“Homo ludens”, de Johan Huizinga
Por Ricardo Martínez.
El juego, se ha dicho muchas veces, es la esencia de la manifestación inteligente de la vida. Y parece que a tal consideración se entregó el ‘viejo profesor’ Huizinga (fallecido en 1945) para revelarnos, como fruto del estudio de la tradición cultural, la veracidad de este jugoso aserto.
Partiendo de la posible significación de la figura del hombre social sostiene (al modo de un juego de inteligencia) el planteamiento siguiente: ¿Homo sapiens? “No somos tan razonables como gustaba de creer el siglo XVIII” ¿Homo faber? “podría aplicarse también a muchos animales” Sin embargo, concluye, “me parece que el nombre de Homo ludens, el hombre que juega, expresa una función esencial”.
A partir de aquí disecciona su estudio en apartados tan expresivos como ‘Esencia y significación del juego como fenómeno cultural’, ‘Juego y competición, función creadora de cultura’, ‘El juego y la guerra’, hasta concluir con ‘El elemento lúdico en la cultura actual’ Hay, en mi opinión, un apartado que pudiera parecer más anecdóticoy, sin embargo, es un estudio que destila cultura y lucidez. Se trata de ‘Juego y poesía’.
“La poesía –escribe- en su función original como factor de la cultura primitiva, nace en el juego y como juego (…) Nada ha fecundado tanto la capacidad de expresión poética como la aproximación de los sexos en formas alegres, lo cual tuvo lugar en las fiestas de primavera o en otras fiestas de la tribu”. Y analiza, en concreto, el haikai, que “primitivamente fue un juego de rimas encadenadas, que uno iniciaba y otro proseguía”. Esta composición poética “en su forma actual es un pequeño poema de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas (haiku), casi siempre expresión de una tierna impresión de la vida de las plantas o de los animales, de la naturaleza o de los hombres, a veces cargada de cierta melancolía y otras con rasgos de humor ligero: Cuántas cosas/ hay en mi corazón! Déjalas mecerse/ con el murmullo de los sauces”.
Hacer el recorrido que el autor nos propone es entrar en un mundo lleno de sorpresas y conocimiento gozoso, lo que, curiosamente, otorga una rara sensación de ligereza, de libertad. Así, al fin, entendemos que “todo lo que es poesía surge en el juego: en el juego sagrado de la adoración, en el juego festivo del cortejar, en el juego agonal de la fanfarronería, el insulto y la burla, en el juego de la agudeza y destreza”.
Un juego lector emocionante.
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“Homo ludens”
Johan Huizinga
Ed. Alianza, 2012
352 pp., 10 €