esto me chocó, me había sumergido tanto en la historia de Mac y Perla, en su pasado, en su presentación como personajes al fin y al cabo, que cuando sucedió algo “que no era normal” me quedé descolocado (y lo digo yo, que “En el camino de baldosas amarillas” hice igual). La historia dio un giro completo y por poco me salí por encima del quitamiedos. Sin embargo, me agarré bien al asfalto y continué la marcha, y es que Bueso me tenía preparada una muy grata sorpresa al final de la carretera, el recuperar a uno de mis monstruos favoritos. No diré cual, pero Algernon Blackwood hubiera disfrutado mucho de esta historia.
El final es explosivo. Si Emilio se estaba conteniendo, aquí se corre de gusto y hasta nos mea encima. Un desfase en todos los sentidos, hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien con un final. Qué despiporre, qué orgía, qué subidón. Aunque tras el final hay otro final, y como se cierra la historia de Perla hizo que levantara una ceja de incredulidad, ceja que no levanté cuando aparecen los elementos fantásticos de la novela.
En fin, que cierro ya esta reseña/opinión personal. Emilio es un autor grande, y esta novela también es grande (y con una edición muy cuidada, como nos tienen acostumbrados en Salto de Página), aunque ahora hay que ver si funciona, ya que no aborda temas polémicos ni viene avalada por prestigiosos premios. Mi consejo es que os hagáis de ella, porque Emilio Bueso es el camino a seguir por la literatura de género en España. Así, sin más.
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