Entrevista a Joâo Fernandes: nuevo subdirector del Museo Reina Sofía
Por Luis Cáceres Cantero.
Joâo Fernandes: “Los ‘tesoros’ de la colección garantizan una curiosidad de todo el mundo por el Museo Reina Sofía”
El historiador del arte portugués Joâo Fernandes (Bragança, 1964), conocido por haber dirigido durante 16 años del museo Serralves de Oporto con grandes resultados de público y crítica, acaba de ‘aterrizar’ en España como nuevo Subdirector del museo de arte contemporáneo más importante de nuestro país, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Fernandes, que se ha incorporado este mes de enero al equipo de Manuel Borja Villel (actual director de la institución española), sustituye en el cargo a la anterior subdirectora, la australiana Lynne Cooke. En esta conversación mantenida con él, os adelantamos algunas de las ideas y acciones que tratará de poner en práctica durante su nueva etapa en la institución española.
– ¿Cómo se produce su nombramiento?
He estado 16 años dirigiendo el Museo Serralves en Oporto. Los primeros 6 años fui director adjunto con Vicente Todolí. Después, de 2003 hasta ahora, fui director de la institución portuguesa hasta mi nombramiento como Subdirector del Museo Reina Sofía. Durante todo este tiempo he trabajado con cierta regularidad con el director del museo español, Manuel Borja Villel, cuando éste estaba en la Fundación Tapies, en el MACBA o en el Reina.
Hemos hecho juntos diferentes co-producciones de exposiciones, compartiendo ambos un mismo objetivo en relación al mundo del arte actual. Borja Villel y yo creemos que la función de una institución de arte de nuestro tiempo es añadir ‘historias’ a la Historia del Arte que conocemos.
La Historia del Arte ha sido contada desde un punto de vista céntrico, siendo necesario que ésta se abra a muchas otras historias. Narrativas que para los poderes establecidos no contaban. Estas otras historias vienen de zonas geográficas consideradas periferias, ya que han estado colonizadas políticamente y económicamente por centros. Este modelo ha sido una reproducción de los modelos económicos de los imperios. Hoy no se puede ver el mundo a partir de un solo eje Londres-Nueva York-París-Alemania, sino que se tiene que ver el mundo y el museo desde una perspectiva más amplia, donde estén contemplados América del Sur, los países del Este, África o Asia.
– Desde el Museo Reina Sofía, ¿se mira ahora fundamentalmente a Hispanoamérica?
Portugal y España comparten una historia riquísima. Ambas pueden abrir ventanas hacia Ámerica del Sur debido a sus conexiones históricas. Ventanas que pueden permitir conocer una riqueza inmensa que se ha pasado por alto en América del Sur y que sólo en estos últimos años está siendo conocida, evaluada y reconocida. De hecho la primera crítica del ‘Modernismo’ del siglo XX que se ha desarrollado, ha sido precisamente en América del Sur.
Es muy interesante ver como la recepción del arte concreto de Max Bill o la Bauhaus abrieron un camino en esta región que habla del espacio, del espectador que deja de ser pasivo y se convierte ahora en cómplice del proceso artístico. Este último va a ser mucho más rico en sus métodos que en los resultados. Se da una crítica del objeto en América del Sur que anticipa la crítica del objeto de arte del mundo anglosajón en los 60. En los 50 en Brasil, Ferreira Gullar escribe teorías ya en ese sentido o Mario Pedrosa empieza a hablar de pos-modernidad.
Borja Villel y yo hemos colaborado por ejemplo en la exposición de Lygia Pape presentada en el Reina Sofía recientemente. Otro de los objetivos que teníamos era el de buscar algunas de las historias más marginales del arte, en donde se da la situación que ni los centros artísticos saben contar sus historias ya que los cuentan desde el lenguaje y los objetivos de las estructuras de poder que los determinan, sean las instituciones, sea el mercado.
En este sentido la interacción entre lo que han sido las vanguardias del siglo XX en la reinvención del lenguaje más allá del lenguaje patronizado por las estructuras de poder ha sido un utensilio para desarrollar nuevos tipos de arte. Así desde la importancia de los discursos en los movimientos modernistas hasta el letrismo en la post-guerra, o luego el situacionismo son fundamentales.
– El Reina Sofía es también rehén, a veces, de la visita obligatoria de foto al Guernica, hay muchas más obras igual de interesantes en la colección…
Es verdad eso que dices, pero en realidad es magnífico que un museo como el Reina Sofía esté protegido por su colección. La independencia de la programación, que es única en el contexto de los demás museos de nuestro tiempo, es posible porque la colección la protege. Los ‘tesoros’ de la colección garantizan una curiosidad de todo el mundo por este museo que permite no sólo que las exposiciones sean posibles, ya que el museo es muy visitado, sino que también mucha gente que viene a ver el Guernica, pueda descubrir por ejemplo a James Coleman.
El reto de un museo hoy no es tener una audiencia, es saber qué hacer con las personas que te visitan. Esta es una lucha difícil, porque los museos no construyen las sociedades sino que son las sociedades las que construyen el museo. En estos momentos vivimos en una economía global donde el arte y la cultura han sido filtradas por una sociedad de consumo que elige la cultura como industrias del espectáculo. Los museos participan en esa economía del espectáculo contemporáneo. Esto es lo que hace viajar a miles de personas por todo el mundo, que acuden a estos lugares para simplemente decir que han estado allí y no para asimilar el arte, no para ver, solo para estar.
Este es el gran reto que tenemos por delante, cómo trabajar con las personas que vienen al museo y éstas comprendan que tienen aquí una ocasión para confrontarse con los artistas, las obras y con el mundo. Que puedan confrontar sus visiones con aquello que los artistas les proponen como extensión de la experiencia y de la condición humana en el mundo.
– En su opinión, ¿Qué herramientas pueden hacer realidad ésto?
El museo es hoy también un foro de discusión, de actividades. Es una especie de ‘plaza’ donde la vida se desarrolla. La actividad continua de un museo pasa también por seminarios, discusiones, diferentes géneros de encuentros con la obra de arte, o por diferentes discursos que puedan ocurrir, pasa por una confrontación de puntos de vista, por una conexión entre las artes visuales y otras artes como la música, las artes del movimiento o el cine. Es interesante ver como el Guernica, por ejemplo puede ser contextualizado a partir de los años de la Guerra Civil en España, de las películas o la música que se hacían y se escuchaban en ese momento, esto es algo único también para generarte la curiosidad de conocer.
– El recorte presupuestario y la crisis están afectando al museo, ¿cómo trabajar con menos dinero?
Las crisis son también momentos que pueden ser muy útiles para repensar estrategias y modos de trabajar. La necesidad de protegernos con redes de interacción entre museos es cada vez más una de las respuestas a una situación de crisis económica donde los museos se pueden ayudar unos a los otros con sus colecciones, con sus co-producciones. Son circunstancias que te permiten una mejor definición de la estrategia a seguir. Se hace imprescindible aprovechar lo que la crisis pueda traer de bueno, en el sentido de mejorar modos de hacer.
La necesidad de gastar menos puede ser una manera también de ser más objetivos en lo que se hace. Por ejemplo muchos directores de cine han trabajado mejor con pequeños presupuestos que con grandes, ya que han sido más libres a la hora de tomar decisiones.
Por otro lado, la crisis no puede afectar a la identidad y los objetivos de las instituciones. Se debe garantizar la supervivencia de los proyectos optimizando los recursos y las maneras de trabajar sin abandonar los objetivos. Creo que el Reina Sofía con las co-producciones que está llevando a cabo y con las redes de museos que está estableciendo, por ejemplo la apertura que está llevando a cabo con los archivos de América del Sur o con otros museos españoles, está disponiendo maneras muy objetivas de lidiar con la crisis.
El Reina Sofía se está abriendo a un modelo que es nuevo en Europa. Este se corresponde por coincidencia al modelo de la institución de la que yo provengo. El Museo Serralves está financiado mayoritariamente por inversión privada, al mismo tiempo que es un museo que cuenta con contribución del Estado que lo apoya en un 47% del presupuesto, y el sector privado con el 53%. Es un museo creado por el Estado, con autonomía administrativa y una completa independencia de la dirección artística. Este modelo, que puede añadir lo mejor de dos paradigmas, el de la financiación privada americana y pública europea, puede ser hoy un camino a seguir.
El Reina Sofía, con su Fundación, recientemente creada, está abriendo en Europa caminos para lidiar con la crisis de una manera que en mi opinión será el futuro de las instituciones artísticas europeas. Cambiar los sistemas de financiación, sin perder el pasado y la historia de las instituciones del siglo XX en Europa es la fórmula.
– El proyecto es llevar el Reina Sofía al extranjero, darle una relevancia mundial, ¿cómo se ve al museo español desde Portugal?
Este museo ha sido una de las grandes expresiones de la democracia en España. Para los portugueses venir a descubrir los grandes nombres del arte, que sólo conocíamos por los libros, y ver las exposiciones interesantísimas que aquí se han realizado, ha sido importantísimo. El Reina Sofía tiene un lugar único en el mundo de los museos de nuestro tiempo.
La herencia de una condición semi-periférica hoy puede ser una ventaja para los desarrollos de nuevas interpretaciones. No estamos colonizados por los discursos pero estamos produciendo otros discursos que son hoy más abiertos, más heterodoxos, menos dependientes de objetivos que no son los de los artistas.