Vistas singulares en la Galería Zúccaro
Por Inmaculada Real López.
Hermosilla, 38, Madrid.
Hasta el 30 de junio.
Crear un mundo diferente evadiéndose de la realidad, no es fácil hacerlo sin caer en la tentación de reflejar los tópicos que nos acompañan el día a día. Sin embargo, componer un mundo imaginario, es más fácil realizarlo si rozamos el mundo de los sueños y nos sumergimos en un mundo surrealista, donde todo es posible.
El artista Óscar Borrás nos da una lección de maestría, a través de una serie de óleos que presenta en la Galería de Arte Zúccaro, sobre el mundo de la felicidad. Es difícil crear, con los tiempos que corren, un pasaporte hacia la felicidad. Sin embargo, cuando apreciamos ese estado de bienestar que predomina en estos lienzos, nos vemos salpicados por ese sentimiento, que nos permite desconectar, por segundos, de la realidad que vivimos, para apreciar, envidiar e incluso desear ser alguno de aquellos personajes que representa este artista barcelonés.
Son muchas las publicaciones, en diferentes disciplinas, que se están poniendo en boga hacia esta temática, que parece estar cada vez más escasa. Parece ser un bien cada vez más ausente en nuestras vidas, o difícil de encontrar. Sin embargo, hay muchas formas de poder reencontrarse con la felicidad, formas sencillas que conoce muy bien el artista O. Borrás, y que repite casi de manera constante en cada una de sus obras pictóricas. De tal forma que, crea una amplia panoplia de motivos que convierte sus pinturas en escenas cargadas de información.
La temática que se recoge, en estas obras, son vistas de lugares reales: como el Museo del Prado, el Plaza Mayor, o la Plaza de Cibeles; y espacios irreales, sacados de la imaginación, pero tratados todos con el mismo estilo naïf. Lejos quedan ya esas veduttas italianas de los canales venecianos, y el realismo de los paisajistas decimonónicos.
Adoptando un estilo naïf, Borrás es uno de los máximos representantes en España de esta pintura de carácter ingenuo, y lleno de connotaciones surrealistas, crea un estilo característico y personal. Destaca, en todas sus pinturas, el derroche de color, aunque se traten de escena nocturnas. Obras, de no muy grandes dimensiones, donde es necesario prestar una atención detallada a cada composición, pues son escenas muy pobladas por diferentes elementos, donde todos ellos adquieren el mismo protagonismo: animales, personas, plantas, flores y agua. El sentido anecdótico es una constante en su obra, por ello le convierte en creador de una pintura divertida.
El objetivo en la temática es hacer una exaltación a la alegría de vivir, para ello, hasta las escenas de trabajo aparecen reflejadas con esta filosofía, ya que se trata de una evocación constante al Paraíso. El deseo de transportarnos a un mundo deseado, donde nada pesa, donde todo es fácil, donde todo es felicidad. Para ello, la música está presente en cada escena, pues transmite armonía, bienestar, presente siempre en las fiestas, pues ¿qué es la vida, sino una auténtica fiesta?
A todo ello se suman escenas de bailes, de enamorados, de terrazas veraniegas, de veleros, la playa, donde siempre brilla el sol o luce la luna con un cielo estrellado. Necesitamos salpicarnos de estos paraísos mágicos, de ese bienestar y de esa felicidad, pues, aunque sean escenas con tintes surrealistas ¿por qué no podemos hacer del sueño una realidad?