EL TERMÓMETRO
Por CARMEN MORENO. EL TERMÓMETRO
En los tiempos que corren en demasiadas ocasiones hay que decidir entre pagar la luz o tomarse una caña. En esta situación, muchas son las voces que dicen que los libros son caros y señalan a los editores como los responsables de esta situación.
Para tener la otra versión de los hechos, para que el lector/comprador mantenga su opinión o pueda retractarse, conociendo la verdad del negocio de los libros, he hecho una encuesta cerrada a un grupo de editoriales españolas y argentinas, de poesía, de narrativa, de economía. De esta manera, los responsables de la edición pueden contarles su verdad.
A esta encuesta han respondido muchos editores desde la honestidad y con la libertad que se les ha ofrecido. Algunos optan por el humor, otros por callar ante algunas de las cuestiones, pero, estoy convencida, de que ninguno les dejará indiferentes.
Comenzamos con una editorial que fue galardonada con el Premio a la Mejor Labor Editorial Cultural en 2008: Impedimenta.
IMPEDIMENTA
(Responde Enrique Redel)
1.- Defíname la palabra “crisis”.
Cambio forzoso y doloroso de modelo, por agotamiento del anterior, aunque más bien, por lo visto, por ineptitud, codicia o necedad (consentida, bien es cierto, y hasta celebrada) de nuestros dirigentes.
2.- Deme una razón para mantener abierta una editorial en los tiempos que corren.
Las ganas imparables de recomendar, de aconsejar, de aplacar con cierta dosis de belleza, con humor o con ingenio la mediocridad inherente a la realidad más palpable que nos toca vivir. Pessoa decía que la literatura nos servía porque nos sacaba de aquí. Pues eso.
3.- Deme una razón para cerrarla.
La edición (según la entendemos nosotros) es una labor de desgaste. Al menos en una editorial como Impedimenta no nos planteamos poner el piloto automático, porque siempre tienes que estar innovando, arriesgando, ideando, motivando, creando, seduciendo. La única razón para cerrar sería el agotamiento (físico o financiero). Afortunadamente, estamos fuertes en ambos terrenos. Por ahora, y cruzamos los dedos.
4.-¿A qué escritor de la literatura universal de todos los tiempos le gustaría haber publicado?
Con algunos ya lo he conseguido (eran mi sueño de juventud): T. C. Boyle, X. L. Méndez Ferrín, por ejemplo, o Georges Perec. Me gustaría haber formado parte de la operación de riesgo que supuso poner Ulises, de James Joyce, en la calle, al alcance de los lectores. Se trata de una de esos logros que merecen la pena, porque se trata de un libro excepcional, descomunal, fronterizo, que nadie en su sano juicio publicaría, porque suponía un misil a la línea de flotación misma de un espíritu nacional, de una época.
5.- ¿Edición independiente o tradicional?
Sin duda independiente. Pero no porque sí, sino porque es la única literatura que piensa en el lector no como un mero consumidor. La edición independiente suma, crea sociedad que piensa y progresa, deleita al alma, sin quedarse en el mero entretenimiento miope. No me gustaría ser editor de “productos” que generan beneficios. El libro es algo más, más importante, vital, y somos lo que somos gracias a los libros. Y eso solo se puede crear bajo la independencia.
6.- ¿Qué puntuación le daría a la literatura española actual del 0 al 10?
Estoy mucho menos al tanto de lo que se publica en lengua castellana de lo que debería. Quizás es por deformación profesional, o porque la actividad en la editorial, que me obliga a leer sin parar libros escritos en otras lenguas, no me deja apenas tiempo para disfrutar de autores en castellano que sé que son magníficos. He publicado pocos autores en castellano, pero los tres o cuatro que están en nuestro catálogo (Ibáñez, Adón, Berti o San Basilio) son prodigiosos. Cada vez que leo algo de Eloy Tizón, Pablo d’Ors, Mercedes Cebrián, Menéndez Salmón u Óscar Esquivias (lo hago tanto como puedo), sé que estoy ante literatura de primer nivel. Autores, en cierto modo, “tapados” por la generación de los Vargas Llosa, Millás y Muñoz Molina, pero que hablan en mi idioma con una brillantez pasmosa. A ellos les doy un 10. Aun así, el talento no abunda. En ningún idioma.
7.- ¿Ayudas estatales o autofinanciación?
Soy partidario de que los libros se batan el cobre en las mesas de novedades, que es donde tienen que dar la talla. Aun así, hay libros minoritarios, sellos exquisitos, cuya labor sería impensable sin una ayuda por parte de aquellos que están para velar por la pluralidad cultural. Desde luego, una editorial no puede vivir de las subvenciones, pero el hecho de que el estado, o una institución pública o privada, destine fondos a hacer que dos, tres de sus títulos sean viables, hace que un catálogo lastrado por necesidades puramente pecuniarias pueda permitirse el lujo de poner en las librerías títulos de primer nivel que también son necesarios.
8.- ¿Son caros los libros?
Rotundamente no. En el mejor de los casos, el libro produce una rentabilidad muy baja. Es relativamente difícil hacer que un libro cubra los gastos que su edición ocasiona. Los libros son tan baratos como es posible que sean. Para hacer que sean más baratos solamente podríamos eliminar costes, y eso significaría peores traducciones, peores materiales, peores autores. Con los 8 euros que cuesta una copa en un bar podemos comprarnos un libro de bolsillo. Con dos copas nos compramos uno en rústica. Con tres uno en tapa dura. ¿Por qué no consideramos que el alcohol es caro? ¿Por qué no nos quejamos al barman? Tampoco ayudan las campañas asociadas a determinadas plataformas de venta de libros electrónicos, que están intentando convencernos de que pagar uno o dos euros por un libro es justo. No me extraña que la gente, cuando le pides veinte euros por un libro que vendes en promoción digital a tres te llame ladrón.
9.- ¿Por qué es necesario fomentar la lectura?
A mí no me gustan las campañas oficiales de fomento de la lectura. Espantan al lector de verdad. Porque la lectura es de todo menos “oficial”, “estatal”, “ministerial”. La lectura es una expresión de libertad, el que lee va a la contra, porque piensa por uno mismo. Leer no te hace mejor persona, necesariamente. Puede que te haga peor persona, puede que te inspire ideas malvadas, antisociales. Por eso la lectura es tan peligrosa para el poder. Pero, a nivel personal, la lectura aplaca, conforta, fortalece. Yo creo que más bien nos las deberíamos arreglar para seducir, no para fomentar.
10.- ¿Qué origina la aceptación o negación de un manuscrito en su caso?
Mi gusto personal. Que a mí me parezca diferente, potente, conmovedor, que tenga una voz propia e imparable. Que me diga algo que no sepa, o bien que me enseñe el reverso oculto de lo que creo saber. Que me divierta o me destroce. Que lo pueda recomendar a la gente que quiero. Decía García Márquez que él escribía para que lo quisieran. Yo no llegaría a tanto en el caso de la edición, porque la edición explota el talento ajeno, no el propio, pero me gusta ser intermediario de aquello que a mí me seduce.
La web: http://impedimenta.es/portada.php
El catálogo: http://impedimenta.es/media/blogs/libros/CATALOGO_IMPEDIMENTA.pdf