El ojo clínico de Erich Fromm, una mente lúcida
Por Manuel Díaz de Liaño del Valle.
Erich Fromm, psicólogo, sociólogo y filósofo alemán (1900 – 1980) produjo una cantidad considerable de publicaciones, libros y ensayos en los que expuso su pensamiento a lo largo del núcleo central del siglo xx.
Alejado de los tecnicismos y la compartimentación estanca más academicista, con una visión global e impregnada de optimismo, la obra de Fromm trata de comprender al hombre inmerso en la sociedad actual, con sus numerosas insatisfacciones. Tratando de aportar un nuevo sentido a la identidad individual, Fromm propone además una vía inspiradora de reconciliación con la sociedad moderna, que en tantos aspectos nos ha desencantado.
Casi subversivo en la sociedad actual, en la que cuesta prescindir de dogmatismos y se hace difícil el encuentro con el pensamiento original, su obra, reeditada bajo la colección Nueva Biblioteca Erich Fromm, es una oportunidad para el redescubrimiento de sus ideas. De exposición clara y amena, sus libros tratan sobre aspectos en los que todos estamos reflejados y sirven de germen de reflexión para, al menos, buscar un nuevo camino, quizá el único transitable, si el ser humano aspira a superar sus mayores miserias y desdichas.
Escrito ante los horrores del nazismo y la consternación ante el apoyo popular que propiciara el advenimiento del mismo, El Miedo a la Libertad, su obra más conocida, pone de manifiesto las características individuales y las actitudes sociales derivadas que posibilitan este tipo de sucesos y su argumentación permanece plenamente vigente como explicación de similares horrores acaecidos antes de ayer, si bien de menor intensidad o extensión. Mediante la exposición de ciertos rasgos psicológicos del carácter individual, como el autoritarismo y otros mecanismos de evasión, articula el llamado “carácter social” que, agrupando rasgos comunes de los individuos, forma la fuerza motora de una sociedad concreta y la lleva a comportarse de determinada manera.
Argumenta Fromm que el avance de la economía capitalista y los cambios sociales a él debidos, necesitaron a su vez de un cambio en la mentalidad que el hombre había tenido hasta entonces. Y, si bien esta modernidad posibilitó una cierta liberación de las antiguas cadenas del sometimiento político, social y religioso, esta “libertad de” no resulta suficiente para la satisfacción del hombre, pues surgen nuevas cadenas que otorgan un falso sentido a la recién nacida “libertad para”. El sentido mercantilista de la vida en la sociedad contemporánea, la identidad del ser humano en base a elementos externos a nosotros mismos, como son el prestigio social o la posesión material, nos arrebata de nosotros mismos y nos introduce en una rueda de frustración. Así se forman las nuevas cadenas, menos tangibles que las anteriores, basadas en la identidad del ser humano como mercadería, como explicó Fromm ampliamente en Las cadenas de la Ilusión. Se produce como resultado el hombre enajenado, instruido desde su nacimiento en los nuevos modos y estructuras de producción que imperan en la sociedad y que moldean su carácter sin ser él consciente, libre de las ataduras de antaño, pero anclado en la frustración generada por la carencia de un sentido vital satisfactorio.
Existe, en cambio, la posibilidad de completar el sentido vital del hombre en base a sí mismo y el desarrollo de las capacidades que le son propias: la afectividad, el intelecto y la vitalidad. Este nuevo sentido, al que da contenido Fromm en otros de sus libros, como Del Tener al Ser o El Arte de Amar y relacionado con tendencias actuales como el downshifting o el movimiento slow, supondría un encuentro del ser humano consigo mismo. A partir de un estado interior armónico, posibilitado por el autoconocimiento y al que asistirían técnicas como la meditación o el psicoanálisis, que el propio Fromm usó profesionalmente con sus pacientes y consigo mismo, se posibilitaría llegar al entendimiento y la reconciliación con uno mismo y con el otro.