CríticaMúsica

“Meat + Bone”. Jon Spencer Blues Explosion, regreso a lo primario

 

Por Kepa Arbizu.

Si en los inicios del siglo XXI se podría decir que Jack White ha ejercido, de alguna manera, como uno de los principales dinamizadores del blues (en un sentido muy amplio del género), a Jon Spencer y su Blues Explosion perfectamente se le podría aplicar ese mismo calificativo pero referido en esta ocasión a la década de los 90.

Antes de que ese momento llegara, el neoyorquino había formado parte de los  Pussy Galore, banda no suficientemente valorada, y de la que heredó esa forma salvaje y directa con la  que afrontaban la interpretación del rock and roll. Precisamente en ese elemento, fusionado con el sonido negro de raíz clásica, radica una de sus grandes aportaciones y peculiaridades.

Al igual que el músico de Detroit con sus White Stripes, Jon Spencer conformó su banda saltándose los tópicos en ese respecto, mientras el primero innovó a la hora de presentarse en formato dúo, la Blues Explosion lo hizo desprovisto de bajista y con  dos guitarras para suplirlo, algo que dejaba en evidencia su idiosincrasia, primando la contundencia frente a la sincronización y el orden.

En una carrera que se extiende a través de 20 años (eso sí, con sus sonadas interrupciones) es lógico que hubiera épocas o momentos determinados en los que la banda optara por alterar algo su propuesta original. Quizás lo más llamativo sea por una parte el interés por “jugar” con las producciones y sus posibilidades, y, la más relevante, dulcificar su sonido y dirigirse hacia grabaciones más nítidas y que inevitablemente también llevaron a alterar algo sus ritmos musicales.

Tras ocho años desde su anterior disco “Damage”, y con el proyecto Heavy Trash (junto a Matt Verta-Ray) en ese intervalo, Judah Bauer, Russel Simins y Jon Spencer regresan con “Meat + Bone”, en el que se acierta a ver un regreso a ese intento por sonar más oscuros, más violentos, sin que eso quiera decir que renuncien a algunas tendencias adquiridas, como es por ejemplo adornar sus temas. En este sentido llaman la atención “Boot Cut”, abarrotado de ruidos y efectos (quizás demasiado, eclipsando algo al tema) y el hipnótico soul-funk  de “Get Your Pants Off”.

El rock and roll sudoroso, repleto de afiladas guitarras y con un ritmo trepidante deja claros ejemplos como “Black Mold” y “Ice Cream Killer”, con ese deje a lo Stooges, o “Black Toughts”, en la que se ve asomar la música negra, al estilo de MC5, embutida en la habitual fiereza de la banda. Más tarde tocará el turno al blues, de aroma setentero y totalmente desquiciado, que toma su forma en “Strange Baby”. El sonido de una armónica será la introducción para una coctelera alucinógena de sonidos negros como es “Bag of Bones”.

El punto álgido en cuanto a aceleración se refiere lo pone “Danger”, que es un adrenalítico  punk, siguiendo la estela del la escuela angelina. Los dos últimos temas del disco pondrán ese lado misterioso y siniestro, primero con “Bear Trap”, que les llevan hasta los Alice Cooper Band más oscuros,  y luego en “Zimgar” donde asoma una ambientación más psicodélica.

Jon Spencer Blues Explosion vuelven con un disco visceral, sucio y contundente, recuperando en parte esas sensaciones de sus primeros trabajos. No se trata de un disco, ni de un grupo, para oyentes “delicados” que no disfruten del estruendo que puede llegar a crear la música. Estos norteamericanos no han tenido duda nunca de que blues o el rock and roll son creaciones del diablo, y como tal, se esmeran en demostrarlo.

 

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