Érase una vez… Ana María Matute
Érase una vez… Ana María Matute, una escritora que se ha pasado toda la vida abriéndonos la puerta a mundos extraordinarios.
Hoy podríamos contar un cuento: Érase una vez una niña llamada Ana María que empezó a escribir con tan sólo cinco años. Tenía un problema que muchos niños tienen: era tímida y tartamuda, y como no podía hablar bien, se puso a escribir cuentos e historias. Ya de mayor ganó muchos premios…, el Premio Planeta, el Nadal, el Nacional de Literatura y, en 2010, el Premio Cervantes. También le dieron la oportunidad de ocupar una silla en la Real Academia de la Lengua con la letra más rara de todas, la k.
Ahora, tras muchos años y una larga sucesión de libros, ha llegado el momento de dar nueva vida y color a sus cuentos infantiles. Para ello, se ha contado con el apoyo de las ilustraciones de Albert Asensio, un dibujante capaz de soñar y pintar el mundo mágico creado por la autora. Juntos, con sólo un pie descalzo y un saltamontes verde, iniciaron una nueva aventura.
Este miércoles 10 de abril ha llegado el momento de celebrarlo: en Barcelona, con a Ana María Matute y la periodista Julia Otero. La presentación de los cuentos tendrá lugar a las 19.30 h en La Casa del Libro de Rambla Cataluña 37.
Actualidad editorial: Destino editará los nueve cuentos infantiles con los que han crecido generaciones de lectores durante más de 50 años: ya en librerías, El saltamontes verde y Sólo un pie descalzo. A los que seguirán Paulina, Caballito loco, El país de la pizarra, El aprendiz, El polizón de Ulises, El verdadero final de la Bella Durmiente y Carnavalito.
El saltamontes verde
«Una vez existió un muchacho llamado Yungo. Vivía en una granja muy grande, cercana a los bosques. La granja estaba llena de muchachos de todas las edades, los unos hijos de los granjeros, los otros de los criados. A primera vista, Yungo parecía un niño como los demás, pero los muchachos dejaban pronto de jugar con él, y las gentes no solían hablarle ni pedirle nunca nada. Y es que Yungo no tenía voz.»
Pero Yungo no era mudo, él sabía que su voz estaba en algún sitio, sabía que alguien se la había robado. Y un día, como por arte de magia, mientras pensaba en cómo recuperarla, dibujó en una hoja de su cuaderno una isla muy bonita, rodeada de mar y pájaros, y pensó: «Aquí estará escondida mi voz». Esa misma tarde, Yungo emprendió su viaje hacia el Hermoso País en busca de las palabras, para convertirse en un niño como los demás, pero encontró algo más importante, mucho más importante…
Sólo un pie descalzo
«Hace muchos años, tantos que no vale la pena contarlos, existió una niña llamada Gabriela, que solía perder a menudo un zapato. Sólo uno, no los dos…»
Cuando lo perdía, los mayores se enfadaban mucho con Gabriela, y ella se sentía rara y triste, muy triste. Pero un día descubrió que algo muy especial ocurría en esos momentos. Se abría una puerta que sólo podía cruzar quien llevara un solo zapato, una puerta que estaba a punto de llevarla a un mundo mágico donde todo era posible.
Ana María Matute (Barcelona, 1925) ha cosechado los premios literarios más prestigiosos por su obra, entre la que figuran las novelas Los Abel (finalista del premio Nadal 1947), Fiesta al Noroeste (Premio Café Gijón 1952), Pequeño teatro (Premio Planeta 1954), Los hijos muertos (Premio de la Crítica 1958 y Premio Nacional de Literatura 1959), Primera memoria (Premio Nadal 1959), Los soldados lloran de noche (Premio Fastenrath de la Real Academia Española 1962), La torre vigía (1971), Olvidado Rey Gudú (1996), Aranmanoth (2000) y Paraíso inhabitado (2008). También es autora de varios libros de cuentos reunidos recientemente en el volumen La puerta de la luna (2010). Es miembro de la Real Academia Española y de la Hispanic Society of America. En 2007 fue galardonada con el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra.
Albert Asensio estudió diseño gráfico en el EADT y más tarde se especializó como ilustrador en la escuela Eina de Barcelona y la Central Saint Martins College of Art and Design de Londres. Sus trabajos de ilustración han merecido ya varios premios.
que porqueria