DOS CLÁSICOS, DOS TRAZOS…
Por CARMEN MORENO. Hay libros sobre los que parece que ya no se pueda decir nada nuevo. Probablemente, así sea en un espacio de reseñas o de noticias rápidas que están prediseñadas para consumo rápido. Obras que han pasado, por mérito propio o empeño puesto por el fatum, a la historia, si no de la literatura de la historia de la edición en el mundo. Este es el caso de los dos libros que traemos aquí hoy.
El primero es una edición preciosa de Impedimenta. Un libro que recuerda a aquellos únicos y ya olvidados que Saturnino Calleja estuvo editando en el primer cuarto del siglo XX.
Impedimenta apuesta por la innovación en el formato del libro y reduce su tamaño, lo cuadra y utiliza una encuadernación fuera de los cánones de la edición “normal”.
El libro de Peter Newell, Las siestas de Polly, nos da a conocer al que está considerado el padre artístico de Winsor McCay. Newell (Illinois, 1862-Nueva York, 924) fue un creador de historietas norteamericano. Ilustró, entre otras obras, Alicia en el País de las Maravillas, de la que se encuentran muchas reminiscencias en Las siestas de Polly. La recreación de un mundo absolutamente onírico en el que Polly, una niña con una imaginación portentosa y una apremiante narcolepsia, abandona el mundo real para vivir las pesadillas que su mente crea después de haberse fijado en algo muy concreto de su vida diaria.
Fue el creador de los dos volúmenes de Topsys and Turvys que contienen imágenes que pueden verse al derecho y al revés, convirtiéndose en el precursor de lo que luego haría, entre otros, Gustave Verbeek en su tira The Upside-Downs.
Las siestas de Polly, se pubicaron en primera instancia en New York Herald e iban dirigidas a un público infantil. Ahora, Impedimenta las rescata para hacer el deleite de los lectores de cualquier edad.
El segundo libro del que voy a hablar es la ya conocidísima novela de Scott Fitzgerald, El Gran Gatsby. Muy poco se puede añadir a lo que ya se ha dicho a lo largo de estos ochenta y ocho años desde su publicación.
La edición de Sexto Piso apuesta por las ilustraciones de Jonny Ruzzo, un neoyorkino que nos remite a algunos momentos de Hopper, a esa Noreteamérica de los años veinte que tanto hemos visto en la “gran pantalla” y hemos soñado.
Ruzzo juega con imágenes de trazo sencillo, introduciendo la luz para adaptar la ilustración al texto de una manera sublime, cuando se trata de las imágenes a página completa.
En ambos casos, el de Impedimenta y Sexto Piso, hablamos de ediciones que se salen de lo común para reforzar, a nivel comercial, obras que ya están refrendadas por la maestría de sus autores.