Nadar en agua helada
Bartleby, 2012
Por Isabel Bono
Siguiendo la máxima de mi amigo Antonio Muñoz Quintana «No hay que conocer al autor», decidí no buscar fotos ni información sobre Recaredo Veredas antes de leerlo: no saber su edad, si mira a los ojos mientras te habla, ni cómo coloca las manos cuando está quieto.
Lo imagino sentado al borde de un gran charco, lanzando guijarros contra la fina capa de hielo que lo cubre. Los lanza con sumo cuidado para no romperla y, a la vez, deseando que ceda, esperando que esa capa por propia voluntad se abra para él. El vértigo de la espera, el placer de la espera. Empujar lo justito algo pequeño para que suceda algo grande.
Así veo tus poemas. Guijarros que nos lanzas para romper la ligera coraza que nos cubre, que cuidamos cada día para aislarnos del mundo.
Uno siempre está buscando señales, o creyendo encontrarlas, aunque luego no sepa muy bien qué hacer con ellas. Nos gustan los libros que hablan de nosotros, nos enamoramos de los libros que se nos parecen. Palabras como: sueños, fuga, insomnio, cicatriz, peces ciegos, sábanas, piedras, algas, sosiego.
Mirar lo que señala la luz, lo que se desmorona. Escribir para retenerlo a nuestro lado sólo un poco más.
Sin duda todos querríamos que la vida fuera tener seis años y hacer el muerto sobre el mar en calma, una mañana de agosto, mientras tu madre te vigila desde la orilla. Pero no. La vida, demasiadas veces, consiste en no ahogarse.
Cuando leí estos poemas se me paró un poco el corazón, y deseé que él hubiese llegado a la misma conclusión que yo: Lo único importante es tener brazos, piernas, cielo.
Debería haber otra máxima que dijera «Por sus dedicatorias los conoceréis»: A mi padre, que me enseñó a trabajar.
La vida no es dejarse mecer, la vida es trabajo, son brazadas contra el frío, ganarle unos metros al frío, a la oscuridad, dejar de respirar tierra con prudencia, no dejarnos vencer. Se nos olvida muchas veces respirar. Este libro nos lo recuerda. El agua está fría, los brazos no te responden, pero no te rindas, respira, sigue respirando.
Y, ahora sí, ahora quiero saber más. Busco en la wikipedia: Nacido en Madrid, licenciado en Derecho, curso de creación literaria en la Escuela de Letras (donde después fue profesor). Ha escrito artículos y reseñas en ABC, Qué leer, Quimera. Ha sido lector, corrector y editor en Alfaguara, El país-Aguilar y Siruela. Ha publicado un libro de relatos Pendiente y un manual Cómo escribir un relato y publicarlo.
Busqué hasta el silencio, buceando entre ratas y peces dorados, dice este chico con cara de bueno. Uff.
Venga Veredas, rómpenos la capa de frío, cuéntanos todo eso que sé que sabes.
Dices:
___“No hay que conocer al autor”, decidí no buscar fotos ni información sobre Recaredo Veredas antes de leerlo: no saber su edad, si mira a los ojos mientras te habla, ni cómo coloca las manos cuando está quieto.___
Mira, ya te cuento yo quien es: el subdirector de la revista web en la que escribes esta crítica.
fokin weirdo!