Semana Negra: This is the end
Por PACO G. ESCRIBANO. Una vez terminada la Semana Negra, toca reflexionar. Desde mi punto de vista y a pesar del cambio en la dirección de la organización, la cosa ha salido bastante bien, que siempre he tenido claro que no debe ser fácil organizar un evento de la magnitud de este festival literario negro por excelencia. Lo de que son todos los que estaban, pero que no estaban todos los que son, no es nuevo, y se podía haber aplicado a cualquiera de los años anteriores. No se puede llevar a todo el mundo, eso está claro, y en el mundo de la literatura jugamos con egos y vanidades. Lo que sí se echó de menos, entiendo que por los recortes, es la convivencia de otros años. Me refiero a que en otras ocasiones, la permanencia de los escritores en Gijón era mayor. Daba la sensación de que había menos autores, pero lo que pasaba era que estos solo permanecían en el festival un día o dos y había menos coincidencias de escritores que otros años. A algún invitado primerizo, se le veía dando vueltas por la terraza del Don Manuel, sin tiempo para intimar, como sin atreverse a sentarse en una de las mesas con algún autor reputado, que era una de las cosas que más molaban. En fin, esperemos que pase la crisis. Pero, por lo demás, creo que la organización merece un voto de confianza.
A Marta Menéndez (por cierto, felicidades y que cumplas no muchos) habría que hacerle un monumento por su trabajo previo de logística y por estar pendiente de los autores durante el tiempo que dura el sarao. También a las chicas de la Iglesiona, que atienden cada día y cada noche mesas interminables de invitados que piden esos pedazos de menús. Que unos pagan con vale, otros en metálico, otros quieren café, otros chupito…, que vamos, que se lo curran que te pasas.
Qué decir de Silvia, Mel, Luisa y Alba, las chicas del Donma que, coordinadas por Magali, están dando la cara desde por la mañana hasta bien entrada la madrugada. Para dentro, para fuera, que me pongas una cerveza, que oyes, que cuando vuelvas a salir me traes un ron con cola… Chapó, chicas. Que un día apareció por allí una persona de los sintecho. Una de las mesas llenó un plato de patatas y de carne que habían sobrado y Silvia le preparó una mesa con la misma amabilidad que si fuera un cliente, y eso no lo hace todo el mundo.
Uno de los puntos fuertes de los últimos días, a mí este tipo ya no me sorprende, fue el recital de Carlos Salem. La carpa de A Quemarropa estaba, no llena, sino que la gente estaba hasta por fuera. La mayoría del público eran adolescentes. Cuando comenzó la jam y empezó a recitar Luis Artigue, se formó una cola, sobre todo de niñas, para hacerse fotos con Carlos, y gritaban como si fuera el quinto beatle. Sin duda, Carlos se lo merece. Es un obrero de la literatura, un poeta de lo divino y de lo urbano. Se lo gana, pero se lo curra, sin ir más lejos, el domingo se piraba a Santander a dar otro recital y a seguir la gira. Con Dios, compañero, o con Diosito.
El sábado ya olía a fin. Por eso me encaminé a la tienda de camisetas que hay frente a la estatua de Don Pelayo. Y ahí anduve con la dependienta eligiendo modelitos. Cuál no sería mi sorpresa al pagar cuando la chica va y me dice: “No somos na, don Paco”. Así que allí estuvimos hablando de la Semana Negra, de la anterior, de la presente y de la futura.
Desde estas páginas que han pretendido ser la cara B (gracias por el título, Laura Muñoz) de la Semana Negra, quiero agradecer, para finalizar, a todo el mundo, el empeño en que este festival siga. A la organización, sí, pero también a los compañeros (espero que saliera bien esa Carmina Burana en Oviedo, Jon Arretxe), a los editores, a los de la prensa, a los de los comercios y hasta a los taxistas.
Y que si podemos, el próximo mes de Julio volveremos a estar allí para dar la murga o lo que sea menester. Os dejo, que acaban de llegarme los libros prometidos de Mariano Sánchez Soler (buen tipo este). No somos na…