'Community': la comedia post-realista
Por IVÁN F. MULA
Siempre es un placer encontrarse entre la oferta televisiva mundial algún producto que, más allá de ser bueno, se diferencie por su originalidad. Las series (especialmente, las americanas) viven uno de sus mejores momentos y no es fácil que una comedia aporte una nueva forma de abordar los temas de siempre ahora que parece estar ya todo inventado. Community, creada por Dan Harmon y emitida en NBC, reinventa en cierta forma la sitcom a base de chistes y parodias basados en la cultura pop. Es así como consigue, desde la aparente exageración, un retrato fiel de la sociedad autorreferencial en que nos hemos convertido.
El uso de la imitación en el arte de contar historias ha sido reivindicado constantemente desde Aristóteles hasta la actualidad. En el teatro realista, pongamos por ejemplo, se mantenía la idea de que la imitación proporciona al espectador la “ilusión de la realidad” y, por lo tanto, una seguridad en lo que resulta verosímil. Como decía Diderot, se trata de engañar al público para que “se imagine que asiste a la acción de la verdad”. En unos casos, dependiendo del tono y la intención del autor, la misma acción de reconocernos puede emocionarnos o bien provocar la risa.
Los tiempos han cambiado y también nuestra sociedad, aunque el mecanismo de imitar sigue siendo el mismo. La diferencia hoy en día es la cantidad de referencias a series, películas, libros, cómics y canciones que cargamos en nuestro inconsciente colectivo. Durante el siglo XX, se crearon todos esos mitos contemporáneos y ahora no podemos quitárnoslos de encima. Especialmente, en los últimos 30 años, esta tendencia a la mitomanía se ha multiplicado hasta niveles enfermizos.
Lo que implica todo esto es un paso más hacia la confusión en el juego de espejos de la imitación que alguien tenía que dar. Community es una serie que, quizás sin pretenderlo, habla de esta nueva generación que ha aprendido lo que es la vida en la ficción en vez de viviéndola realmente. La imitación de la vida que imita la ficción que imita la vida, si no hemos perdido ya la cuenta.
Su punto de partida es, en realidad, bastante convencional: Jeff Winger (Joel McHale) es un abogado que se ve en la obligación de volver a la universidad porque han invalidado su título y no puede ejercer. Es así como se matricula en Greendale, una universidad comunitaria, en la que conoce a un conjunto de personajes inadaptados con los que forma un grupo de estudio.
Al principio, la serie no es más que un simple homenaje a las películas de John Hughes pero, poco a poco, su tendencia al metahumor la convierte en una sitcom excepcional. Aunque no cuenta con tanto reconomiento como la divertida Big bang, que también contiene muchos referentes al cine y los cómics, estamos ante un propuesta a reinvindicar que lleva ya tres temporadas. Los niveles referenciales de Community son sin duda lo más interesante y elaborado: desde parodias al uso o la utilización de diálogos ya existentes en nuevos contextos, hasta sutilezas como el personaje de Abed (Danny Pudi) que anticipa lo que va a pasar porque analiza su entorno como si estuviera guionizado (y de hecho, lo está, aunque sólo lo sepamos nosotros).
Abed es, por esto, el personaje clave de Community. Equivale al punto de vista del espectador que busca referencias de forma compulsiva, analiza los personajes, las tramas, las compara, las valora (“Vuestra tensión sexual ha perdido interés en esta última temporada. Seamos realistas: no sois Ross y Rachel”, dice Abed una vez a dos de sus compañeros). Y al mismo tiempo nos ayuda: puede que no pillemos alguno de los homenajes, pero Abed se encargará de hacérnoslo saber con una frase ingeniosa. “No distingo la vida de la televisión”, dice en uno de los episodios de la primera temporada. Y continúa: “Pero al menos la televisión tiene normas, estructura lógica. La vida no“. Curiosamente, cuánto más juega Abed a la ficción, más nos gusta y nos creemos el conjunto. Quizás porque nosotros también hemos jugado a veces a eso en nuestro mundo.
El resto de personajes, cada uno con sus peculiaridades, suman la comicidad y el enredo necesarios para que las situaciones y los diálogos fluyan. Se trata de una serie bastante coral en que ni sobra ni falta nadie. Una mención especial merecen tres de ellos que, probablemente, se encuentren en la lista de secundarios más cómicos y desagradables de la historia de la televisión: Pierce (Chevy Chase), Ben Chang (Ken Jeong) y el decano Pelton (Jim Rash).
A la espera del estreno de la cuarta temporada, es el momento de ponerse al día con esta serie o de descubrirla para los que no la hayan disfrutado todavía. Episodios como el especial de Halloween, los de los torneos de Paintball o el de las seis líneas temporales alternativas son verdaderamente toda una delicia que nadie debería perderse.●
Desde las primeras temporadas ha resultado serie muy prometedora que desde sus inicios dejó una buen impresión en el espectador, aunque se considera que no ha sido de las mejores pero en general tiene una trama muy atractiva.