Resistencia es una palabra versátil y profunda que se utiliza para describir la capacidad de oponerse o soportar algo y su significado concreto puede variar en función del contexto: la fuerza que se opone a la acción de otras fuerzas; el conjunto de personas que se opone a la invasión de un territorio, a una dictadura o aguantan y encaran un ataque;  la aptitud de enfrentar y resistir los avances de una enfermedad (al fin y al cabo, qué es una enfermedad sino otra fuerza atacante desde el interior de nuestros cuerpos, frágiles y resistentes a la vez); o la capacidad de mantener un esfuerzo físico, psicológico o emocional por un periodo prolongado.

El verbo resistir, en todo caso, parece ser el infinitivo imperante en estos tiempos. Aparece por todos lados conjugado en singular y plural. Se oye y se lee en tiempo presente y futuro, modulado sobre todo en indicativo y, a menudo, en imperativo. Y no falta quien incluso lo califica y eleva tal a la categoría de imperativo moral.

El vocablo está presente en la boca de los estudiantes y grupos de la sociedad civil que preservan su espacio y su labor, en los consejos rectores de las universidades que salvaguardan su libertad académica. En los principios políticos que se oponen a la corriente centrífuga que mezcla la separación de poderes hasta hacerla indistinguible y en los ciudadanos de a pie que se protegen de la arbitrariedad. Es parte ya del ADN de aquellos pueblos que aguatan los ataques y las bombas que llegan desde el otro lado de sus fronteras; y del carácter de las minorías que defienden infatigablemente el entorno que les permite comer, respirar y vivir o los espacios desde los que se expresan libremente, los cuales van siendo cada vez más reducido y menos seguros.

La resistencia es de volumen y forma variable, casi líquida. Aparece aquí y allá moldeada por la necesidad, el miedo, los análisis y cálculos que son necesarios para expresarla e incluso por las estrategias de supervivencia. Se adapta a los diferentes espacios que atraviesa o por los que tiene que discurrir. Suena a veces con fuerza, con el estruendo de una catarata. Otras, es agua subterránea para poder pasar desapercibida. Por momentos, un caudal arrollador. Por otros, un gota a gota. Puede aparecer en declaraciones públicas, expresadas de forma grandilocuente desde un púlpito, ampliamente diseminadas por un micrófono, por un video viral o florecer en una conversación tranquila alrededor de la mesa de la cocina, en una larga tertulia, en un paseo por un parque. Puede ser de pensamiento, palabra y obra. Idealmente, las tres juntas y en ese orden, aunque a menudo sea necesario saltarse la segunda cuando el contexto hace de la discreción un valor importante.

Puede aparecer en los escenarios, entre las notas de un pentagrama, en el encuadre de una fotografía, los fotogramas de una película, la trama de una novela, los versos de un poema o en la viñeta de un dibujante.

También en los tribunales, en los razonamientos de un auto o la disposición de una sentencia, en las clases de un parvulario, en un aula magna o en los baños de una institución. En un plan de trabajo, en una nota al pie, en la línea de un presupuesto, en las páginas de un medio de comunicación, en las ondas radiofónicas o en el soporte digital de un podcast…

Se distingue del postureo, de la resignación, de la queja o la indignación porque no se atasca en la mera descripción de los hechos, porque va sustentada de reflexión y pensamiento, y, sobre todo, porque se proyecta hacia la acción y la respuesta. También porque las acciones y respuestas que produce se alejan del individualismo, de la histeria del “sálvese quien pueda” y se concentran en la salvaguarda del marco común, del que protege a todos, equilibrando la búsqueda del amparo propio con el de los demás.

La Historia, con mayúsculas, está llena de ejemplos para inspirarse. También la microhistoria de cada uno, pues la vida está llena de gente corriente (sin disfraces de héroes o mártires) que han resistido o resisten, con integridad moral, las fuerzas más dispares y agresivas y, al hacerlo, son un ejemplo vivificante.

Hagan un escaneo a su alrededor. Busquen entre los suyos, entre las capas de cebolla de sus relaciones, entre sus círculos y redes, los casos que les sirvan de ejemplo e inspiración, modelos en los que fijarse, o con quien aliarse, para aguantar, oponerse, resistir, rechazar y repeler, siempre pacíficamente, las fuerzas que nos acechan.

Fernando Travesí